René Gómez Manzano. CUBANET
Este martes, la noticia fue, con toda
razón, la captura en Panamá de un cargamento de cohetes, piezas de aviones y
otras armas, en un barco norcoreano procedente de Cuba. El alijo bélico, no
declarado, se encontraba enmascarado en unos contenedores cubiertos por
toneladas de azúcar.
Se dijo que el pretexto para la
intervención de las autoridades del país istmeño fue una denuncia sobre la
existencia de una supuesta carga de estupefacientes. Una verdadera ridiculez,
si tenemos en cuenta que sólo a un demente se le ocurriría traficar drogas
hacia la paupérrima y conventual heredad del más joven representante de la
dinastía Kim.
En el suceso no faltaron incidencias
rocambolescas; esto incluyó al capitán, que primero sufrió un supuesto ataque
cardiaco y después intentó suicidarse par de veces; también la feroz
resistencia de la tripulación. No hace falta ser muy agudo para comprender que,
al escenificar sus desplantes, los súbditos del veinteañero mariscal Kim Yong
Un tenían muy presentes las cuentas que con toda seguridad les pasarán al
arribar a la “República Popular Democrática”. ¡Así paga el Diablo a quien bien le sirve!
Pero por encima de detalles
picarescos, lo fundamental es que la actuación de las autoridades panameñas
demostró estar más que justificada, lo que fue puesto de manifiesto por el
mismo presidente Ricardo Martinelli, quien intervino de forma personal en la
presentación de los hechos ante la prensa.
En una declaración emitida por el
Ministerio de Relaciones Exteriores cubano, se reconoce lo esencial del asunto.
Se alega que la carga estaba compuesta “mayormente” por azúcar, pero se admite
la presencia de los armamentos. No obstante, se aduce que se trataba de equipos
“obsoletos” que — supuestamente — iban a ser reparados en el país asiático.
El documento no se molesta en tratar
de explicar un aspecto medular de los hechos: Si, según se alega, todo
constituía una operación lícita, ¿entonces a qué obedece que la documentación
del buque asiático no reflejara la presencia de las armas? ¿Por qué éstas iban
ocultas bajo el azúcar? Además: ¡Algo legal cuando existen resoluciones
vinculantes de la ONU que prohíben los envíos de material bélico a Norcorea!
Para mayor abundamiento: Los hechos
tuvieron lugar apenas un par de semanas después de la visita que realizó a La
Habana Kim Kyok Sik, jefe del Estado Mayor del ejército norcoreano. Si la
interesada en la “reparación” era la parte cubana, ¿por qué no fue un general
de la Isla quien se molestara en darle la vuelta al mundo, en vez de lo
contrario! Y si existen buenas relaciones con Rusia, ¿no era más lógico
restaurar el armamento en el país donde fue fabricado, o incluso en China!
Por otra parte, ¿acaso el gobierno
castrista no ha proclamado que sus industrias militares son capaces de dar
mantenimiento al abundante armamento suministrado durante los decenios del
idilio cubano-soviético! Al menos, eso es lo que se ha informado de manera
sistemática y pública.
Los hechos tuvieron lugar horas
después del congreso de la oficialista Unión de Periodistas de Cuba, evento en
el cual se adoptaron acuerdos encaminados a empoderar a la “prensa
revolucionaria”. Sin embargo, el Noticiero Estelar de la Televisión Cubana se
circunscribió a dar lectura al documento gubernamental. El “nuevo papel” que
están llamados a desempeñar los medios castristas permanecerá — pues — en un
brumoso e incierto futuro.
Peor aún actuó el canal chavista
TeleSur, en cuyo programa de noticias leyeron también del mismo texto, pero
sólo en forma parcial. El que sí abordó el asunto fue el colega Walter
Martínez. En su programa Dossier mostró imágenes y fragmentos de las
declaraciones de Martinelli y de voceros oficiales estadounidenses. Fue tajante
al calificar el embrollo: un “culebrón”, reconoció, a pesar de que el affaire apenas empieza.
En cualquier caso, se ha demostrado
una vez más la vigencia del refrán: Perro
huevero, aunque le quemen el hocico. El general Raúl Castro podrá desear
que “los yanquis” levanten el embargo;
quizás aspire a que la multimillonaria inversión de El Mariel rinda frutos
cuando se regularicen los vínculos con el gran país del Norte. Pero sigue
manteniendo en injusta prisión al contratista Alan Gross, y no se priva de
realizar, con sus polémicos “hermanos de ideales”, negocios turbios como éste.
Veremos qué dicen ahora los que han
repetido gustosos las falacias lanzadas en su momento por Ana Belén Montes, la
espía castrista insertada en el Pentágono de Washington. Observaremos también
qué expresarán quienes han reclamado con vehemencia que Cuba sea sacada de la
lista de países patrocinadores del terrorismo.
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