Pablo Pardo. EL MUNDO
Aparentemente, Rusia no sabe quién
entra en el país. Y China, quien sale. Ni siquiera cuando esa persona es el
individuo más buscado del mundo. No es menos interesante, sin embargo, que
Estados Unidos ─ que, según esa misma persona, tiene un programa de espionaje
que le permite leer este texto mientras está siendo escrito ─, no sea tampoco
capaz de descubrir que esa persona está robando secretos de Estado, ni viajando
de China a Rusia.
Tal vez sea que la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA, según sus siglas en inglés) estaba demasiado ocupada
gastando su presupuesto de 7.600 millones de euros (10.000 millones de dólares)
en espiar a los otros 319,4 millones de habitantes de EEUU como para fijarse en,
precisamente, Edward Snowden.
Toda la crisis diplomática desatada en
torno a la fuga de Edward Snowden tiene un cierto toque surrealista.
El penúltimo rumor es que Moscú podría
exigir a cambio de la entrega de Snowden a Washington la liberación del
'Mercader de la Muerte', como se conoce al traficante de armas tayiko, aunque
nacionalizado ruso, Viktor Bout, que está en la cárcel en EEUU.
Durante más de dos décadas, Bout ─ que
ha sido llevado al cine por Nicholas Cage en la película 'The Warlord' ─ tuvo
una impresionante flota de aviones de transporte de la antigua Unión Soviética
con la que abasteció a todas las partes en conflicto en todas las guerras,
desde Angola y Afganistán hasta Colombia. Bout también nos trajo a Europa en
sus aviones percas del Nilo del Lago Victoria, para que sus aparatos no
regresaran vacíos tras dejar las armas en África.
Entretanto, sin embargo, la confusión
sigue. Justo cuando no paramos de hablar de la sociedad de la información,
resulta que la mayor democracia del mundo ─ EEUU ─ nos controla esa
información, y los dos mayores regímenes no democráticos ─ China y Rusia ─ son
capaces de hacer desaparecer a un individuo que, según la opinión generalizada
en Washington, está contando todo lo que sabe a los servicios secretos de esos
dos países. Por ahora, el juego de la diplomacia y de las mentiras continúa.
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