Santos, Zelaya y Maduro
El chantaje de la OEA, con la complicidad de Hugo Chávez y la cobardía política de Santos, ha permitido el regreso a Honduras del derrocado presidente Mel Zelaya, sin el temor a enfrentar la justicia de su país.
Regresa con honores de estadista, el que, por amor al poder quiso vender su pueblo a las ambiciones geopolíticas del chavismo - castrista; el que cometió graves delitos de corrupción, el que intentó, desde su posición como presidente de la nación violar la Constitución.
Y la fauna de izquierdistas bananeros, socialistas y bandidos del populismo reunida dentro del denominado Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), le prepara una triunfal bienvenida. Ya le aguardan en las cercanías de la Base Aérea Militar, próxima al aeropuerto internacional Toncontín de la capital hondureña.
Regresa al país que traicionó el supuesto “liberal prosocialista en resistencia” como ahora se auto denomina y dice regresar “a mi patria, la que me vio nacer, no por una semana ni por 24 horas, como se ha dicho, sino por el resto de mi vida” y afirma que retorna “para restablecer las libertades y procesos políticos en mi país” cuando él mismo había pisoteado las libertades de su país y entorpecido el proceso político de su país al unirse a la banda de facinerosos de la ALBA.
Juan Manuel Santos aplaude el acuerdo indigno
No tuvo más remedio el presidente Porfirio Lobo que firmar el pacto de permitir el retorno Zelaya con la anulación de los procesos que por corrupción se abrían en Honduras contra el derrocado Mel Zelaya, condición que se exigía por Venezuela y su coro de socialistas del siglo XXI. Negarse significaría el aislamiento de Honduras; aceptar el humillante trato significaba el reingreso del país centroamericano dentro de la OEA y poder recibir créditos y ayuda extranjera, algo que como anotara la AFP es “vital para un país donde el 70% de sus casi 8 millones de habitantes están sumidos en la pobreza y sobreviven con cuatro dólares al día o menos, según cifras oficiales”.
Y al acto de la firma actúan como testigos de honor el presidente Juan Manuel Santos, su canciller María Angela Holguín de Colombia y el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro. Santos y Chávez son los padres de la capitulación de Cartagena.
Y Zelaya regresará en un avión, posiblemente venezolano, en compañía del presidente marioneta del chavismo, Daniel Ortega; y al pie de la escalerilla del avión le darán la bienvenida Miguel Insulza, y los cancilleres de Venezuela, Nicolás Maduro, y Colombia, María Angela Holguín.
Después del regreso del “liberal prosocialista en resistencia” de botas y sombrero de vaquero, comenzarán los trastornos políticos de Honduras, el debate agresivo, las marchas, las violencias del FNRP; los intentos por cambiar la Constitución permitiendo la reelección de la presidencia. No habrá paz en Honduras, junto a la inquietud que vive el país con el incremento de la criminalidad, los atentados de los delincuentes contra los periodistas, los hondureños tendrán que soportar el aumento de la desestabilización política de su país.
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