martes, 9 de julio de 2013

Camino del Infierno


Snowden no debe huir. Debe regresar a los Estados Unidos y enfrentar su destino; si cree como el autor de Desobediencia Civil consideraba que “bajo un gobierno que encarcele a alguien injustamente, el sitio adecuado para una persona justa es también la cárcel”, Snowden debe enfrentar a la justicia de su país, demostrando su valentía cívica; quizá en ese momento su figura se eleve sobre la mediocridad general y reciba un apoyo como jamás hubiera pensado que recibiría por parte de sus connacionales. Huir no es la solución, refugiarse bajo la protección de gobiernos de carácter antidemocrático significaría la negación de su propia negación.

Mario J. Viera

Foto BOBBY YIP / REUTERS
 
¿Debe el ciudadano renunciar a su conciencia, siquiera por un momento o en el menor grado a favor del legislador? ¿Entonces por qué posee conciencia el hombre? Pienso que debemos primero ser hombres y luego súbditos. No es deseable cultivar tanto respeto por la ley como por lo correcto. Se ha dicho con bastante verdad que una corporación no tiene conciencia, pero una corporación de hombres conscientes es una corporación con conciencia. La ley jamás hizo a los hombres ni un ápice más justos; además, gracias a su respeto por ella hasta los más generosos son convertidos día a día en agentes de injusticia.

Henry David Thoreau. “Desobediencia Civil”

 

Fue aquella noche. Desde el balcón norte del Palacio Presidencial, Fidel Castro pronunciaba uno de sus furibundos discursos; se dice que cerca de un millón de ciudadanos estaban presentes escuchando las palabras del que era Primer Ministro del Gobierno Revolucionario. Era la noche del 28 de septiembre de 1960. De manera muy oportuna se escucharon varias explosiones de petardos ─ quizá estratégicamente colocados y hechos estallar por miembros del G2 ─ que le permitieron a Fidel Castro “concebir” la brillante idea: “Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva. Están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo”. Ese fue el inicio de la vigilancia de todos hacia todos por medio de los llamados Comités de Defensa de la Revolución, un sistema de espionaje colectivo, la personificación de la pesadilla orwelliana del Gran Hermano.

Fue desde ese momento que la incipiente dictadura castrista se hizo tiranía. El pretexto: defender a la revolución de sus enemigos, la defensa de la soberanía nacional de las amenazas externas. El objetivo real: controlar a todo el pueblo, someter a todos bajo el control de la pupila vigilante de la tiranía. Nadie podría en adelante sentirse seguro, ni siquiera en lo profundo de su intimidad.

Pero el castrismo no quedó conforme con la vigilancia colectiva, había además que tener control de las llamadas telefónicas y del correo personal y así fue y así ha sido y continúa siendo.

Bajo secreto este accionar ha sido puesto en práctica por el gobierno de los Castro sin atender a consideraciones legales. El artículo 32 de la Constitución de 1940 establecía: “Es inviolable el secreto de la correspondencia y demás documentos privados, y ni aquélla ni éstos podrán ser ocupados ni examinados sino a virtud de auto fundado de juez competente y por los funcionarios o agentes oficiales. En todo caso, se guardará secreto respecto de los extremos ajenos al asunto que motivare la ocupación o examen. En los mismos términos se declara inviolable el secreto de la comunicación telegráfica, telefónica y cablegráfica”.

La Constitución Socialista de 1976 estableció en su artículo 56: “(1) La correspondencia es inviolable. Sólo puede ser ocupada, abierta y examinada en los casos previstos por la ley. Se guardará secreto en los asuntos ajenos al hecho que motivare el examen. (2) El mismo principio se observará con respecto a las comunicaciones cablegráficas, telegráficas y telefónicas.

La inviolabilidad de la correspondencia y de las comunicaciones cablegráficas, telegráficas y telefónicas de acuerdo con esta última Constitución ─ y por la reforma de 1992 en el artículo 57 ─  no está amparada por mandato judicial y pueden ser controladas bajo el impreciso presupuesto de “casos previstos por la ley” y decidido no por un juez independiente, sino por un oficial policiaco denominado Oficial de Instrucción. Bajo este criterio “constitucional” en Cuba, el gobierno ejerce una verdadera labor de espionaje sobre sus ciudadanos característico y propio de cualquier tiranía. “El Hermano Mayor te vigila”.

