Reuters | Cienfuegos (Cuba)
La expansión del sector privado en Cuba está mejorando los servicios turísticos en ciudades del interior de la isla de gobierno comunista, donde están abriendo cientos de restaurantes y hostales.
Pequeños negocios familiares están surgiendo en ciudades y pueblos de Cuba tras las reformas impulsadas por el presidente Raúl Castro, que ha dado más espacio a la empresa privada como parte de sus esfuerzos por elevar la eficiencia de una de las últimas economías estilo soviético del planeta.
En Cienfuegos surgieron además más de un centenar de casas que alquilan cuartos a turistas, según empresarios locales.
Las transformaciones son buenas noticias para los visitantes de esta ciudad a 256 kilómetros al sudeste de La Habana, enclavada entre las montañas del Escambray y una bahía salpicada de palmeras.
Los 400.000 residentes de Cienfuegos y sus turistas, que hasta el año pasado sufrían para encontrar un refrigerio en la ciudad de temperaturas a menudo sofocantes, pueden ahora elegir entre decenas de cafeterías montadas en portales de casas, que venden pizza, dulces, café y gaseosas.
"La competencia es buena, significa que tienes que mejorar tu servicio. Todo mundo va a ganar: nosotros, las turistas y el país", dijo Orestes Toledo, propietario del Hostal Perla, una pensión de dos habitaciones.
"Hasta el Estado ahora tiene que competir", añadió, sorbiendo café negro en su terraza con una vista de la bahía y las montañas.
Fidel Castro nacionalizó los pequeños negocios de Cuba en 1968 y sólo tras el colapso de la Unión Soviética, su benefactor, permitió el surgimiento de nuevas empresas familiares bajo estrictas regulaciones.
El experimento de mediados de la década de 1990 fue congelado a medida que la economía se recuperó y muchos negocios fracasaron por exceso de regulaciones.
Raúl Castro, que reemplazó en el 2008 a su hermano Fidel, decidió expandir los pequeños negocios privados para absorber a parte de los 500.000 empleados públicos cuyos puestos de trabajo serán eliminados. Sus planes incluyen transferir buena parte del sector minorista a cooperativas y pequeños empresarios.
Cienfuegos, en la costa sur de Cuba, está cerca de otras atracciones turísticas como la ciudad colonial de Trinidad y el popular balneario de Varadero.
Según cifras oficiales unos 2,5 millones de turistas visitaron Cuba en el 2010.
Grandes expectativas
Los empresarios de Cienfuegos creen que los negocios van a mejorar de forma sostenida y parecen no temerle al desafío de un aumento de la competencia.
"Pienso que ahora van a abrir muchas personas. Yo calculo que podrás llegar a ver 40, 50 paladares y muchas cafeterías", dijo Tony Azorlin, un ex guardabosques.
Azorlin y su esposa atendía la semana pasada clientes en Aché, un paladar o pequeño restaurante privado.
"Si el turismo se mantiene estable o aumenta un poquito hay mercado para todos", dijo, añadiendo que el mejor escenario sería que Estados Unidos autorizara los viajes de sus ciudadanos a la isla.
Aché era uno de los 18 paladares que abrieron en Cienfuegos en la década de 1990 cuando fueron autorizados por primera vez los pequeños negocios privados. Y fue uno de los dos que no cerraron asfixiados por una excesiva regulación de un Estado que rechaza la competencia.
Azorlin dijo que las regulaciones aprobadas en los últimos meses redujeron sus impuestos. Además pudo aumentar la capacidad de su restaurante, contratar más empleados y servir lo que le de la gana, puesto que la carne vacuna, los camarones, la langosta y las patatas ya no están prohibidas en los menús de los restaurantes privados.
En una oficina del Gobierno que emite los permisos para los negocios privados, Arlina Rodríguez, dijo que fueron entregadas más de 200 licencias desde que Castro levantó las restricciones en octubre pasado, proclamando que los pequeños negocios eran vitales para el futuro del país.
"La gente sigue viniendo. Esto no parece que vaya a detenerse", dijo Rodríguez mientras atendía a ocho personas que pedían licencias en una oficina mal iluminada en el centro de Cienfuegos.
El Gobierno ha reportado que 75.000 licencias para ejercer el trabajo por cuenta propia -a menudo un eufemismo para aludir al sector privado- fueron entregadas en todo el país.
Ache es un restaurante pintoresco y para un público con poder adquisitivo, pero unos metros más allá Carlos Alberto montó un negocio más popular y ruidoso, quizás una señal de los tiempos.
Su recién inaugurado restaurante y bar Casa de Changó ofrece un menú más simple y económico y no da a vasto.
Carlos Alberto dijo que quería sacar partido de las nuevas regulaciones que le permiten contratar empleados y alquilar un local.
"He decidido a expandir el negocio y abrir otro restaurante más. Puedo tener tres, cuatro o cinco", dijo, insistiendo en que tanto las autoridades como Changó, la más poderosa de las deidades de la religión afro cubana, apoyaban su sueño de crear la primera cadena privada de restaurantes de Cuba.
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