Lázaro Fariñas es, o tal vez es, o quizá nunca lo ha sido, un periodista que escribe para el libelo Juventud Rebelde.
Como “periodista” oficialista tiene que escribir de acuerdo con lo que le ordenen los gurúes del Departamento ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y si no lo hiciera se quedaría sin los frijoles, o tal vez, sin las lentejas por las que vendió Esaú su primogenitura.
Pues este supuesto periodista redactó un artículo de opinión (¿Será su opinión o será la de otros?) al que tituló “Miami está que arde”.
Confieso que ese artículo me atrajo por las cosas tan interesantes que en el mismo dice. Y lo que me llamó la atención fue su “objetivo” enfoque de los dime y diretes de la política local miamense.
Su análisis se enfoca en la propuesta de revocatoria del Alcalde Carlos Alvarez y de la Comisionada Natasha Seijas a la que el tan informado comentarista le cambia el apellido por el de Millán.
Muy jocosamente entra en el tema diciendo: “Habrá una votación formal para ver si mantienen sus posiciones o si se van a sus casas a sembrar maticas”. A continuación agrega: “Un grupo de ciudadanos recogieron las suficientes firmas de votantes para poder realizar una elección especial, cuya única pregunta será si ambos funcionarios se quedan en sus puestos o no”.
Para ilustrar a sus posibles lectores explica brevemente la causa del disgusto de la población miamense que le llevara a solicitar el referendo revocatorio de ambos funcionarios electos. Recalquemos esto último: funcionarios electos.
“Al alcalde se le ocurrió hace unos meses ─ explica el señor periodista ─, desoyendo los gritos de los ciudadanos, la brillante idea de presentar un presupuesto ante la comisión para que fuera aprobado por la misma, en la que había un sustancial aumento del impuesto sobre la propiedad”. Y termina redondeando la idea: “El presupuesto fue aprobado por la mayoría de los comisionados, entre ellos por la señora Millán (…) Como era de esperar, hubo un malestar general de la ciudadanía que se quejaba de que, en medio de esta crisis económica por la que estamos atravesando, con casi un 13 por ciento de desempleados, se adoptara una medida tan abusiva”.
Y concluye el tema diciendo: “Varias agrupaciones populares se dedicaron a la tarea de buscar las firmas y ya se convocó el referendo. Por la opinión que hay en la calle, es muy difícil que ambos funcionarios no sean puestos, próximamente, de patitas en la calle”.
Cuando se lee lo que al respecto ha dicho el Sr. Lázaro Fariñas, uno no puede evitar soltar una frase admirativa: “¡Qué descarado es este señor!”
En Miami, en cualquier ciudad de los Estados Unidos, los ciudadanos tienen todo el derecho para hacer fuertes críticas a cualquier funcionario por ellos electo y solicitar, si así lo consideran, su destitución cuando ese funcionario, en opinión de los electores no ha cumplido con el mandato que se le confirió.
En Miami, en cualquier ciudad de los Estados Unidos, las agrupaciones populares pueden dedicarse a la tarea de buscar firmas en apoyo de sus demandas. Nadie por ello les perseguirán ni les llevarán ante las cortes, ni mucho menos les condenarán a largas penas de prisión.
En Cuba, en cambio, los funcionarios no electos por nadie, son inamovibles salvo por decisión del estado mayor del gobierno. El pueblo nada puede decidir al respecto. Los altos impuestos que el gobierno de Cuba ha establecido para las actividades por cuenta propia no son del agrado de la población; pero tienen que callarse, porque de lo contrario… Eso bien lo sabe el Sr. Lázaro Fariñas.
Las organizaciones populares, o si lo prefiere el Sr. Lázaro Fariñas, las organizaciones disidentes u opositoras que se dediquen a la tarea de buscar firmas, son perseguidas, acosadas con actos de repudio, detenidos y llevados ante los tribunales sus activistas y todavía más condenados bajo los términos de una draconiana ley a muchos años de prisión como ocurrió con los activistas del Proyecto Varela.
Por supuesto no resulta nada agradable el debate que se ha producido entre el jefe de la policía de la ciudad de Miami, Miguel Exposito y el alcalde de la ciudad, Tomás Regalado, pero esto es cosa que puede suceder solo en un país donde se ejercite plenamente la democracia.
Así el sagaz periodista nos informa de la situación creada: “…en la ciudad de Miami hay otro jaleo diferente. Aquí la bronca no es entre el pueblo y algún funcionario, esta es entre el jefe de la policía de la ciudad y el alcalde, ambos también de origen cubano. Como en las peores cuarterías, se han caído a ofensas ambos funcionarios. El alcalde acusa al jefe de la policía de ser un incompetente y este a la vez acusa al alcalde de interferir en investigaciones de la policía”.
En Cuba estas contradicciones no se ventilan públicamente, la prensa gubernamental no informará sobre ellas. Esas broncas permanentes entre los corruptos funcionarios del estado cubano se hacen en corrillos, entre chismes e intrigas donde el que más ascendencia tenga con el usurpador de turno saldrá triunfante.
Quizá es cierto que arde Miami; pero no arde para mal como pretende sugerir el ilustrado periodista del desinformante periódico Juventud Rebelde, sino todo lo contrario, para ordenar la vida política del condado de acuerdo a los interese mayoritarios de su población.
Mejor haría Don Fariñas referirse a la candela que arde en Cuba, con su sistema económico al borde del abismo, con las impopulares medidas que toma la actual jefatura del país entre las que se incluye el despido de miles de trabajadores estatales. En cuba está creciendo un fuego subterráneo que quizá no tarde en salir a la superficie. Cuando esto suceda, se le acabaran las lentejas a los que tal vez sean, o quizá nunca lo ha sido, periodistas como Lázaro Fariñas.
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