La inviolabilidad del secreto de la correspondencia y por extensión las de correos electrónicos y telefonía se encuentra asegurada en casi todos los ordenamientos constitucionales con excepción de Estados Unidos donde no existe una enmienda específica para la privacidad de la correspondencia que no sea el de la interpretación por extensión de la Cuarta Enmienda que establece: “El derecho de los habitantes de que sus personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias, será inviolable, y no se expedirán al efecto mandamientos que no se apoyen en un motivo verosímil, estén corroborados mediante juramento o protesta y describan con particularidad el lugar que deba ser registrado y las personas o cosas que han de ser detenidas o embargadas”.

Esta ausencia legal ha permitido que la Ley Patriota (Patriot Act) de 24 de octubre de 2001 no haya podido ser declarada inconstitucional aunque autoriza la intervención de las comunicaciones telefónicas y por correo electrónico de los ciudadanos sin autorización judicial previa o, como ha quedado evidente recientemente, por la autorización de un tribunal secreto denominado “Tribunal FISA” establecido por la Ley de vigilancia de la inteligencia extranjera (Foreign Intelligence Surveillance Act) de 1978.

En opinión de Borja M. en Mens Iuris, la Ley Patriota “viola flagrantemente la propiedad privada y la intimidad personal, ambos derechos se destruyen en muchos casos sin necesidad de autorización judicial, tan solo gubernativa. Es por ello que haciendo un ejercicio al estilo americano, podemos acogernos a la cuarta enmienda, que por sí sola, desvirtúa la presente ley, pero que desgraciadamente la Supreme Court de USA no lo considera así, pues antepone la seguridad nacional a los derechos individuales, socavándolos una vez más”.

Aunque la Ley Patriota tiene en la mira como objetivos todos los actos sospechosos de actividades terroristas o de lavado de dinero y se centra en la defensa de la seguridad nacional y del pueblo de los Estados Unidos habría que preguntarse hasta donde puede llegar  los servicios de inteligencia en el rastreo de “evidencias” y cuáles son los límites que se les pueda imponer teniendo como fundamento la inviolabilidad de la privacidad de los ciudadanos. ¿Existe la suficiente transparencia para asegurar que las indagaciones se limiten solo a monitorear las actividades de extranjeros que pudieran ser sospechosos o, sin límites legales, llegar hasta la vigilancia de todos como sospechosos y de abrir expedientes en contra de cualquier opinión disidente en evidente violación de los corolarios de la Cuarta Enmienda y de la Primera Enmienda?

Durante el gobierno de George W. Bush, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) creada bajo la administración de Harry S. Truman adquirió mayores poderes de inteligencia y sin un estrecho control de sus actividades por parte del Congreso. Estos poderes continúan sin limitaciones durante la actual administración de Barack Obama. Uno de los pilares de la NSA es el programa top secret denominado PRISM que opera desde el 2007. PRISM tiene capacidad para monitorear correos electrónicos, vídeos, chat de voz, fotos, direcciones IP, notificaciones de inicio de sesión, transferencia de archivos o detalles sobre perfiles en redes sociales, como ha sido puesto en evidencia por las últimas filtraciones.

En abril de 2012, William Binney, ex director técnico de la NSA en entrevista con Democracy Now reveló que la NSA había recopilado más de 20 billones de mensajes, llamadas telefónicas y otros, agregando que la Ley Patriota le daba licencia a la agencia “para guardar todos los datos, lo que ─ en su opinión ─ es sumamente peligroso, porque si los tienes ─ aseguró ─ y los conviertes en unos formularios o gráficos y después los analizas, puedes acumular conocimientos acerca de todo el mundo del país”. Posteriormente, en julio de ese año, Binney que toda la recopilación de datos por la NSA “comenzó en febrero de 2001 cuando se empezaron a solicitar datos a las empresas de telecomunicaciones”,  lo que en su opinión significaba “que el verdadero plan era espiar a los estadounidenses desde el principio”. De acuerdo con el ex funcionario de la Agencia de Seguridad Nacional, esta tiene la capacidad ─ y la ejecuta ─ de recabar sin control judicial datos de redes sociales, de correos electrónicos y registros de llamadas telefónicas tanto fuera como dentro de Estados Unidos, como ha sido recogido por diferentes medios.

El 31 de octubre de 2001 Binney renunció a la agencia porque según dijo, la NSA “empezó a espiar a todo el mundo en el país”. Sus denuncias lo convirtieron en objeto de investigación por parte del FBI y en el 2007 se hizo una redada en su residencia. No obstante el pasado año recibió el Premio al Coraje Cívico Joe A. Callaway.

Cuando en 1786 los padres fundadores de la nación americana se reunieron para elaborar una Constitución Federal, tenían en cuenta evitar que el Gobierno se hiciera tan poderosos que pusiera en peligro los derechos de los ciudadanos o que les restringiera. Esto lo expresó claramente Thomas Jefferson cuando dijo: “Los dos enemigos del pueblo son los criminales y el Gobierno, así que permítanos restringir al segundo con las cadenas de la Constitución así el segundo no se convertirá en la versión legalizada del primero”. El pueblo ─ We the People ─ no debe dejar en manos del Gobierno la decisión sobre el ejercicio de sus derechos. El pueblo debe ser escrutador implacable del desempeño de sus gobernantes y sujetarle sus impulsos naturales de poder con el dogal de la Constitución y la Declaración de Derechos. Nada puede ser de tanta prioridad para que se permita la limitación de los derechos ni para omitir la transparencia gubernamental. El pueblo tiene derecho a ser debidamente informado y a ser escuchado.

Lo que inició William Binney lo ha continuado y ampliado el subcontratista de la NSA Edward Snowden.

Snowden un apasionado de la libertad en internet decidió filtrar a los periódicos The Guardian y el  Washington Post los programas secretos de la Agencia Nacional de Seguridad que ejercen un monitoreo de las llamadas telefónicas en Estados Unidos y a acceder a los servidores de Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, PalTalk, AOL, Skype, YouTube y Apple buscando conexiones con el terrorismo internacional a través del Programa PRISM, así como la exigencia que el gobierno de Estados Unidos le hiciera a Verizon para que entregara a la NSA los registros de llamadas telefónicas de sus clientes.

Por sus revelaciones de un asunto considerado de máximo secreto, Snowden ha sido catalogado desde ser un tonto útil hasta de ser un criminal y todavía más grave de traición. Para el comentarista del New York Times, David Brooks, Snowden “traicionó la Constitución. Los fundadores no crearon a los Estados Unidos para que un solitario de 29 años de edad pudiera hacer decisiones unilaterales  sobre qué debiera exponerse”. Sin embargo, de acuerdo con el Washington Post, el motivo que condujo a Snowden a hacer las filtraciones era poner al descubierto “el estado de vigilancia” que impera en el gobierno de Estados Unidos. Snowden declaró entonces que no podía “en conciencia, permitir al gobierno de EEUU destruir la privacidad, la libertad en internet y las libertades básicas de la gente de todo el mundo con esta gigantesca máquina de vigilancia que están construyendo en secreto”, y declaró: “Quiero que el centro de atención sea sobre los documentos y el debate que espero que genere entre los ciudadanos de todo el globo sobre el tipo de mundo en el que quieren vivir. Mi única motivación es informar al público de lo que han hecho en su nombre y lo que se hace en su contra (…) No quiero vivir en una sociedad que hace este tipo de cosas (…) No quiero vivir en un mundo donde se registra todo lo que hago y digo. Es algo que no estoy dispuesto a apoyar o admitir”.

Snowden faltó con sus declaraciones a la fidelidad que debía a su gobierno, esto es cierto, pero, en conciencia ¿A quién debemos fidelidad, al Gobierno o al Pueblo-Nación? Edward Snowden no cometió traición contra su nación y así lo creen muchos americanos. Amy Davidson del New Yorker consideró que él “es la razón por la que, durante la última semana, ha existido en nuestro país una conversación sobre la privacidad y los límites de la vigilancia doméstica. Ya era hora de ello; una esperaría que hubiera surgido a partir de un autoexamen por parte de la administración de Obama o por una verdadera supervisión del Congreso” y añadió: “Ambos fallaron y vino en la manera en que Snowden entregó los documentos clasificado ─ muchos de ellos ─ a los periodistas” (Amy Davidson. 9 de junio de 2013: “Edward Snowden, The N.S.A. Leaker, Comes Forward”).

