Snowden no
debe huir. Debe regresar a los Estados Unidos y enfrentar su destino; si cree
como el autor de Desobediencia Civil consideraba que “bajo un gobierno que
encarcele a alguien injustamente, el sitio adecuado para una persona justa es
también la cárcel”, Snowden debe enfrentar a la justicia de su país,
demostrando su valentía cívica; quizá en ese momento su figura se eleve sobre
la mediocridad general y reciba un apoyo como jamás hubiera pensado que
recibiría por parte de sus connacionales. Huir no es la solución, refugiarse
bajo la protección de gobiernos de carácter antidemocrático significaría la
negación de su propia negación.
Mario J.
Viera
Foto BOBBY YIP / REUTERS
|
¿Debe el ciudadano renunciar a su conciencia, siquiera
por un momento o en el menor grado a favor del legislador? ¿Entonces por qué
posee conciencia el hombre? Pienso que debemos primero ser hombres y luego
súbditos. No es deseable cultivar tanto respeto por la ley como por lo
correcto. Se ha dicho con bastante verdad que una corporación no tiene
conciencia, pero una corporación de hombres conscientes es una corporación con
conciencia. La ley jamás hizo a los hombres ni un ápice más justos; además,
gracias a su respeto por ella hasta los más generosos son convertidos día a día
en agentes de injusticia.
Henry David
Thoreau. “Desobediencia Civil”
Fue
aquella noche. Desde el balcón norte del Palacio Presidencial, Fidel Castro
pronunciaba uno de sus furibundos discursos; se dice que cerca de un millón de
ciudadanos estaban presentes escuchando las palabras del que era Primer
Ministro del Gobierno Revolucionario. Era la noche del 28 de septiembre de
1960. De manera muy oportuna se escucharon varias explosiones de petardos ─
quizá estratégicamente colocados y hechos estallar por miembros del G2 ─ que le
permitieron a Fidel Castro “concebir” la brillante idea: “Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva.
Están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están
jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en
el pueblo”. Ese fue el inicio de la vigilancia de todos hacia todos por
medio de los llamados Comités de Defensa de la Revolución, un sistema de
espionaje colectivo, la personificación de la pesadilla orwelliana del Gran
Hermano.
Fue
desde ese momento que la incipiente dictadura castrista se hizo tiranía. El
pretexto: defender a la revolución de sus enemigos, la defensa de la soberanía
nacional de las amenazas externas. El objetivo real: controlar a todo el
pueblo, someter a todos bajo el control de la pupila vigilante de la tiranía.
Nadie podría en adelante sentirse seguro, ni siquiera en lo profundo de su
intimidad.
Pero
el castrismo no quedó conforme con la vigilancia colectiva, había además que
tener control de las llamadas telefónicas y del correo personal y así fue y así
ha sido y continúa siendo.
Bajo
secreto este accionar ha sido puesto en práctica por el gobierno de los Castro
sin atender a consideraciones legales. El artículo 32 de la Constitución de
1940 establecía: “Es inviolable el
secreto de la correspondencia y demás documentos privados, y ni aquélla ni
éstos podrán ser ocupados ni examinados sino a virtud de auto fundado de juez competente
y por los funcionarios o agentes oficiales. En todo caso, se guardará secreto
respecto de los extremos ajenos al asunto que motivare la ocupación o examen.
En los mismos términos se declara inviolable el secreto de la comunicación
telegráfica, telefónica y cablegráfica”.
La
Constitución Socialista de 1976 estableció en su artículo 56: “(1) La correspondencia es inviolable. Sólo
puede ser ocupada, abierta y examinada en los casos previstos por la ley. Se
guardará secreto en los asuntos ajenos al hecho que motivare el examen. (2) El
mismo principio se observará con respecto a las comunicaciones cablegráficas,
telegráficas y telefónicas”.
La
inviolabilidad de la correspondencia y de las comunicaciones cablegráficas,
telegráficas y telefónicas de acuerdo con esta última Constitución ─ y por la
reforma de 1992 en el artículo 57 ─ no
está amparada por mandato judicial y pueden ser controladas bajo el impreciso
presupuesto de “casos previstos por la ley” y decidido no por un juez
independiente, sino por un oficial policiaco denominado Oficial de Instrucción.
