Mario J.
Viera
En
ocasiones anteriores había asistido a una cena por el Día de Acción de Gracia
elaborada por otros. Hubo ocasiones que pasé por alto la cena de la festividad;
pero me gustó esta celebración, o ritual, tan de Estados Unidos y Canadá nada
ligada con las tradiciones festivas de Cuba. Ahora a mí me toca enfrentar el
reto de preparar la cena.
La
primera vez que me topé con el Día de Acción de Gracias fue en 1984 cuando en
Canadá participaba en un curso de post grado sobre la tecnología de producción
papera. Fue para mí un encuentro cargado de simbología y, de cierto modo, un
reencuentro con el mismo Dios del que apenas tenía memoria. Me sentía extraño
ante aquella cena que no entraba dentro de mi cultura y me fascinó que se
dedicara un día del año a darle gracias al Creador por todo lo bueno, por todo
lo bello y hasta simplemente por gozar del don de la vida, sin importar las
dificultades que se hubieran vivido a lo largo del año.
Me
admiraba que los cubanos exiliados en Miami, tan acostumbrados al puerco asado
de la Noche Buena se hubieran adaptado, y celebrado como propia, a la fecha y al
pavo asado. Sin embargo, aunque dándole sabor cubano a la preparación del pavo,
los exiliados cubanos tienen muchَísimos motivos para dar gracias al Padre de
la Vida. En estas tierras, hemos encontrado una patria prestada, pero patria en
fin; aquí hemos podido expresarnos y realizarnos como personas libres y
desarrollar todas nuestras capacidades como entes vivientes. Aquí soñamos con
el día en que podamos volver a pisar el suelo patrio sin necesidad de pedirle
permiso a los que nos robaron el país.
El
Día de Acción de Gracia tiene un alto significado: la solidaridad y la mistad
que puede fomentarse entre etnias diferentes. Los peregrinos del May Flower
eran una minoría de inmigrantes que tuvieron que enfrentarse a condiciones
climáticas terribles y con voluntad, tesón y la fe en la Majestad Divina pudieron
sobrevivir para llegar a ser la semilla germinante de lo que serían los Estados
Unidos de América apenas un siglo después. Ellos recibieron la ayuda de los
nativos y pudieron sobrevivir.
En
Plymouth, Massachusetts en el año de 1621 se celebró el primer Día de Gracias
en una cena donde se hermanaron los colonos y los nativos de la tribu de los Wampanoag,
quienes les habían ayudado con semillas, con la pesca y les instruyeron en el
modo de utilizar el pescado como fertilizante para obtener una cosecha
abundante.
Hoy
celebro el Día de dar Gracias y lo hago identificado con su significado. La
primera virtud que ilumina al alma humana es la gratitud.
Pero
en buen aprieto me he metido. Me toca preparar la cena, y ya colecté recetas de
como hornear un pavo. Soy optimista y espero que el pavo me quede suculento y
delicioso al paladar y si no se me quema tendré además otro motivo para dar
gracias.
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