Snowden violó la ley, cuando reveló lo protegido por la Ley Patriota. Una verdad es evidente; más que acatar a las leyes el hombre de honor debe acatar a su conciencia y esta idea no es extraña al ideario americano. Henry David Thoreau en Desobediencia Civil, lo expuso claramente: “Existen leyes injustas: ¿debemos conformarnos con obedecerlas o, debemos tratar de enmendarlas y acatarlas hasta que hayamos triunfado o, debemos transgredirlas de inmediato?” Está en el espíritu de los fundadores de la Nación. Jefferson lo dijo: “Un poco de rebelión de vez en cuando es buena cosa”.

Snowden no es un espía al servicio de una potencia extranjera. Primero, no se ocultó en el anonimato: “No tengo intención de esconder quién soy porque sé que no he hecho nada malo. No hice nada malo. Soy un convencido de que deben ser los ciudadanos los que decidan sobre el poder que le otorgan al Estado y no un burócrata de turno.”, le aseguró a The Guardian. Segundo, entregó la información a la prensa y, como el mismo dijera: “Cualquiera en mi situación podría haber cogido todos estos secretos y venderlos en el mercado a Rusia. El mayor miedo que tengo respecto al resultado es que nada va a cambiar. Estados Unidos está aumentando su poder para controlar a la sociedad. En unos años, va a ser peor (...). Se convertirá en una tiranía”.

Muchos en Estados Unidos ven a Snowden como un “héroe nacional”. Así lo describió una petición a favor del ex analista del NSA apoyada por más de 100 mil firmas, dirigidas a la página de la Casa Blanca “We the People”. La petición se plateó en estos términos: “Edward Snowden es un héroe nacional y debería recibir inmediatamente un perdón completo y absoluto de cualquier crimen que haya cometido o pueda haber cometido relacionado con la liberación de información relacionada a los programas de vigilancia de la NSA”. El apoyo recibido a esta petición hizo que Obama se refiriera al caso diciendo: “Uno no puede tener un 100% de seguridad y un 100% de vida privada sin tener ciertos inconvenientes”. Más que una respuesta la del Presidente fue una excusa desafortunada, pues Benjamín Franklin le hubiera respondido diciendo: “Aquellos que pueden dejar la libertad esencial por obtener un poco de seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad”.

No obstante esa cuota de carencia de privacidad que se intenta justificar por el expediente de contrarrestar las acciones terroristas no tiene sentido en la práctica. Así lo expresó la ministra de Justicia alemana, Leutheusser-Schnarrenberger: “Cuanto más grande sea el pajar, más difícil será encontrar la aguja escondida”. El acceso a Facebook, YouTube y otras páginas sociales no impidió el ataque terrorista de los hermanos Tsarnaev en la Maratón de Boston. Según la CNN, aunque las autoridades rusas transmitieron a los órganos de seguridad de los Estados Unidos “su preocupación respecto a que Tsarnaev se estaba volviendo cada vez más radical”, el FBI “no encontró evidencia de actividad extremista y cerró el caso, aunque lo nombres de los dos hermanos Tsarnaev y de su madre fueron colocados en una base de terroristas”.

El gobierno es conductor, es administrador de los bienes públicos, no es el árbitro supremo para decidir qué le conviene o no a la ciudadanía. Los ciudadanos que quieren conservar la libertad no pueden acatar cualquier decisión gubernamental, “un poco de rebelión de vez en cuando es buena cosa  apuntó Jefferson y aún más: “El espíritu de resistencia al gobierno es tan valioso en ciertas ocasiones que deseo que siempre sea mantenido con vida”. Cuando Edward Snowden filtró la existencia de un mega ciberespionaje, actuó dentro de un legítimo espíritu americano, aplicando la noción jeffersoniana de rebelión.

El Defensor del Pueblo en Rusia,  Mijaíl Fedótov, en apoyo de asilo político a Snowden declaró que “un hombre que saca a la luz pública secretos que ocultan los servicios de inteligencia, cuando estos secretos representan una amenaza para la sociedad, para millones de personas y hablamos de la vigilancia total en internet merece realmente el asilo político”; y la historiadora y activista de los derechos humanos que enfrentó al régimen soviético, Lyudmila Alexéyeva, dijo al respecto: “Si a (Gerard) Depardieu le dieron la ciudadanía para que eludiera pagar impuestos, también se le puede conceder a Snowden”. El actor Gerard Depardieu en el 2012 se exilió en Rusia como protesta por los altos impuestos que debía pagar en Francia, su país de origen, recibiendo la ciudadanía rusa por concesión de Vladimir Putin. Depardieu había ejercido la desobediencia civil en escala muy inferior a la desobediencia civil que, al estilo de Thoreau ha practicado Snowden.

En contrario de estas opiniones, Mario Vargas Llosa, hablando en la  VI edición del Foro Atlántico de la Fundación Internacional para la Libertad, dijo: “Ni el señor Snowden ni el señor Julian Assange representan la auténtica libertad de expresión. Son instrumentos voluntarios o involuntarios de fuerzas profundamente antidemocráticas". Agregó: "La conclusión sería tener clara dónde está la línea fronteriza, la demarcación entre lo que es genuina libertad de expresión, derecho de crítica y lo que es un visión distorsionada, sesgada de estas categorías fundamentales de la cultura democrática”.

Mario Vargas Llosa iguala a Assange con Snowden partiendo de un error de apreciación. Snowden, a diferencia de Assange no puso en peligro la vida de nadie con sus filtraciones. Assange divulgó 77 mil documentos de secretos militares y 400 mil informes militares de Irak entre 2004 y 2009. Assange actúa a favor de los regímenes autoritarios y populistas de América Latina con la intención clara de denigrar a los Estados Unidos. Assange se mantuvo en el anonimato mientras pudo y ha lucrado con su actividad como hacker. Assange fue juzgado por 24 cargos en su contra por delitos informáticos de los que se declaró culpable, siendo liberado por buena conducta y obligado a pagar una multa de dos mil 100 dólares australianos.

Edward Snowden, a diferencia de Assange, no intenta denigrar a los Estados Unidos, él buscaba crear un estado de opinión dentro de la sociedad americana en torno a un tema que consideraba ilegítimo y violador de la Declaración de Derechos de la Constitución de Estados Unidos.

Pero las buenas intenciones de Snowden tienen un precio que tiene que pagar. Ciertamente como se dice popularmente, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Cuando filtró el trabajo de PRISM a The Guardian y al  Washington Post, Snowden provocaría un escándalo internacional que le arrastraría a sí mismo. El gobierno de Estados Unidos actuó enérgicamente exigiendo, primero a China, luego a Rusia su extradición, para terminar aislado, sin documentación legal en la zona de tránsito del aeropuerto internacional Moscú-Sheremetievo. En esas condiciones y luego de renunciar a pedir asilo en Rusia Snowden declaró: “Mientras el público ha expresado apoyo a la luz que he arrojado sobre este sistema secreto de injusticia, el Gobierno de los Estados Unidos de América ha respondido con una cacería extrajudicial que me ha costado mi familia, mi libertad de movimiento, y mi derecho a una vida pacífica, sin miedo a una agresión ilegal”.

Sobre este aspecto el canciller ruso Serguei Lavrov expresó: “(Snowden) No ha violado la ley rusa, no ha cruzado la frontera, está en la zona de tránsito del aeropuerto y puede volar a donde quiera. Como dijo el presidente Vladimir Putin, Edward Snowden es un hombre libre. No tenemos nada que reprocharle desde el punto de vista jurídico”.

Respondiendo a un rumor de que Estados Unidos podría interceptar vuelos comerciales, Barack Obama declaró desde Dakar donde se encontraba como parte de una gira por varios países africanos: “No voy a alborotar los vuelos para capturar a un pirata informático de 29 años”

Los enemigos encubiertos o declarados de Estados Unidos se han afilado los dientes con el affaire Snowden. Ya Wikileaks se erigió en su protector y consejero como lo ha estado dejando en claro y como lo ha confirmado el jurista español Baltasar Garzón: “El equipo de Wikileaks y yo estamos interesados en preservar sus derechos y protegerle como persona. Lo que se le ha hecho al ex analista de la CIA y a Julian Assange ─ por realizar o facilitar revelaciones de interés público ─ es un asalto al pueblo”.

Sobre esto, Lonnie (Lon) Snowden, padre del ex analista, ha expresado la preocupación de que el grupo de Wikileaks pudiera aprovechar la oportunidad sin tener en mente los mejores intereses de Snowden. En carta abierta que publicaran Snowden, padre y su abogado Bruce Fein le expresan a Snowden que aquello que “has hecho y lo que estás haciendo ha despertado la supervisión del Congreso sobre la comunidad de inteligencia del profundo sopor en el que estaba”, diciéndole además: “Eres un Paul Revere moderno: haciendo un llamado al pueblo estadounidense para que confronte el creciente peligro de la tiranía y de una rama del gobierno”. Y a través de una entrevista que le concediera a la cadena Fox, Lon le pidió a su hijo que regresara y le transmitió: “Espero, rezo y pido que no reveles secretos que puedan constituir traición”.

Esta preocupación del padre de Edward Snowden es la disyuntiva a la que este se enfrenta. Si se deja llevar por sus frustraciones y destapa secretos de carácter delicado para la inteligencia  de Estados Unidos, todo su esfuerzo se habrá perdido. Hay un límite entre lo que constituye una legítima indignación por lo que se considera incorrecto y la colaboración con los enemigos. Y el padre le dice al hijo advirtiéndole: “Creo que estás bajo una gran cantidad de estrés en función de lo que he leído recientemente y te pido que no sucumbas a esa presión y tomes una decisión equivocada”.

Ed Snowden ha solicitado asilo a numerosos países y solo ha obtenido el rechazo tajante o promesas ambiguas. Francia, Italia, Alemania, Brasil, Noruega, India, Polonia, Islandia, Austria, Finlandia, Holanda y España han negado concederle asilo. Ecuador que en principio parecía concederle asilo político dio un cambio cuando Rafael Correa consideró que Snowden era responsabilidad de Rusia y que antes de considerar su petición de asilo debía primero llegar a territorio ecuatoriano. Para Correa, Snowden “es una persona muy complicada. Estrictamente hablando ─ dijo ─, el señor Snowden espió por algún tiempo”.

La inteligencia cubana guarda silencio pero espera el momento de encontrarse con Snowden e intentar arrancarle informaciones comprometedoras para la seguridad nacional de Estados Unidos. Nicolás Maduro ya le ofreció asilo seguro: “Como jefe de Estado y de gobierno de la República Bolivariana de Venezuela ─ dijo Maduro ─ he decidido ofrecerle asilo humanitario al joven estadounidense Edward Snowden para que en la patria de  Bolívar y Chávez puede venir a vivir (sin la)...persecución imperial norteamericana”. Si Snowden decide viajar a la Venezuela chavista, cometerá el peor error de su vida; entonces no tendrá el apoyo moral de todos los que creen en los derechos y libertades de los seres humanos. La Seguridad del Estado cubana le presionará y empleará todos sus métodos de convencimiento para arrancarle secretos de estado que entonces sí le convertirían en un traidor.

Edward Snowden tomó una decisión de suma gravedad que comporta consecuencias. Parecía que en sus denuncias vibraba el espíritu de Thoreau y de su Desobediencia Civil. Pero para actuar con la misma valentía que asumiera Thoreau, Snowden no debe huir. Debe regresar a los Estados Unidos y enfrentar su destino; si cree como el autor de Desobediencia Civil consideraba que “bajo un gobierno que encarcele a alguien injustamente, el sitio adecuado para una persona justa es también la cárcel”, Snowden debe enfrentar a la justicia de su país, demostrando su valentía cívica; quizá en ese momento su figura se eleve sobre la mediocridad general y reciba un apoyo como jamás hubiera pensado que recibiría por parte de sus connacionales. Huir no es la solución, refugiarse bajo la protección de gobiernos de carácter antidemocrático significaría la negación de su propia negación.

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