Mario J. Viera
Resulta tarea engorrosa, molesta, desagradable, espinosa, aburrida hojear lo que informa, o más bien desinforma la prensa castrista y luego emitir un criterio sobre el fárrago de idioteces, sofismas, demagogias y embustes que surgen de las páginas de la llamada prensa oficialista; pero como parece que hay en mí algún atisbo de masoquismo intelectual, finalmente me decido a emprender la tarea.
Acabo de leer un artículo de Prensa Latina que reseña la entrevista que le hizo Tele Sur a ese escurridizo y taimado artesano de metáforas delirantes llamado Ricardo Alarcón de Quesada y un largo, larguísimo reportaje de Juventud Rebelde aparecido bajo el título “La Revolución y la Esperanza”; ambos muy correlacionados en cuanto a demagogia y propaganda.
¿De qué habló el Sr. Alarcón de Quesada? Pues de lo que está de moda ahora en la Cuba oficial, la llamada actualización del ineficiente modelo económico que conduce el castrismo, que, para el denominado “legislador”, representa la garantía de una profundización de la revolución.
Llegado a este punto no puedo evitar el sarcasmo, ¿Profundizar la revolución? ¿A cuántos metros bajo tierra?
De acuerdo con lo dicho por Alarcón, la actualización del modelo económico “no se trata de un regreso al pasado, eso es imposible, sino de construir un futuro mejor”. Nada nuevo tiene el argumento, es la constante repetición del concepto que se encierra en el enunciado de una de las leyes históricas que condicionan los procesos revolucionarios: La Ley de Jano. Las revoluciones siempre miran hacia al pasado como auto justificación y hacia el futuro como promesa nunca cumplida.
El futuro; es el tiempo verbal manido de la anquilosada revolución castrista.
Resulta incomprensible la aseveración que hiciera de “poder seguir garantizando a todos (los cubanos) el mínimo que nadie más fuera de esta Isla puede contar por seguro”. ¿De qué “mínimo” se trata? ¿Será acaso el mínimo de alimentación que alguien pueda tener para poder mantenerse precariamente con vida? ¿O tal vez el mínimo de condiciones sanitarias de alojamiento y vivienda, para una existencia entre ruinas, ratas y moscas y cucarachas? ¡Por Dios! ¿Cuál es ese mínimo exclusivo, privilegiado y único de los cubanos que nadie fuera de la Isla puede tener por seguro?
Luego retomando el símil de Raúl Castro de la construcción del socialismo como un viaje hacia lo ignoto, afirma Alarcón que el socialismo es una aventura, un viaje hacia lo desconocido, hacia lo inexplorado.
Es cierto, el socialismo es eso mismo, un suceso extraño y peligroso, una empresa arriesgada, en fin, una aventura. Y si es un viaje hacia lo desconocido, por qué se arriesga la seguridad de todo un pueblo en la búsqueda de lo que no se conoce, de lo que no se sabe si es provechoso o no.
Pero se equivoca de plano Alarcón cuando dice que ir en pos del socialismo es viajar en lo inexplorado. Ya ese camino fue explorado por la Unión Soviética y se conoce muy bien a donde conduce, al fracaso. Ese camino fue explorado por China y lo abandonaron para emprender la experiencia de las economías de mercado; ese camino lo ha estado explorando el castrismo a lo largo de cinco décadas y aún no ha encontrado la luz al final del túnel.
Refiriéndose a la última jeremiada del Castro menor señaló Alarcón “que no fue autocomplaciente en lo absoluto y por supuesto que la Revolución cubana tiene muchas cosas de las cuales deberá estar siempre orgullosa, y los cubanos seremos siempre orgullosos de lo que hemos alcanzado…” ¿Se puede ser más cínico? ¿Qué ha alcanzado el cubano común, el hombre, la mujer, el anciano, durante las pasadas cinco décadas de las que pueda sentirse orgulloso?
Sueldos miserables, ciudades destruidas como bajo los efectos de un bombardeo masivo o un terremoto de gran magnitud, la proliferación de la prostitución de mujeres y adolescentes, la división de la familia, la vigilancia constante de los comités de cuadra, la ruina de la industria azucarera, la degradación de los antes fértiles suelos cubanos, el incremento de los índices delictivos hasta niveles nunca antes conocidos, la pérdida de los derechos laborales incluido el derecho a la huelga de los obreros, no son estos motivos de orgullo para nadie.
Y tampoco deja de ser cínico cuando se refiere a los “cuentapropistas diciendo: “El ‘cuentapropismo’ en nuestro país existió siempre en un sector muy importante en nuestra economía y lo fue hasta el año 1968, ya bien entrada la revolución”. Fue precisamente ese año cuando se lanzó la denominada “Ofensiva Revolucionaria” dirigida a eliminar la participación privada en pequeñas empresas y comercios minoristas y colocando toda la iniciativa empresarial bajo el control absoluto del Estado; la revolución se dijo entonces, no podía permitir que hubieran privilegiados, de gente que se enriquecía, aunque fuera con un modesto puesto de venta de frituras, fritas y tortillas. Fue entonces que se inició la debacle económica de Cuba y el incremento de las carencias para la población.
Por su parte el gubernamental Juventud Rebelde se complació colectando opiniones siempre favorables a las tesis del Sexto Congreso emitidas por jóvenes de distintas regiones del país. Veamos cuantas sandeces y gazmoñería se recogieron en el insoportablemente largo reportaje.
Una joven, Leyani Díaz que casualmente trabaja para un periodicucho oficialista de Cienfuegos declaró: “Más que revolución de la esperanza, a este empeño bien podríamos llamarle la esperanza de la revolución, pues lo que estamos ventilando es nuestro futuro”
La pobre no se da cuenta que con “este empeño” lo que se está ventilando no es el futuro de ella, sino de la continuidad en el poder a sus usurpadores.
Y Yuliet Sáez estudiante de Derecho dijo: “Confío en esto bello que se está gestando, en la generación histórica de la revolución, en sus sabias decisiones…” ¿Será cretino este, o tal vez, esta (porque por el nombre no se puede definir su sexo), estudiante de Derecho? Confía, nada más y nada menos, en los achacosos y seniles miembros de la nomenclatura comunista y, en las sabias decisiones de estos gerontócratas salidos de la Sierra Maestra que ha sido por sus decisiones los responsables del marasmo cívico, social y económico del país.
Yaneth Ochoa Pérez, que casualmente también, es directora de programación del canal Tunasvisión dijo que “llevaba tiempo aguardando por la adopción de estas medidas, virtualmente inaplazables”. ¡Así que esta chica es una precursora de los lineamientos económicos del Sexto Congreso!
Para qué continuar citando las tonterías que fueron recogidas en el reportaje de Juventud Rebelde. Con esto basta para cumplir con mi tediosa, insoportable, masoquista tarea de hacer un comentario sobre lo que acabé de hojear en la prensa oficialista del castrismo.
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