Mario
J. Viera
La
derecha radical del Partido Republicano es hábil para sacar provecho de
cualquier acontecimiento. Sus cañones los tienen enfilados hacia el campo
demócrata, desde antes de la toma de posesión de la presidencia de Joe Biden.
La estrepitosa salida del ejército estadounidense de Afganistán la elevan hasta
darles caracteres bíblicos; la afluencia de oleadas de emigrantes hacia la
frontera sur, que ya venían sucediendo desde el periodo de Trump, la describen
como como si fuera semejante a las invasiones bárbaras que se sucedieron en la
antigua Roma; el crecimiento de los índices de inflación en Estados Unidos y
que afecta al mundo entero como consecuencia del periodo pandémico y los efectos
colaterales de la guerra de Putin contra Ucrania le sacan lascas. Todo les he
útil.
No
se trata de ataques de uno u otro político republicano; no, se trata de todo el
aparato politiquero de la derecha mojigata, autoritaria y radical del Partido
Republicano. Si en algo se parecen a los comunistas es en la actuación
monolítica de todo el andamiaje republicano, capaces de tergiversar la realidad
para construir una verdad alternativa; elaborar teorías conspirativas, mientras
más absurdas mejor, mentir impúdicamente. Una excelsa minoría republicana no
aplaudió los infundios trumpistas del robo de las elecciones.
Marco
Rubio, ese oportunista que sabe moverse ágilmente a favor de la corriente que
sople, lo declaró desde el inicio de la actual administración, que haría todo
lo posible por entorpecer los proyectos de Biden y ha continuado haciéndolo,
sin que nadie del campo demócrata le salga al paso.
En
Estados Unidos, se ha convertido casi como práctica habitual, que, en las
elecciones de término medio, el partido en el poder pierda la mayoría
congresional (deficiencia propia de todo sistema de gobierno bipartidista), y
la jauría republicana se frota las manos con la ilusión de la victoria en el
Congreso. Ya hasta han elaborado planes con vistas a esa contingencia; y la
noticia del allanamiento del FBI a las instalaciones del palacio de invierno de
Donald Trump, les viene como anillo al dedo; ahora sí, están convencidos,
aplastarán a la “izquierda radical”.
Sale
a la palestra el líder de la minoría de la Cámara de Representantes de los
Estados Unidos Kevin McCarthy y lo hace en tono amenazante en defensa de Donald
Trump, olvidando lo que el 15 de junio de 2016, dijera a un grupo de
republicanos: “Hay dos personas que creo que Putin paga: (Dana) Rohrabacher
y Trump. Juro por Dios”, ahora afirma con mucho entusiasmo: “Ya he visto
bastante. El Departamento de Justicia ha alcanzado un intolerable grado de
instrumentalización política. Cuando
los republicanos recuperen la Cámara de Representantes, llevaremos a cabo una
supervisión inmediata de este departamento, seguiremos los hechos y no
dejaremos piedra sin remover. Fiscal General Garland, conserve sus
documentos y limpie su calendario”.
Por supuesto el delicado Marco Rubio tiene algo que decir
al respecto y escribe una carta al Departamento de Justicia dende anota: “Nadie
está por encima de la ley, pero todos los estadounidenses también merecen la
misma justicia bajo ella. El FBI parece haber tomado medidas relacionadas con
el presidente Trump que nunca ha tomado con ningún expresidente, y que
generalmente no ha tomado con respecto a ciertas referencias criminales hechas
por elementos de la Comunidad de Inteligencia o por parte del Departamento de
Justicia de EE.UU. en relación con los casos en que las personas supuestamente
revelaron información clasificada sin autorización”. Pero no solo esto,
necesita lanzar el vitriolo ─ está defendiendo su puesto en el Senado ─ “El
FBI no está haciendo nada con respecto a los grupos que destrozan las iglesias
católicas, bombardean a los grupos Pro-Vida o amenazan a los jueces de la Corte
Suprema. Pero encuentran tiempo para asaltar Mar-a-Lago”.
¿Y
qué decir de la adorable e “indefectiblemente leal a Trump” como la denominara
The New York Times, Ronna McDaniel?, la preferida del desastroso Tea Party para
obtener la presidencia del Partido Republicano en Míchigan en 2015. y
recomendada por Trump para ser nombrada como presidente del Comité Nacional
Republicano en 2016. Bueno, la distinguida sobrina de Mitt Romney, solo dijo, y
fue suficiente: “El poder absoluto corrompe absolutamente. En innumerables
ocasiones tenemos ejemplos de demócratas que se burlan
de la ley y abusan del poder. Los demócratas arman continuamente a la
burocracia contra los republicanos. Este allanamiento es indignante. Este abuso
de poder debe detenerse y la única forma de hacerlo es elegir republicanos en
noviembre”. Habría que decirle a la poco glamorosa presidente del Comité
Nacional Republicano, que sí, es cierto, el poder absoluto corrompe
absolutamente, como sucede con su adorado por encima de todas las cosas, Donald
Trump, tanto que intentó dar un golpe de estado y animó a una multitud de
estúpidos a asaltar al Congreso. Acusa sin pruebas a supuestos “demócratas que
se burlan de la ley”, algo habitual de la derecha radical republicana.
Para
no agotar la paciencia de aquellos que me lean, no repetir las idioteces
expresadas por algunos de la fauna republicana como el desastroso gobernador de
la Florida, Ron DeSantis o lo dicho por ese hombre de pocas luces que fuera
secretario de estado, Mike Pompeo o lo dicho por el patético exvicepresidente Mike
Pence. En su lugar me referiré a solo dos aspectos: la declaración del Proyecto
Lincoln, un PAC integrado por esa minoría decente que aún queda dentro del
Partido Republicano y a a la nula reacción de los líderes del Partido
Demócrata.
Citado
por The Epoch Times en español, el Proyecto Lincoln declaró en un comunicado
que, el allanamiento a Mar -a- Lago, es una “señal positiva de que Donald Trump
puede ser llevado ante la justicia por la miríada de delitos cometidos por él y
su familia mientras era presidente”; y agregó: “Nunca antes se había
registrado el domicilio de un expresidente en el marco de una investigación
penal. Mientras que esta orden de registro es aparentemente por el mal manejo
de material clasificado, es un delito grave que debe ser investigado a fondo”:
concluyendo que, el allanamiento es el “primer paso para la aplicación de la
ley, o el Congreso, de hacer que Donald Trump rinda cuentas por la orquestación
de una conspiración, para permanecer en el poder, que dio lugar al ataque del 6
de enero en la capital de nuestra nación”.
Mientras
tanto ¿qué ocurre en la escuadra demócrata? Prácticamente nada. Biden ha
rehusado hacer comentarios sobre la redada del FBI y nada ha dicho en contra de
los ataques republicanos. Si el Partido Demócrata no quiere perder la enclenque
mayoría que tiene en el Congreso, debe devolver golpes con golpes más demoledores,
empezando por Biden. Hay que atacar al filibusterismo republicano con la fuerza
política de los misiles HIMARS. Todos los detractores republicanos tienen rabos
de paja y techos de vidrios por donde se les pueda atacar. Biden debe echar a
un lado la caballerosidad y atacar con fuerza, por nombres, demoliendo a Trump
y a los Marco Rubio. ¿Dónde están la senadora Warren y la siempre bulliciosa Alexandria
Ocasio-Cortez? En política quien calle o titubee, pierde. Hay que salir a la
búsqueda del potencial demócrata para que no se queden en las casas sin salir a
votar azul en noviembre. Los republicanos ya cruzaron el Rubicón, ¿qué viene
luego?
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