Mario J. Viera.
Seamos justos al analizar situaciones políticas y declaraciones desafortunadas. No hay que transpolar situaciones ocurridas antes hacia supuestas futuras. No se debe tomar el rábano por las hojas.
Esto mismo es lo que hace el columnista del periódico LA REPUBLICA Augusto Alvarez Rodrich al comentar la imbecilidad en que callera el ex ministro Jorge Trelles con su intento de justificar al gobierno de Alberto Fujimori.
Me coloco en la cerca para ver el partido sin apasionamientos y dejo que los fanes de cada equipo griten a favor del que visten su camiseta. Por supuesto no soy peruano y por ello no tengo derecho a inmiscuirme en asuntos que solo le compete a los nacidos en el Perú. Pero soy ciudadano de América y tengo derecho a expresar mi opinión sobre lo que puede afectar al conjunto americano. Por ello no creo que debe sacarse ventajas políticas de la burrada que cometa algún vocero de campaña, ya sea, como es el caso, de de Fuerza 2011 como de Gana Perú.
Trelles se desbocó al asegurarle al periodista Beto Ortiz: “Por eso, por eso, por eso, mira, yo te digo, en todo caso, nosotros matamos menos que los dos gobiernos que nos antecedieron”. Es tan asesino el que mata a una persona como el que mata a tres. La diferencia en cantidad, en este caso, no constituye una justificación, ni legal, ni moral, ni digna.
De este comentario, Alvarez Rodrich saca la conclusión de que la “frase es lamentable por donde se la vea pues revela el pensamiento fujimorista y reconoce los crímenes ocurridos durante los noventa. Es lo que el fujimorismo repetía hasta no hace mucho, pero que ahora, por razones estratégicas, silencia”. Dicho de este modo, sin mostrar las naturales diferencias entre el fujimorismo de Alberto y el fujimorismo de Keiko, se infiere que la candidata de Fuerza 2011 carga con los pecados del padre y como él manchada tiene sus manos de sangre.
Vamos por parte. Se puede criticar la plataforma política de Keiko y su Fuerza 2011, como se puede argumentar a favor del programa, el que sea, el primero o el último de Humala y de Gana Perú, pero no creo que sea elegante o ético atacar a Keiko por lo que fue su padre o por lo que un despistado se haya atrevido a decir en justificación de un régimen autoritario. Keiko se convirtió en Primera Dama del Perú cuando tenía solo 19 años. Si se llega a estos extremos habría que decir remedando a Trelles “Por eso, por eso, por eso, mira, yo te digo, en todo caso, Keiko no mató a nadie lo que si no pueden alegar Ollanta y su hermano Antauro”. Ollanta se alzó en armas en el 2000 y más tarde respaldó el asalto armado de Antauro en Andahuaylas.
No se debe desconocer lo que favorece a Keiko que, como dijera el analista político Carlos Reyna a la AFP, a Keiko le favorece “el recuerdo del gobierno del padre; hay cierta nostalgia en sectores populares en el fujimorismo como proveedor de obras, de programas sociales y de construcción de postas médicas”. Claro está, Humala y el etno cacerismo no pueden presentar tales credenciales, ciertamente no han sido gobierno, pero han sido insurreccionales.
Keiko no justifica al padre; de él dice “es una figura polémica y sé que genera pasiones a favor y en contra. Respeto a mi padre, pero no tengo problemas en discrepar. Yo estuve en contra de la tercera elección y de Montesinos”
Si yo fuera peruano, no sé si le daría mi voto a Keiko Fujimori, de lo que sí estoy más que convencido es que no votaría por Ollanta Humala.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario