Orián Brito Peña. EL UNIVERSAL
Guillermo Cochez |
El embajador de Panamá ante la
Organización de Estados Americanos, Guillermo Cochez, expresó el sentimiento de
muchos venezolanos y latinoamericanos que vemos cómo en el continente las
democracias son amenazadas por regímenes que a pesar de ser electos en las
urnas, se transforman en represores de la disidencia con profunda intolerancia,
produciendo un quiebre social, simplemente por la apetencia del poder.
La premisa de "no aceptar la
injerencia extranjera" por respeto a la soberanía, se ha convertido en una
traje a la medida para quienes no toleran la crítica, subestimando cualquier
acción contraria a sus propósitos hegemónicos, pero permitiendo que sean otros
─ en el caso de Venezuela, Cuba ─ quienes tomen decisiones sobre el futuro del
país. Recientemente los representantes de los poderes secuestrados se reunieron
en La Habana, en una especie de cónclave dirigido por los Castro, lo cual
entierra cualquier "defensa a la soberanía", sumado al acto
bochornoso del 10 de enero donde fue avalada internacionalmente la violación a
la Constitución Nacional.
Ante un panorama tan insólito,
Venezuela y otras naciones quedan huérfanas, sin instituciones independientes dentro
o fuera y con el amparo de naciones que se benefician de las riquezas de
nuestro suelo. A pesar de los llamados de alerta de países comprometidos con la
democracia y de organismos clave en el mundo, un efecto de hipnosis se apodera
de quienes pudieran poner control a la enfermedad que la aqueja. Después de la
declaración magistral del embajador Cochez, fue desautorizado por el Gobierno
de Panamá. Quizá motivado a presiones de los que mantienen el poder en
Venezuela.
La respuesta del canciller venezolano,
Roy Chaderton, fue vergonzosa, no hubo argumento sino la descalificación como
es común en todos los representantes del chavismo. Cabe destacar, que en su
declaración Cochez respetó la situación de salud que enfrenta Hugo Chávez y
solo mostró su preocupación porque situaciones similares no se repitan en el
continente. Tal vez, el fin del mundo que anunciaban los Mayas se pone de
manifiesto cuando las instituciones dejan de lado sus responsabilidades para
estar al servicio de regímenes autocráticos. No importa cómo pueda pintar
Cochez, pero su relato se centró en plasmar lo que realmente ocurrió en
Venezuela. Ojalá su llamado sea motivo de reflexión para que en cada país
regrese la sindéresis y así no muera el mejor sistema del mundo como lo es la
democracia, con toda y sus imperfecciones.
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