Adolfo Pablo Borrazá
Centro Habana, La Habana, 26 de mayo de 2011, (PD) En vísperas del primero de mayo, una joven periodista y dos camarógrafos de los servicios informativos de la TV Cubana asediaban a los transeúntes para conocer su opinión sobre la marcha convocada por el gobierno. Por timidez, muchos se escurrían.
Los vi venir y confieso que me puse algo nervioso. No pude eludirlos. Estaba en la parada del ómnibus y me fue difícil hacerlo. Ella, con sus hermosos ojos y cara de ángel, me preguntó:
-¿Qué cree usted sobre el desfile del 1ro de Mayo?
-"Yo, nada y ¿usted que piensa sobre eso?"
Sin darse cuenta pasó de entrevistadora a interrogada. Sus ansias de demostrar delante de sus colegas lo hábil que era se desbordaron. Me explicó:
-Este desfile será como el que hace unos días hicimos los habaneros en conmemoración del 50 aniversario de la derrota imperialista en Bahía de Cochinos, sólo que este es especial porque es para demostrar el apoyo de las masas a las medidas económicas de la revolución.
-¿Y de verdad piensas que el pueblo las apoya?- le cuestioné.
-Bueno, al menos la gente asiste al desfile y eso muestra que están de acuerdo.
-¿Y cómo es posible que la CTC, que se supone defienda a los obreros, sea precisamente la que da la mala noticia sobre los despidos laborales y a la vez convida a los trabajadores a marchar?
-La CTC sabe lo que hace- me dijo, algo inquieta por mis preguntas.
-¿Estás segura? ¿Y sabes tú lo que haces en este momento?
No pudo más. Empezó a insultarme. Uno de los camarógrafos, enfadado, indagó si yo era de la Seguridad del Estado.
-¿A qué temen?- pregunté
Una señora me apoyó y dijo que yo no había hecho otra cosa que preguntar. Ella no entendía el enojo del camarógrafo y la inconformidad de la periodista. Les cuestionó su profesionalidad delante de toda la cola del ómnibus.
El equipo de la TV se disponía a marcharse cuando le dije a la periodista:
-Espera, te voy a decir quién soy
La joven me miró curiosa e inquieta.
-Soy colega tuyo- le comenté
-Imposible, yo conozco a todos los periodistas de La Habana - me dijo despectivamente.
-¿Hasta a los de la prensa independiente?- le pregunté y vi su mirada aterrada.
Fue entonces que el otro camarógrafo, que hasta el momento se mantenía callado, habló:
-Mis respeto colega, hay que tener cojones para hacer lo que ustedes hacen.
Se acercó a mi oído y me susurró algo que yo sabía:
-Este reportaje es una mierda, todo está preparado
Ambos sonreímos y nos estrechamos las manos. Los otros dos nos miraban perplejos. La gente de la cola también.
La periodista y sus compañeros se alejaron. De vez en cuando, la muchacha miraba hacia mí y de soslayo echaba un vistazo al camarógrafo que me dio el apretón de manos.
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