Bajo este criterio “constitucional” en Cuba, el gobierno ejerce una verdadera
labor de espionaje sobre sus ciudadanos característico y propio de cualquier
tiranía. “El Hermano Mayor te vigila”.
La
inviolabilidad del secreto de la correspondencia y por extensión las de correos
electrónicos y telefonía se encuentra asegurada en casi todos los ordenamientos
constitucionales con excepción de Estados Unidos donde no existe una enmienda
específica para la privacidad de la correspondencia que no sea el de la
interpretación por extensión de la Cuarta Enmienda que establece: “El derecho de los habitantes de que sus
personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y
aprehensiones arbitrarias, será inviolable, y no se expedirán al efecto
mandamientos que no se apoyen en un motivo verosímil, estén corroborados
mediante juramento o protesta y describan con particularidad el lugar que deba
ser registrado y las personas o cosas que han de ser detenidas o embargadas”.
Esta
ausencia legal ha permitido que la Ley Patriota (Patriot Act) de 24 de octubre de 2001 no haya podido ser declarada
inconstitucional aunque autoriza la intervención de las comunicaciones
telefónicas y por correo electrónico de los ciudadanos sin autorización
judicial previa o, como ha quedado evidente recientemente, por la autorización
de un tribunal secreto denominado “Tribunal FISA” establecido por la Ley de
vigilancia de la inteligencia extranjera (Foreign Intelligence Surveillance Act)
de 1978.
En
opinión de Borja M. en Mens Iuris, la
Ley Patriota “viola flagrantemente la
propiedad privada y la intimidad personal, ambos derechos se destruyen en
muchos casos sin necesidad de autorización judicial, tan solo gubernativa. Es
por ello que haciendo un ejercicio al estilo americano, podemos acogernos a la
cuarta enmienda, que por sí sola, desvirtúa la presente ley, pero que
desgraciadamente la Supreme Court de USA no lo considera así, pues antepone la
seguridad nacional a los derechos individuales, socavándolos una vez más”.
Aunque
la Ley Patriota tiene en la mira como objetivos todos los actos sospechosos de
actividades terroristas o de lavado de dinero y se centra en la defensa de la
seguridad nacional y del pueblo de los Estados Unidos habría que preguntarse
hasta donde puede llegar los servicios
de inteligencia en el rastreo de “evidencias” y cuáles son los límites que se
les pueda imponer teniendo como fundamento la inviolabilidad de la privacidad
de los ciudadanos. ¿Existe la suficiente transparencia para asegurar que las
indagaciones se limiten solo a monitorear las actividades de extranjeros que
pudieran ser sospechosos o, sin límites legales, llegar hasta la vigilancia de
todos como sospechosos y de abrir expedientes en contra de cualquier opinión
disidente en evidente violación de los corolarios de la Cuarta Enmienda y de la
Primera Enmienda?
Durante
el gobierno de George W. Bush, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) creada
bajo la administración de Harry S. Truman adquirió mayores poderes de
inteligencia y sin un estrecho control de sus actividades por parte del
Congreso. Estos poderes continúan sin limitaciones durante la actual
administración de Barack Obama. Uno de los pilares de la NSA es el programa top
secret denominado PRISM que opera desde el 2007. PRISM tiene capacidad para
monitorear correos electrónicos, vídeos, chat de voz, fotos, direcciones IP,
notificaciones de inicio de sesión, transferencia de archivos o detalles sobre
perfiles en redes sociales, como ha sido puesto en evidencia por las últimas
filtraciones.
En
abril de 2012, William Binney, ex director técnico de la NSA en entrevista con Democracy
Now reveló que la NSA había recopilado más de 20 billones de mensajes, llamadas
telefónicas y otros, agregando que la Ley Patriota le daba licencia a la
agencia “para guardar todos los datos, lo
que ─ en su opinión ─ es sumamente
peligroso, porque si los tienes ─ aseguró ─ y los conviertes en unos formularios o gráficos y después los analizas,
puedes acumular conocimientos acerca de todo el mundo del país”.
Posteriormente, en julio de ese año, Binney que toda la recopilación de datos
por la NSA “comenzó en febrero de 2001
cuando se empezaron a solicitar datos a las empresas de telecomunicaciones”,
lo que en su opinión significaba “que el verdadero plan era espiar a los
estadounidenses desde el principio”. De acuerdo con el ex funcionario de la
Agencia de Seguridad Nacional, esta tiene la capacidad ─ y la ejecuta ─ de
recabar sin control judicial datos de redes sociales, de correos electrónicos y
registros de llamadas telefónicas tanto fuera como dentro de Estados Unidos,
como ha sido recogido por diferentes medios.
