Manuel Corao. EL DIARIO DE CARACAS
Venezuela está sumida en un vacío de
poder constitucional, término jurídico muy en boga en la actual crisis de
conducción. A continuidad les expongo la referencia que en lenguaje coloquial
hace el Doctor en derecho Juan Carlos Azpúrua expresada en los medios de
comunicación social recientemente en un texto de mayor extensión, sobre el
vacío de poder: “Si el presidente electo no se presentase a su juramentación el
10 de enero, automáticamente se estaría presentando un vacío de poder, un
espacio en blanco que debe ser rellenado con soluciones constitucionales que se
han previsto para evitar que el país caiga en un agujero negro sin luces
institucionales”.
La decisión del Tribunal Supremo de Justicia
en Venezuela de no concederle como de obligatorio cumplimiento la fecha
establecida en la Constitución de Venezuela para la toma de posesión del
presidente Hugo Chávez y la Asamblea Nacional otorgarle un permiso para
ausentarse indefinidamente, abre una polémica que traspasa la tribuna
legislativa y los centros políticos partidistas para ser tema de cotidiana
diatriba en los hogares. La población se siente sin gobierno y teme un devenir
trágico al nada conocerse del destino actual del mandatario.
Como síntomas externos de lo indicado son las
compras nerviosas que realizan en supermercados, abastos y bodegas de la
nación. El país está paralizado. Chavistas y oponentes dudan de la veracidad
expresada por el ministro Villegas y menos credibilidad dan a lo que Maduro
dice que Chávez le ordena. Todos estamos conscientes que el presidente electo
de Venezuela no está por motivaciones de causa mayor, pero que no se manifieste
de viva voz o gráfica confiable, nos hace un nudo en la garganta. Tememos esté
secuestrado, en estado vegetal o muerto y nos mientan. De ser el primer caso,
apelamos a la solidaridad de los países libres para rescatarlo de su cautiverio
y reintegrarlo al terruño que lo espera.
De estar inhabilitado físicamente su condición
debe ser corroborada por científicos propios ya que los venezolanos no confían
en los incondicionales galenos militantes del régimen comunista de la isla
caribeña quienes hasta daños mortales le infligirían al barinés si los Castro
se los dictaminan. Si ha fallecido, al igual que cualquier ser humano merece
recibir un último adiós en la tierra que le vio nacer.
Como otros mandatarios que ejercieron el poder
con personalismo inaudito, a la muerte del generalísimo Francisco Franco en
España el 20 de noviembre de 1975 le precedió el traspaso del poder en paz
hacia la nueva era. Franco moldeó esa transición para la preservación de la
organización estadal creada por él. A su muerte el destino inexorable era la
democracia. El partido Movimiento Nacional de tendencia franquista presenta
candidato a primer ministro a Adolfo Suárez. Este resulta electo en la
península de libertades y jura ante el Rey y jefe de estado Juan Carlos de
Borbón en el 76.
Sin duda quien aspirara alguna vez ser
pelotero profesional fue informado que su mal es terminal pero en su afán por
retener al poder luego de la muerte pide en vida a sus seguidores posponer
mediante argucias de salón y enredos jurídicos de cómplices apegarse a la carta
magna. De esta forma beneficiaría a sus aliados en la región y daba
tranquilidad a los Castro. Los sufragios a realizarse en diciembre fueron
adelantados para octubre porque presagiaba como en efecto aconteció que no
estaría apto a final de año. Violentando el estamento jurídico en materia de
leyes, el enfermo impone aspirantes regionales a algunos funcionarios acusados
de delitos de lesa humanidad para preservarlos de capturas futuras.
En oposición los dirigentes de la sociedad
civil mantienen una cívica reprobación y apegados al estatuto vierten en la
opinión pública criterios legales que sustentan una salida contemplada en el
legajo inicial para llenar el vacío de poder dejado por el llanero ante su no
aparición por cualesquiera de las causales indicadas en párrafos anteriores.
Los enfrentamientos internos del PSUV, el
reparto de prebendas, esa creación de normas y leyes para enquistarse y el
desgobierno los desgastarán más que acción de calle alguna.
Protestemos, pidamos adhesión del mundo ante
esta arremetida tiránica; los medios de comunicación social son nuestros
aliados. Nuestra tesonera lucha por la libertad se impondrá. El respeto por los
símbolos patrios que llevamos en el alma cual escudo ante los asaltantes
extranjeros nos permitirá recuperar la patria casi perdida de los rapaces
ambiciosos que hoy actúan en nombre del cuento, vivo, enfermo, secuestrado o
muerto de Chávez.
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