Adolfo Pablo Borrazá
Centro Habana, La Habana, 5 de mayo de 2011 (PD) Desde pequeño, siempre oí decir a muchas personas que el sistema comunista de Cuba no era tan malo, que para mejorarlo, sólo hacía falta un poco más de comida, ropa y ron.
Parece que sólo eran opiniones de comilones muertos de hambre, presumidos y borrachos, que creyeron que todos los cubanos éramos como ellos. Al cabo de los años, ante la crítica situación por la que atraviesa el país, aquel argumento no tiene ni un centímetro de veracidad para mí.
Con la aprobación del trabajo por cuenta propia, muchos son mis coterráneos que han abierto cafeterías, restaurantes y kioscos donde venden ropa, calzados y demás. Lo que tanto habían predicho nuestros mayores para mejorar el sistema, ¿estará a punto de cumplirse?
La isla entera está sumergida en el negocio por cuenta propia. En una cuadra se puede hallar hasta tres cafeterías. Lo mismo ocurre con las personas que comercializan ropas. Y para remate y darle un aire de felicidad a las "nuevas buenas", también cada 10 metros hay estanquillo que vende CDs de música.
Comida, ropa, ron y mujeres hay por doquier. Si es cierto lo que decían aquellos "expertos", entonces el sistema empezó a funcionar. No puede haber hambre porque un pan con croqueta lo tenemos cada dos centímetros. En materia de ropa, nos vestimos con los jeans del momento y nos calzamos con Adidas y Nike. Hay mujeres que visten como para la pasarela y por 5 ó 10 cuc te las llevas a la cama.
Si todo es dicha y felicidad, ¿por qué ha aumentado el número de suicidios? ¿Por qué están tan llenas las cárceles? ¿Por qué tantos creen que la mejor solución es irse del país? ¿A qué se debe tanta degradación moral? ¿Acaso con comida, ropa y ron, no estaríamos mejor?
Lo cierto es que a pesar de que los gobernantes quieran dar una imagen de apertura, para nada es así. Mientras se amarren las libertades sociales y políticas, aunque suelten un poco las económicas, no habrá desarrollo. Está más que demostrado que las tres deben ir siempre juntas, no por separado.
¿De qué vale permitir una actividad comercial cuando siempre exigen reglas arbitrarias? Con la nueva actividad privada se pensó que todo comenzaría a andar. Falso, si bien es cierto que son muchas las licencias que se han solicitado a lo largo del país, tampoco es mentira que son numerosas las que se devuelven diariamente.
Me dan pena aquellos que pensaron que con algo más de "jama" y ropas de marca, andaríamos a la par de "los yumas", que tanto hemos admirado y envidiado en silencio. Con este gobierno, por mucho que digan, no hay magia. Siempre estamos igual. O peor.
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