Armando
Briquet Mármol. ULTIMAS NOTICIAS
Está perdido en el poder. Solo esta
frase puede explicarnos la alocución que realizó Nicolás Maduro el martes 8 de
octubre en la sesión especial de la AN en la que solicitó una ley
habilitante.
Entre citas e insultos, ocultó lo que
realmente debía explicar al país. Por ejemplo, ¿por qué tenemos cargamentos de
alimentos en descomposición en algunos depósitos mientras en el país hay
escasez de todos los rubros?, ¿por qué vivimos con una inflación de 50%?, ¿por
qué el pueblo sigue pagando la ineficiencia de quienes tienen 15 años
gobernando?
Su objetivo no es la lucha social,
sino evitar que la Asamblea Nacional, la voz de todos los sectores y regiones
del país, deje de dar la discusión sobre los verdaderos problemas que nos
tienen azotados.
Más y más excusas.
Controlan los poderes, quebrantaron
las instituciones, compraron medios y conciencias, pero siguen culpando a la
oposición de los errores que, por su ineficiencia y mezquindad, nos han traído
a la crisis social y económica que hoy atravesamos.
Devaluaron la moneda, empobrecieron al
pueblo y privilegiaron a los guiseros. Y ahora nos vienen con la excusa de una
ley habilitante por 12 meses para paliar la crisis. ¿Para qué 12 meses
concentrando más poder? La crisis la vivimos hoy y ahora mientras los
responsables siguen en sus mismos puestos de trabajo tomando las erradas
decisiones de siempre.
Hasta ahora, en el Parlamento se
discuten y debaten los grandes asuntos de la nación. Imagínese usted a los
mismos que ocultaron toda la verdad sobre el estado de salud del presidente
Chávez con una ley habilitante en sus manos.
En vez de convocar a todos los
sectores sociales, económicos y políticos, se empeñan en seguir concentrando el
poder entre unos pocos. Esto, por supuesto, le otorga un matiz aún más oscuro a
las verdaderas intenciones de la Ley Habilitante.
Quien no la debe no la teme.
Nada nos detiene a contarnos, el
pueblo debe ser quien decida si quiere darle más poder a Nicolás. Que sea el
pueblo quien decida si debe otorgársele una ley habilitante. Sin chantajes ni
amenazas.
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