El
31 de octubre de 2001 Binney renunció a la agencia porque según dijo, la NSA “empezó a espiar a todo el mundo en el país”.
Sus denuncias lo convirtieron en objeto de investigación por parte del FBI y en
el 2007 se hizo una redada en su residencia. No obstante el pasado año recibió
el Premio al Coraje Cívico Joe A. Callaway.
Cuando
en 1786 los padres fundadores de la nación americana se reunieron para elaborar
una Constitución Federal, tenían en cuenta evitar que el Gobierno se hiciera
tan poderosos que pusiera en peligro los derechos de los ciudadanos o que les
restringiera. Esto lo expresó claramente Thomas Jefferson cuando dijo: “Los dos enemigos del pueblo son los
criminales y el Gobierno, así que permítanos restringir al segundo con las
cadenas de la Constitución así el segundo no se convertirá en la versión
legalizada del primero”. El pueblo ─ We
the People ─ no debe dejar en manos del Gobierno la decisión sobre el
ejercicio de sus derechos. El pueblo debe ser escrutador implacable del
desempeño de sus gobernantes y sujetarle sus impulsos naturales de poder con el
dogal de la Constitución y la Declaración de Derechos. Nada puede ser de tanta
prioridad para que se permita la limitación de los derechos ni para omitir la
transparencia gubernamental. El pueblo tiene derecho a ser debidamente
informado y a ser escuchado.
Lo
que inició William Binney lo ha continuado y ampliado el subcontratista de la
NSA Edward Snowden.
Snowden
un apasionado de la libertad en internet decidió filtrar a los periódicos The
Guardian y el Washington Post los
programas secretos de la Agencia Nacional de Seguridad que ejercen un monitoreo
de las llamadas telefónicas en Estados Unidos y a acceder a los servidores de Microsoft,
Yahoo, Google, Facebook, PalTalk, AOL, Skype, YouTube y Apple buscando
conexiones con el terrorismo internacional a través del Programa PRISM, así como
la exigencia que el gobierno de Estados Unidos le hiciera a Verizon para que
entregara a la NSA los registros de llamadas telefónicas de sus clientes.
Por
sus revelaciones de un asunto considerado de máximo secreto, Snowden ha sido
catalogado desde ser un tonto útil hasta de ser un criminal y todavía más grave
de traición. Para el comentarista del New York Times, David Brooks, Snowden “traicionó la Constitución. Los fundadores no
crearon a los Estados Unidos para que un solitario de 29 años de edad pudiera
hacer decisiones unilaterales sobre qué
debiera exponerse”. Sin embargo, de acuerdo con el Washington Post, el
motivo que condujo a Snowden a hacer las filtraciones era poner al descubierto
“el estado de vigilancia” que impera en el gobierno de Estados Unidos. Snowden
declaró entonces que no podía “en
conciencia, permitir al gobierno de EEUU destruir la privacidad, la libertad en
internet y las libertades básicas de la gente de todo el mundo con esta
gigantesca máquina de vigilancia que están construyendo en secreto”, y
declaró: “Quiero que el centro de
atención sea sobre los documentos y el debate que espero que genere entre los
ciudadanos de todo el globo sobre el tipo de mundo en el que quieren vivir.
Mi única motivación es informar al
público de lo que han hecho en su nombre y lo que se hace en su contra (…) No quiero vivir en una sociedad que hace
este tipo de cosas (…) No quiero
vivir en un mundo donde se registra todo lo que hago y digo. Es algo que no
estoy dispuesto a apoyar o admitir”.
Snowden
faltó con sus declaraciones a la fidelidad que debía a su gobierno, esto es
cierto, pero, en conciencia ¿A quién debemos fidelidad, al Gobierno o al
Pueblo-Nación? Edward Snowden no cometió traición contra su nación y así lo
creen muchos americanos. Amy Davidson del New Yorker consideró que él “es la razón por la que, durante la última
semana, ha existido en nuestro país una conversación sobre la privacidad y los
límites de la vigilancia doméstica. Ya era hora de ello; una esperaría que
hubiera surgido a partir de un autoexamen por parte de la administración de
Obama o por una verdadera supervisión del Congreso” y añadió: “Ambos fallaron y vino en la manera en que
Snowden entregó los documentos clasificado ─ muchos de ellos ─ a los
periodistas” (Amy Davidson. 9
de junio de 2013: “Edward Snowden, The
N.S.A. Leaker, Comes Forward”).
