A pocos años de instaurarse la República en la Roma antigua el Senado tuvo que enfrentarse a una serie de disturbios, revueltas y conspiraciones. Muchas ciudades se habían declarado enemigas de la República. Para darle solución a estos trastornos la curia decidió concederle atributos especiales a uno de sus cónsules, con facultad de decisión absoluta.
Chávez en Antimano. Foto de El Universal
La institución que se había creado fue la dictadura. El primer dictador sería Tito Larcio Flavio, pero limitada a solo seis meses para el ejercicio del cargo y la facultad de dictar órdenes. No obstante la dictadura solo era conferida por seis meses. De acuerdo a la gravedad de los problemas debidos a las guerras o a los estados de sedición podía nombrarse dos tipos de dictadores: Los dictatores imminuto iure nombrados para resolver cuestiones bien concretas, y los dictatores óptima lege con facultades absolutas. Estos dictadores absolutos solo podían ser nombrados en casos de guerra (belli gerendi causa) o en casos de sediciones (seditionis sedandae causa).
De acuerdo con Cicerón, el cargo se estableció inicialmente para hacerle frente a los disturbios que enfrentaban a patricios y plebeyos, y por la necesidad de que el estado romano en tiempos de guerra contara con una autoridad única y definida.
El Parlamento venezolano saliente decidió renovar la antigua institución romana concediéndole a Hugo Chávez la facultad omnímoda de dictar leyes sin la limitación del legislativo. Esta facultad dictatorial concedida al Presidente de Venezuela fue la aprobación de la Ley Habilitante.
Con estas facultades, Chávez le arrebata el poder al Parlamento, ahora con una fuerte representación opositora; de hecho la ley habilitante constituye un golpe de estado de iure con el agravante de poder ejercer su dictadura durante 18 meses.
Las reacciones no se hicieron esperar. Tanto en Venezuela como en el extranjero se alzaron voces condenando la medida aprobada por el Parlamento saliente. El Secretario General de la OEA declaró que la Ley Habilitante era incongruente con la carta democrática de la OEA y no descartó plantear el caso de Venezuela ante el Consejo Permanente de la organización continental.
En igual sentido se manifestó Arturo Valenzuela, secretario de Estado Adjunto para Latinoamérica. Valenzuela declaró: “Es particularmente preocupante la reciente delegación de autoridad legislativa al Ejecutivo (de Venezuela). Esta medida antidemocrática viola los valores inscritos en la Carta Democrática Interamericana”
Según informara el diario digital Infobae.com, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos advirtió que “la frecuente concentración de las funciones ejecutiva y legislativa en un solo poder sin que la Constitución y la Ley Habilitante establezcan los límites y controles adecuados, permite la interferencia en la esfera de los derechos y libertades”
Cuando Chávez solicitó que se aprobara una Ley habilitante con el pretexto de enfrentar los desastres provocado por el grave temporal que afectó al país, el diputado opositor Juan José Molina declaró a la agencia de noticias Reuters: “Hay toda una intencionalidad del presidente de mermar o disminuir las competencias de los diputados que van a entrar en la Asamblea el 5 de enero”.
Ante la avalancha de críticas que recibiera, Chávez se presentó ante la Asamblea Nacional, utilizando una retórica moderada, declaró que él sería capaz de solicitarle a la Asamblea la derogatoria de la ley y dijo: “nosotros podemos hacer lo que necesitamos en 4 ó 5 meses. Yo lo que necesito son instrumentos especiales para enfrentar una emergencia”; agregó después: “El 1 de mayo pudiéramos haber acelerado, terminado las leyes que estamos haciendo. Os devuelvo la Ley Habilitante. Se las devuelvo, no tengo ningún problema”.
Rechazando que la ley habilitante le diera facultades dictatoriales cuestionó: “¿De dónde pueden sacar que es una dictadura una Ley Habilitante?”
Sin embargo una semana después Chávez se retracta y declara que no entregará la ley habilitante en rechazo a la propuesta opositora de que devolviera el poder que le confiriera el antiguo Parlamento en lo inmediato y no en unos meses como planteara durante su intervención en la Asamblea Nacional.
Según el diario venezolano El Universal, Chávez anunció su retractación durante un conversatorio llevado a cabo en los galpones expropiados a Empresas Polar con dirigentes del Movimiento de Pobladores que exigen cambios en la legislación sobre viviendas, alquileres, tenencia y uso de terrenos urbanos. En ese conversatorio Chávez afirmó: “Hemos dado la bienvenida a la política, al debate, pero ellos defienden un galpón abandonado de una empresa privada, porque son egoístas. Nosotros defendemos los intereses del pueblo. Ahí está la diferencia fundamental”
Para cualquier observador debe quedar evidente que Chávez trató de ganar tiempo y acallar las críticas internacionales cuando prometió devolver la Ley Habilitante a la Asamblea Nacional. Evidentemente ese no era su verdadero propósito. Ahora, apoyándose en las necesidades de los damnificados por las inundaciones presentará a la oposición como intransigente y no dispuesta a mediar en las soluciones dirigidas a la recuperación del país.
Los dictadores romanos por lo general no mantenían su investidura por los seis meses que se les concedía. Cincinato mantuvo la dictadura por solo 15 días; Quinto Servilio solo por una semana. El ejercicio de la dictadura fue generando a finales de la República iniciándose con Sila, quien se mantuvo como dictador por tres años y fortaleciéndose con Julio Cesar hasta que finalmente Augusto transformara a la República en el imperio de los césares.
El nuevo César venezolano no tiene las glorias militares de Sila, César o Augusto, aunque intentó cruzar el Rubicón el 4 de febrero de 1992 en un intento fallido de golpe de estado. Hugo Chávez es solo un gris remedo de Luis Bonaparte, el Pequeño Napoleón, y un imitador mediocre de Fidel Castro. Venezuela se encuentra en la antesala de la tiranía totalitaria.
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