sábado, 20 de julio de 2013

No se enteran


Michel Suárez. DIARIO DE CUBA

Cada vez que el castrismo hace de las suyas, los políticos cubanoamericanos aprovechan para despachar lo que parece ser la única munición de su carcaj: la suspensión de los viajes y las remesas. Es decir, retomar las medidas que afectan a las familias a ambos lados del Estrecho, pero escasamente al régimen de La Habana.

Llama la atención que a los conservadores, defensores históricos de los valores familiares, no se les ocurra otra cosa que joder un poco más a los jodidos.

El republicano Marco Rubio, miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, ha pedido a la Administración Obama que anule "de inmediato" su decisión de flexibilizar las restricciones de viajes y remesas a la Isla, después del hallazgo de equipamiento militar cubano en el buque norcoreano Chong Chon Gang.

Cuando el senador exige el retorno de dichas restricciones, echa mano a la fórmula más facilista, ineficiente y cruel. ¿Afectaría su propuesta a la familia Castro, a los militares y a las elites de la dictadura? En modo alguno. Primero se debilitarían los cuentapropistas, los independientes y hasta la disidencia. Y, a pesar de la asfixiante situación económica, el Estado totalitario resistiría.

Va siendo hora de que los políticos cubanoamericanos sean más ingeniosos en sus propuestas. Sugerir a Obama la convocatoria del Consejo de Seguridad de la ONU es una acción bien encaminada, por el impacto político internacional que ello supone, pero el reclamo estrella en materia cubana es siempre el mismo.

¿Por qué los legisladores cubanoamericanos no presentan un plan para que Radio-TV Martí transmita desde la Base Naval de Guantánamo? ¿Qué esperan para impulsar una ley que evite que los hijos de dictadores reciban visas de EEUU? ¿Para cuándo una ofensiva política sobre Cuba en América Latina? ¿Ya se han reunido con Google para sondear un proyecto de internet satelital?

Lo fácil y rápido es cortar los vínculos pueblo a pueblo y hacer pagar los platos rotos a los de siempre. Esto no tiene otro nombre que política en minúsculas. Lo que se le exige a Obama es un sinsentido democrático, porque nadie tiene derecho a vigilar las billeteras de los cubanoamericanos, ni los destinos del mundo en que posan sus pies.

Dichos representantes y senadores han ganado las elecciones en buena lid, han defendido coherentemente los intereses de sus votantes y representan el triunfo del talento cubano en EEUU, como ninguna otra minoría étnica. Nadie pretende restarle sus méritos. Pero cuando se trata de Cuba, parecen conformarse — y también sus electores — con la mediocridad de martirizar al más débil.

 

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