Snowden
violó la ley, cuando reveló lo protegido por la Ley Patriota. Una verdad es
evidente; más que acatar a las leyes el hombre de honor debe acatar a su
conciencia y esta idea no es extraña al ideario americano. Henry David Thoreau
en Desobediencia Civil, lo expuso claramente: “Existen leyes injustas: ¿debemos conformarnos con obedecerlas o,
debemos tratar de enmendarlas y acatarlas hasta que hayamos triunfado o,
debemos transgredirlas de inmediato?” Está en el espíritu de los fundadores
de la Nación. Jefferson lo dijo: “Un poco
de rebelión de vez en cuando es buena cosa”.
Snowden
no es un espía al servicio de una potencia extranjera. Primero, no se ocultó en
el anonimato: “No tengo intención de
esconder quién soy porque sé que no he hecho nada malo. No hice nada malo. Soy
un convencido de que deben ser los ciudadanos los que decidan sobre el poder
que le otorgan al Estado y no un burócrata de turno.”, le aseguró a The
Guardian. Segundo, entregó la información a la prensa y, como el mismo dijera:
“Cualquiera en mi situación podría haber
cogido todos estos secretos y venderlos en el mercado a Rusia. El mayor miedo
que tengo respecto al resultado es que nada va a cambiar. Estados Unidos está
aumentando su poder para controlar a la sociedad. En unos años, va a ser peor
(...). Se convertirá en una tiranía”.
Muchos
en Estados Unidos ven a Snowden como un “héroe nacional”. Así lo describió una
petición a favor del ex analista del NSA apoyada por más de 100 mil firmas,
dirigidas a la página de la Casa Blanca “We the People”. La petición se plateó
en estos términos: “Edward Snowden es un
héroe nacional y debería recibir inmediatamente un perdón completo y absoluto
de cualquier crimen que haya cometido o pueda haber cometido relacionado con la
liberación de información relacionada a los programas de vigilancia de la NSA”.
El apoyo recibido a esta petición hizo que Obama se refiriera al caso diciendo:
“Uno no puede tener un 100% de seguridad
y un 100% de vida privada sin tener ciertos inconvenientes”. Más que una
respuesta la del Presidente fue una excusa desafortunada, pues Benjamín
Franklin le hubiera respondido diciendo: “Aquellos
que pueden dejar la libertad esencial por obtener un poco de seguridad
temporal, no merecen ni libertad ni seguridad”.
No
obstante esa cuota de carencia de privacidad que se intenta justificar por el
expediente de contrarrestar las acciones terroristas no tiene sentido en la
práctica. Así lo expresó la ministra de Justicia alemana, Leutheusser-Schnarrenberger:
“Cuanto más grande sea el pajar, más
difícil será encontrar la aguja escondida”. El acceso a Facebook, YouTube y
otras páginas sociales no impidió el ataque terrorista de los hermanos Tsarnaev
en la Maratón de Boston. Según la CNN, aunque las autoridades rusas
transmitieron a los órganos de seguridad de los Estados Unidos “su preocupación respecto a que Tsarnaev se
estaba volviendo cada vez más radical”, el FBI “no encontró evidencia de actividad extremista y cerró el caso, aunque
lo nombres de los dos hermanos Tsarnaev y de su madre fueron colocados en una
base de terroristas”.
El
gobierno es conductor, es administrador de los bienes públicos, no es el
árbitro supremo para decidir qué le conviene o no a la ciudadanía. Los
ciudadanos que quieren conservar la libertad no pueden acatar cualquier
decisión gubernamental, “un poco de
rebelión de vez en cuando es buena cosa”
apuntó Jefferson y aún más: “El
espíritu de resistencia al gobierno es tan valioso en ciertas ocasiones que
deseo que siempre sea mantenido con vida”. Cuando Edward Snowden filtró la
existencia de un mega ciberespionaje, actuó dentro de un legítimo espíritu
americano, aplicando la noción jeffersoniana de rebelión.
El
Defensor del Pueblo en Rusia, Mijaíl
Fedótov, en apoyo de asilo político a Snowden declaró que “un hombre que saca a la luz pública secretos que ocultan los servicios
de inteligencia, cuando estos secretos representan una amenaza para la
sociedad, para millones de personas y hablamos de la vigilancia total en
internet merece realmente el asilo político”; y la historiadora y activista
de los derechos humanos que enfrentó al régimen soviético, Lyudmila Alexéyeva,
dijo al respecto: “Si a (Gerard) Depardieu le dieron la ciudadanía para que
eludiera pagar impuestos, también se le puede conceder a Snowden”. El actor
Gerard Depardieu en el 2012 se exilió en Rusia como protesta por los altos
impuestos que debía pagar en Francia, su país de origen, recibiendo la
ciudadanía rusa por concesión de Vladimir Putin. Depardieu había ejercido la
desobediencia civil en escala muy inferior a la desobediencia civil que, al
estilo de Thoreau ha practicado Snowden.
En
contrario de estas opiniones, Mario Vargas Llosa, hablando en la VI edición del Foro Atlántico de la Fundación
Internacional para la Libertad, dijo: “Ni
el señor Snowden ni el señor Julian Assange representan la auténtica libertad
de expresión. Son instrumentos voluntarios o involuntarios de fuerzas
profundamente antidemocráticas". Agregó: "La conclusión sería tener clara dónde está la línea fronteriza, la
demarcación entre lo que es genuina libertad de expresión, derecho de crítica y
lo que es un visión distorsionada, sesgada de estas categorías fundamentales de
la cultura democrática”.
Mario
Vargas Llosa iguala a Assange con Snowden partiendo de un error de apreciación.
Snowden, a diferencia de Assange no puso en peligro la vida de nadie con sus
filtraciones. Assange divulgó 77 mil documentos de secretos militares y 400 mil
informes militares de Irak entre 2004 y 2009. Assange actúa a favor de los
regímenes autoritarios y populistas de América Latina con la intención clara de
denigrar a los Estados Unidos. Assange se mantuvo en el anonimato mientras pudo
y ha lucrado con su actividad como hacker. Assange fue juzgado por 24 cargos en
su contra por delitos informáticos de los que se declaró culpable, siendo
liberado por buena conducta y obligado a pagar una multa de dos mil 100 dólares
australianos.
Edward
Snowden, a diferencia de Assange, no intenta denigrar a los Estados Unidos, él
buscaba crear un estado de opinión dentro de la sociedad americana en torno a
un tema que consideraba ilegítimo y violador de la Declaración de Derechos de
la Constitución de Estados Unidos.
Pero
las buenas intenciones de Snowden tienen un precio que tiene que pagar.
Ciertamente como se dice popularmente, el camino del infierno está empedrado de
buenas intenciones. Cuando filtró el trabajo de PRISM a The Guardian y al Washington Post, Snowden provocaría un
escándalo internacional que le arrastraría a sí mismo. El gobierno de Estados
Unidos actuó enérgicamente exigiendo, primero a China, luego a Rusia su
extradición, para terminar aislado, sin documentación legal en la zona de
tránsito del aeropuerto internacional Moscú-Sheremetievo. En esas condiciones y
luego de renunciar a pedir asilo en Rusia Snowden declaró: “Mientras el público ha expresado apoyo a la
luz que he arrojado sobre este sistema secreto de injusticia, el Gobierno de
los Estados Unidos de América ha respondido con una cacería extrajudicial que
me ha costado mi familia, mi libertad de movimiento, y mi derecho a una vida
pacífica, sin miedo a una agresión ilegal”.
Sobre
este aspecto el canciller ruso Serguei Lavrov expresó: “(Snowden) No ha violado la ley rusa, no ha cruzado la
frontera, está en la zona de tránsito del aeropuerto y puede volar a donde
quiera. Como dijo el presidente Vladimir Putin, Edward Snowden es un hombre
libre. No tenemos nada que reprocharle desde el punto de vista jurídico”.
Respondiendo
a un rumor de que Estados Unidos podría interceptar vuelos comerciales, Barack
Obama declaró desde Dakar donde se encontraba como parte de una gira por varios
países africanos: “No voy a alborotar los vuelos para capturar a un pirata
informático de 29 años”
Los
enemigos encubiertos o declarados de Estados Unidos se han afilado los dientes
con el affaire Snowden. Ya Wikileaks se erigió en su protector y consejero como
lo ha estado dejando en claro y como lo ha confirmado el jurista español Baltasar
Garzón: “El equipo de Wikileaks y yo
estamos interesados en preservar sus derechos y protegerle como persona. Lo que
se le ha hecho al ex analista de la CIA y a Julian Assange ─ por realizar o
facilitar revelaciones de interés público ─ es un asalto al pueblo”.
