Pedro Luis Boitel Abraham (Jovellanos, Matanzas, 13 de mayo de 1931 – 24 de mayo de 1972) nació en una humilde familia originaria de Picardía (Francia) y estudió Ingeniería Eléctrica en la Universidad de la Habana.
Cuando cursaba su segundo año de bachillerato en el Instituto del Vedado, queda huérfano de padre y debido a la mala situación económica por la que atraviesa su familia se interna como becado en el Centro Politécnico de Ceiba de Agua para estudiar radiotécnica, continuando su Bachillerato por cuenta propia, logrando altas calificaciones. Al terminar es contratado por la empresa C.M.Q. donde demuestra su capacidad e inteligencia y comienza a proyectarse como líder.
Cuando se crea el movimiento 26 de julio es designado responsable nacional de la planta de radio del mismo. Ya por esa época es detectado por los cuerpos represivos y detenido por ellos en La Quinta Estación de Policía. Al ser fichado como un líder revolucionario es nuevamente detenido en 1957, tras salir de la cárcel mediante un recurso de Habeas Corpus decide tomar el camino del clandestinaje.
Perseguido tras la huelga de Abril del 58, se le ordena asilarse. Lo hace en la embajada de Venezuela y sale para ese país en calidad de exiliado político, donde es contratado inmediatamente por la emisora de Radio Caracas Televisión, esto ocurre el 2 de mayo del 58. En Venezuela continúa su lucha contra el gobierno de Batista, monta entonces una planta clandestina y colaborando con Rómulo Betancourt para derrocar al gobierno militar de Marcos Pérez Jiménez La directiva del Partido Acción Democrática de Venezuela lo llama en noviembre de ese propio año para combatir a los comunistas y sus acciones desestabilizadoras, con vista a las elecciones de diciembre.
Después del triunfo de la insurrección cubana, Boitel retornó a Cuba. Cuando se tiene conocimiento del derrocamiento y huida de Batista, el propio presidente Rómulo Betancourt pone un avión a disposición de Pedro para su traslado a la patria. Ya en Cuba reanuda sus estudios en la Universidad de la Habana. En 1959, Boitel se postuló para la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en la Universidad de la Habana, siendo apoyado por el Movimiento 26 de Julio. Ya entonces Boitel comienza a percibir la traición de Castro.
Fidel Castro lo manda a buscar y en presencia de otros miembros del gobierno le ofrece el Ministerio de Comunicaciones, diciéndole que remplazaría al entonces titular Enrique Oltusky. El objetivo perseguido por Castro era que Boitel renunciara a la presidencia de la FEU. Boitel rechaza el nombramiento y se presenta a las elecciones estudiantiles.
La CMQ, el mismo día de las elecciones, en un flash informativo, da a conocer el triunfo de Pedro Luis en tres de la más importantes facultades de la universidad, lo cual daba por descontado el triunfo de este en la elecciones presidenciales frente a su oponente Rolando Cubelas, un personaje que podía ser manejado por Castro.
Castro intervino personalmente en las elecciones estudiantiles en la Universidad de la Habana. Fidel y Raúl Castro se enfrentan a Pedro Luis en la Plaza Cadenas e impiden su triunfo, de una forma total y sin precedentes.
“Corría el año 1959 y estando una mañana en la Universidad de la Habana, junto a mi hermano, veo que se acercó a Pedro Luis un joven con el miedo reflejado en el rostro. Pedro le preguntó: ¿qué te pasa?, el otro le contestó: "Boitel, un grupo de estudiantes católicos me persiguen para golpearme," Pedro le contestó, "no tengas miedo" y lo protegió y lo sacó de la Universidad”, relató un compañero de estudios de Boitel. Han pasado los años, aquel joven es, hoy en día, el Sr. Ricardo Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Como cristiano, Boitel se empezó a decepcionar de los eventos políticos en Cuba y formó una organización clandestina, El Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) asumiendo la representación estudiantil de dicho movimiento. En 1961 Boitel fue detenido y acusado de conspiración contra el Estado, y fue sentenciado sumariamente a pasar diez años en la cárcel.
Ya en la cárcel, cargos adicionales extendieron la sentencia. La prensa captó en un juicio como fue conducido, esposado y expulsando sangre que evidenciaban una golpiza en una sesión judicial que duró más de 8 horas un 26 de diciembre del 70. El primero de enero del 1971 fue remitido al Hospital Militar en las celdas para presos sin conocimiento, sin derecho a ser visitado por sus familiares, después de varios días fue remitido al Castillo del Príncipe donde se mantuvo en una posición digna en contra del gobierno .
Jorge Daubar relata el intento de fuga de Boitel:
“Al regreso de una visita Carmen Jiménez, cuyas relaciones con Pedro no se habían deteriorado aún, nos trajo el mensaje de que él necesitaba para la fuga cuatro camisas de miliciano, cuatro paquetes de colorante verde oliva y cuatro seguetas de calidad para cortar los barrotes de una de las ventanas de la circular. Todo aquello debíamos introducirlo dentro de un colchón.
