Miriam Celaya. CUBANET
El
pasado domingo, 16 de junio, el diario Juventud Rebelde publicó en su página 7
una nota titulada “Datos biográficos del Excmo. Sr. Manuel Pinto da Costa,
Presidente de la República Democrática de Sao Tomé y Príncipe”, a propósito de
la visita oficial que realizaba por esos días el referido mandatario africano.
Un
cintillo como este no atrae la atención de los lectores cubanos, ajenos como
somos a esa remota nación y a su historia,
por lo que el número de personas que se leyó dicha nota debe haber sido
verdaderamente ínfimo. Sin embargo, aquellos que se decidieron a leerlo
pudieron encontrar un contenido realmente inusitado, resumido en el séptimo
párrafo de la nota, que refiriéndose al Sr. Pinto da Costa rezaba así: “Jugó
un papel fundamental en el proceso de transición del régimen monopartidista
hacia el pluripartidismo, fundamentalmente a través de la Conferencia
Nacional de 1989, hecho que marcó de forma inequívoca la transformación
política del país, convirtiéndose en
ejemplo para todos los países de África”. (Subrayados míos).
¿Se
trata de un error del redactor, no detectado por los correctores ni por el
responsable de la plana? ¿Acaso un desliz al copiar datos tomados de otra
fuente? No parece posible.
En
todo caso, no se trata de un simple cambio de palabra o de un gazapo
ortográfico, sino de todo un mensaje argumental que contradice de un plumazo el
rígido principio de unipartidismo como summun de equidad y justicia social que
ha sostenido el gobierno totalitario en Cuba a lo largo de medio siglo. De
tomar al pie de la letra la prensa oficial, podría decirse que estaríamos ante
el reconocimiento de que el pluripartidismo se corresponde con una forma
superior (democrática) del orden político, o ─ visto desde otro ángulo ─ la
declaración velada de la imposibilidad de sostener el unipartidismo en medio de
un mundo cada vez más plural y diverso.
Es
absolutamente incongruente la referencia al multipartidismo como un logro,
incluso como resultado de una transición que constituye un “ejemplo para todos
los países de África”, en un país donde solo es legal un partido (dizque
comunista) y en el cual se persigue y hostiga toda oposición política; donde el
otrora jefe de Estado ─ cuyo nombre me niego a evocar ─ declaró abiertamente
que el pluripartidismo era una “pluriporquería” y la Conferencia Nacional del
PCC celebrada en 2011 ratificó el unipartidismo como fundamento de “nuestra
democracia” (“modelo”, según el general-presidente).
No
sería este el primer caso en que el gobierno contradice su propio discurso en
la prensa sin que medie justificación o explicación alguna. Solo que en este
ejemplo particular se trata de un elemento raigal del sistema, lo que
inevitablemente lleva a otras consideraciones no reveladas por la prensa. Puede
que no se trate solo de otro caso de exceso de cinismo, un mal chiste o una
burla del responsable de esta plana del periódico. No sería creíble que entre
las “reformas raulistas” se incluyera el pluripartidismo, salvo que los
conspiradores verde olivo estén considerando oportuno fundar como parodia de
“alternativa al PCC” un “Partido Socialista Unificado” al estilo chavezolano,
un “Partido Revolucionario Martiano del siglo XXI” u otro engendro similar
controlable desde la cúpula, con el objetivo de mostrar un rostro más
“democrático” y así alcanzar la gracia de aceptación de la Unión Europea y el
cese de la Posición Común, haciendo, de paso, un guiño a la Casa Blanca. No
sería tan descabellado entonces el supuesto error periodístico.
Porque,
aunque dicho así parezca irrelevante, no hay que olvidar el complejo escenario
en que se está sosteniendo actualmente la autocracia en la búsqueda de su
propia supervivencia. Por ejemplo, las transformaciones que se están
produciendo a nivel microeconómico (cuentapropismo) son muy publicitadas en los
medios, mientras que las obras del puerto de Mariel, encaminadas a una profunda
renovación al nivel macroeconómico, avanzan sin mucha divulgación, lo que
indica que tienen gran relevancia para el gobierno. Son precisamente estas
últimas las que imprimirían una creciente urgencia del régimen a impulsar
negociaciones con el gobierno de Estados Unidos, máximo receptor del movimiento
comercial en este hemisferio y al que hasta hoy no pueden arribar los buques
que hagan escala en un puerto cubano. ¿Acaso alguien se puede creer que los
inversores brasileños empeñarían tanto capital solo para comerciar con el ALBA?
Hasta
el momento, dado el habitual estilo críptico de la prensa oficial, todo queda
en el incierto terreno de las especulaciones, pero por las dudas habrá que
estar prevenidos contra las sorpresas. Pluripartidismo de maquillaje bien
pudiera ser uno de los próximos ases ocultos bajo la manga ex guerrillera. Ya
sabemos que en Cuba todo lo absurdo acaba siendo posible, pero absolutamente
nada es fruto de la casualidad.
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