Iván García. DIARIO LAS AMERICAS.
Los guapos de barrio. Foto DLA |
Hay una nueva estirpe de guapo cubano
que pulula actualmente en los barrios marginales de La Habana: los bravucones
baratos. La edad: entre 14 y 30 años, no más. Suelen utilizar jeans y pulóvers
ceñidos al cuerpo.
Recurren a cortes de cabellos
extravagantes. El yonqui, la cresta de gallo, el estilo mohicano y demasiado
gel en el pelo. Gafas onda retro. Zapatillas Puma, Nike o Reebok de corte bajo
con puntera afilada.
Suelen vivir en auténticos antros.
Edificios superpoblados en peligro de derrumbe. Solares donde las riñas son un
estilo de vida. Familias rotas. Padres desconocidos. Y desde la adolescencia la
cárcel es su segunda casa.
Comen poco y mal. Beben mucho. Ron
pendenciero y cerveza de quinta categoría. Tragan píldoras a granel.
Anfetaminas, sedantes o cualquier otro medicamento que les "cambie el
cuerpo".
Cuando tienen dinero lo despilfarran
en discotecas, “matadoras de jugadas” (prostitutas baratas) y, por supuesto,
drogas. Según el bolsillo, en cualquier cuartería de la zona vieja de La Habana
compran un gramo de melca a 70 pesos convertibles (cuc).
También marihuana. Criolla a 20 pesos
el porro o una yerba que se vende como “yuma” a cinco cuc. Luego hacen un
“bazuco”, espolvoreando un poco de “polvo” en la traza del cigarrillo.
Y se “vuelan”. Es su manera de
evadirse. El futuro para un marginal de arrabal es algo abstracto. Viven del
invento. Delinquiendo.
Navaja en mano se dedican a asaltar transeúntes,
arrancar una cadena de oro a alguna señora desprevenida o con violencia
quitarle una camiseta del Barça a un chico recién salido de la discoteca.
Les encanta el reguetón. Enrolarse en
la religión abakuá. Labrarse una historia de tipo duro, repartiendo bofetones y
así darse a conocer en el bajo mundo capitalino. Los problemas entre ellos se
resuelven a tiros o a punta de machete.
Entre los guapos no se aceptan
homosexuales. Aunque no pocos son sodomitas consuetudinarios cuando están tras
las rejas. La mayoría son jóvenes negros o mestizos.
Dentro del “ambiente”, se ve con
buenos ojos tener varias “jebitas”. Ser machista es un cuño. Su filosofía de
vida es simple. Fiestas, todas las que puedan. Para ellos la calle es una
jungla, donde los más fuertes y audaces se imponen.
La política ni les va ni les viene. Se
consideran los olvidados de siempre. Con o sin democracia, creen que nunca
tendrán un espacio dentro de la sociedad. Su meta es sobrevivir. Como se pueda.
Y a su manera.
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