“Boby y yo hicimos las compras porque Armandito trabajaba y nosotros no. Ya con todo comprado nos reunimos en la biblioteca de mi casa, y ante el colchón extendido en el piso le pregunté a Carmen: ¿Por dónde cortan los colchones en la requisa? Ella señaló las platabandas y ambas superficies. Yo miré a mi padre y le dije: Hay que ponerlo en el chorizo. El era tapicero y, por similitud, al borde de los colchones y los muebles ellos les llaman así. Todo el trabajo lo hizo él, Pedro Celestino Alvarez Pariente, y quedó impecable, al extremo que en el presidio tuvieron que desguasar el colchón para encontrar el pedido.
“Boby y yo depositamos el colchón en la oficina de Aerovías Q del Paseo del Prado y quedamos todos a la espera. Semanas más tarde supimos que la nave que debía haberlos recogido en la costa de Isla de Pinos nunca llegó y los cuatro prófugos fueron encerrados en celdas de castigo”.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos encontró que el gobierno cubano había violado el artículo I de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en su tratamiento al prisionero. Boitel pidió autorización para abandonar Cuba pero su requerimiento fue negado.
“Un día ─recuerda Jorge Daubar ─, los guardias confiscaron todas las pertenencias de Pedro, le cancelaron el derecho de visita semanal y lo devolvieron a un pabellón del Castillo del Príncipe. Su reacción fue obvia: Apeló de nuevo a la huelga de hambre. Uno de sus compañeros, Osvaldo Figueroa, maqueca, escribió un diario de aquellos 53 días angustiosos en que se fue consumiendo poco a poco hasta que extinguió su vida. Es un relato minucioso y estremecedor, escrito con la pasión de quien ve morir a un amigo.
Boitel durante su huelga de hambre le expresó a Figueroa: “¿Tú crees que estas son condiciones de vida…? y durante ese tiempo los derechos que me han dado son golpes, bayonetazos, torturas, hambre y sufrimientos… es preferible morir… que vivir en estas condiciones,… es preferible morir libre, que vivir como esclavo de un tirano…”
El 3 de abril, de 1972, Boitel se declaró en huelga de hambre. Después de 53 días en huelga de hambre sin recibir asistencia médica y solamente con líquidos, murió el 25 de mayo de 1972. Sus últimos días fueron relatados por su amigo cercano, el poeta Armando Valladares. Fue sepultado en una tumba sin nombre en el Cementerio de Colón en La Habana.
"El siete de mayo -narra Valladares en su libro “Contra toda esperanza”- llevaba Boitel más de un mes de huelga (...) Al día siguiente el doctor Humberto Medrano publicó un reportaje en el Diario Las Américas, denunciando lo que ocurría (...) Poco después personalidades del exilio y organismos de Derechos Humanos enviaron cables a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y a la Cruz Roja Internacional para que salvaran su vida (...)".
"Boitel era un esqueleto recubierto de piel que sólo emitía quejidos (...) El teniente Valdés, jefe de la policía política del Castillo del Príncipe dijo: 'Yo no puedo hacer nada por él. Informaré al ministerio (del Interior) del estado en que se encuentra y que la superioridad decida. Pero pueden estar seguros de que no vamos a ceder a ninguna posición de fuerza. Ya Boitel nos tiene muy cansados con sus huelgas. Si fuera por mí, se moría, y creo que ése será el criterio del ministerio'".
“A Boitel no le daban cuidados médicos. Los demás presos sabían que presenciaban la muerte de un hermano y no podían hacer por evitarlo (...) Al día siguiente, en horas de la tarde lo sacaron para un pequeño salón en la prisión (...) En la puerta esperaban el Jefe de Cárceles y Prisiones, Medarno Lemus; el teniente Valdés, O'Farril y otros oficiales (...) Dejaron a un sargento de guardia y los demás se retiraron (...) desde lo alto y por las ventanas de otra sala, varios reclusos observaban la escena (...) los presos se turnaron durante la noche para estar atentos a lo que ocurriera. Esa madrugada oyeron la voz agónica de Boitel que pedía agua. Pasaron las horas y Boitel no volvió a quejarse (...) Era el 24 de mayo de 1972. Había muerto después de 53 días de huelga de hambre (...) por reclamar sus derechos como preso político y trato más humano”
En honor a Pedro Luis Boitel el escritor argentino Fernando Gril acaba de presentar en Madrid su libro “Una tumba sin nombre”. Publicado por la Asociación de Iberoamericanos por la Libertad (AIL), la idea de escribir "Una tumba sin nombre" surgió hace ocho años en Madrid, cuando su autor se interesó por la "historia real" de Cuba y se comprometió a trabajar por los derechos humanos en la isla.
"Me impactó conocer la historia de Pedro Luis Boitel y saber que su tumba, en el cementerio de Colón en La Habana, todavía no tiene nombre. Me pareció un acto de justicia honrar su memoria", explicó Gril. "Fue difícil escribirlo y nadar en los corazones de la gente con la que hablé, porque cada uno te daba una versión diferente de los hechos, pero he intentado ser fiel a la historia", indicó.
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