Sobre
esto, Lonnie (Lon) Snowden, padre del ex analista, ha expresado la preocupación
de que el grupo de Wikileaks pudiera aprovechar la oportunidad sin tener en
mente los mejores intereses de Snowden. En carta abierta que publicaran
Snowden, padre y su abogado Bruce Fein le expresan a Snowden que aquello que “has hecho y lo que estás haciendo ha
despertado la supervisión del Congreso sobre la comunidad de inteligencia del
profundo sopor en el que estaba”, diciéndole además: “Eres un Paul Revere moderno: haciendo un llamado al pueblo
estadounidense para que confronte el creciente peligro de la tiranía y de una
rama del gobierno”. Y a través de una entrevista que le concediera a la
cadena Fox, Lon le pidió a su hijo que regresara y le transmitió: “Espero, rezo y pido que no reveles secretos
que puedan constituir traición”.
Esta
preocupación del padre de Edward Snowden es la disyuntiva a la que este se
enfrenta. Si se deja llevar por sus frustraciones y destapa secretos de
carácter delicado para la inteligencia
de Estados Unidos, todo su esfuerzo se habrá perdido. Hay un límite
entre lo que constituye una legítima indignación por lo que se considera
incorrecto y la colaboración con los enemigos. Y el padre le dice al hijo
advirtiéndole: “Creo que estás bajo una
gran cantidad de estrés en función de lo que he leído recientemente y te pido
que no sucumbas a esa presión y tomes una decisión equivocada”.
Ed
Snowden ha solicitado asilo a numerosos países y solo ha obtenido el rechazo
tajante o promesas ambiguas. Francia, Italia, Alemania, Brasil, Noruega, India,
Polonia, Islandia, Austria, Finlandia, Holanda y España han negado concederle
asilo. Ecuador que en principio parecía concederle asilo político dio un cambio
cuando Rafael Correa consideró que Snowden era responsabilidad de Rusia y que
antes de considerar su petición de asilo debía primero llegar a territorio
ecuatoriano. Para Correa, Snowden “es una
persona muy complicada. Estrictamente hablando ─ dijo ─, el señor Snowden espió por algún tiempo”.
La
inteligencia cubana guarda silencio pero espera el momento de encontrarse con
Snowden e intentar arrancarle informaciones comprometedoras para la seguridad
nacional de Estados Unidos. Nicolás Maduro ya le ofreció asilo seguro: “Como jefe de Estado y de gobierno de la
República Bolivariana de Venezuela ─ dijo Maduro ─ he decidido ofrecerle asilo humanitario al joven estadounidense Edward
Snowden para que en la patria de Bolívar
y Chávez puede venir a vivir (sin la)...persecución imperial norteamericana”.
Si Snowden decide viajar a la Venezuela chavista, cometerá el peor error de su
vida; entonces no tendrá el apoyo moral de todos los que creen en los derechos
y libertades de los seres humanos. La Seguridad del Estado cubana le presionará
y empleará todos sus métodos de convencimiento para arrancarle secretos de
estado que entonces sí le convertirían en un traidor.
Edward
Snowden tomó una decisión de suma gravedad que comporta consecuencias. Parecía
que en sus denuncias vibraba el espíritu de Thoreau y de su Desobediencia
Civil. Pero para actuar con la misma valentía que asumiera Thoreau, Snowden no
debe huir. Debe regresar a los Estados Unidos y enfrentar su destino; si cree
como el autor de Desobediencia Civil consideraba que “bajo un gobierno que encarcele a alguien injustamente, el sitio
adecuado para una persona justa es también la cárcel”, Snowden debe
enfrentar a la justicia de su país, demostrando su valentía cívica; quizá en
ese momento su figura se eleve sobre la mediocridad general y reciba un apoyo como
jamás hubiera pensado que recibiría por parte de sus connacionales. Huir no es
la solución, refugiarse bajo la protección de gobiernos de carácter
antidemocrático significaría la negación de su propia negación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario