Leandro Uria. LA NACION. Argentina. 17 de mayo de 2011. Tomado del Boletín digital LA VERDAD DESNUDA.
Violentos choques entre simpatizantes y opositores de Correa, la semana pasada, en Guayaquil. Foto EFE /
QUITO.- Carismático y mediático, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha hecho de la confrontación pública con sus rivales (ya sean opositores, empresarios o periodistas) una de las claves para concentrar el poder en este país cada vez más polarizado.
Lo anterior no sería tan llamativo en América latina -un continente acostumbrado a la tensión entre el gobierno y los medios de prensa, sobre todo en Venezuela, la Argentina y Bolivia- si no fuera porque la versión ecuatoriana supone sanciones concretas, durísimas e inmediatas contra los que cuestionan públicamente al mandatario y a sus ministros, ya sea juicios millonarios, agresiones físicas, difamaciones y, en algunos casos, hasta la prisión. En otras palabras, no se puede criticar públicamente al presidente y a sus allegados sin esperar algún tipo de represalia.
Tal es así que no habría estado tan equivocada la encuesta en boca de urna que le daba a Correa un triunfo por 20 puntos en el referéndum del 7 del actual, que finalmente estuvo muy lejos de concretarse. Según varias interpretaciones, lo que realmente ocurrió es que muchos ecuatorianos dijeron que habían votado a favor del gobierno, por temor a expresar públicamente que, en realidad, fue en contra de Correa.
"Ecuador es el país donde más se deteriora la libertad de expresión en América latina. Tenemos una política de Estado sistemática para castigar las críticas y la posibilidad de expresar algún tipo de opinión negativa sobre un funcionario público", dijo a LA NACION César Ricaurte, director ejecutivo de la Fundación Andina para la Observación y Estudio de Medios (Fundamedios).
Esto lo sabe el diario El Universo, al que Correa demandó por 80 millones por supuestas injurias. También los periodistas Christian Zurita y Juan Carlos Calderón, demandados por diez millones de dólares por el presidente después que revelaron en un libro los contratos de su polémico hermano Fabricio con el Estado.
Lo conoce, además, la ex embajadora norteamericana Heather Hodges , expulsada de este país hace unos días por haber afirmado, según un cable filtrado por WikiLeaks, que Correa nombró a un jefe de policía a sabiendas de que era corrupto.
También el político opositor César Montúfar, agredido por presentarse "para debatir" con el mandatario en un acto oficialista. E incluso el atleta olímpico ecuatoriano, y único medallista de oro del país, Jefferson Pérez, a quien se acusó falsamente de tener un empleado en negro, después de que recomendara la abstención en el referéndum del sábado 7 del actual a todos aquellos que no entendían qué se estaba votando.
La lista no termina aquí: otro damnificado fue el policía César Carrión , destituido, encarcelado y acusado de intento de magnicidio, tras declarar que el presidente no estuvo secuestrado en el hospital policial en el que se lo atendió con principio de asfixia, durante el intento de golpe de septiembre pasado.
También lo sufrieron los indígenas que quisieron entregar un petitorio con sus reivindicaciones a Evo Morales en una cumbre del ALBA celebrada en este país: fueron encausados por sabotaje y terrorismo, luego de que la policía les impidiera el paso al predio en el que se desarrollaba la reunión. Y, entre otros, Luis Corral, Marco Luis Sovenís e Irma Parra, simples ciudadanos, agredidos por allegados al presidente, o incluso detenidos brevemente, tras increpar al mandatario en un acto público.
Hasta el momento, Fundamedios ha contabilizado 352 agresiones a periodistas en los cuatro años de gobierno de Correa y decenas a ciudadanos comunes por expresar públicamente opiniones contrarias al gobierno.
Pero la situación amenaza (si cabe) con complicarse aún más, con las reformas aprobadas en el referéndum del sábado pasado. "El presidente gana un plebiscito para poner a los jueces. Entonces, tenemos que pensar que la cuestión se nos va a complicar y que no vamos a tener la garantía de un juicio independiente", dijo a LA NACION el periodista Calderón, para quien la intención del presidente es "liquidarlo" civilmente.
La obsesión del presidente con lo que es verdadero -algo que, según se desprende de sus afirmaciones, siempre sería incontrastable, objetivo e independiente de puntos de vista e ideologías- ha llevado a que él mismo se ofreciera a ser sometido a un detector de mentiras para confirmar, en el marco del juicio que se le siguió a Carrión (que acaba de ser liberado por falta de evidencias), su versión de que lo que sufrió el 30 de septiembre pasado fue un intento de golpe de Estado, hace tiempo aceptada por la Unasur y la OEA.
¿Por qué es tan susceptible? ¿No tiene acaso el gobierno 18 medios en Ecuador, alimentados por una maquinaria publicitaria en la que se invierten cientos de millones de dólares? Ocurre que, a diferencia de sus aliados, el presidente venezolano, Hugo Chávez, y el boliviano, Evo Morales, "Correa es en realidad un recién llegado a la izquierda. Entonces gran parte de su legitimidad se basa en su credibilidad. Si la pierde, pierde su capital político", dijo Ricaurte.
Esto explicaría entonces por qué intenta alimentarse constantemente de la controversia para imponer sus posturas, pese a que, a la luz de los resultados del sábado 7 de mayo, cada vez más ecuatorianos quieren ponerle un freno.
Palabras de Presentación de Emilio Palacio a la verdad desnuda
Hola, soy periodista y corro peligro. El Presidente de mi país, Ecuador, me quiere enviar a la cárcel y a la bancarrota por un artículo que publiqué el 6 de febrero del 2011. Esta página, que todavía está en construcción, tendrá como objetivo mantenerlos informados del juicio. Cordialmente.
Emilio Palacio
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