Mario J. Viera
En el enfrentamiento al régimen del partido
comunista en Cuba, el exilio cubano, necesariamente tiene que captar el favor
de la opinión pública internacional. Se requiere ganar prestigio ante el mundo.
En este propósito, el mundo no debe ver al exilio cubano como un exilio
revanchista, sino verlo como un movimiento sagaz, firmemente democrático, bien
definido en sus objetivos e independiente de cualquier influencia extranjera.
El mundo actualmente ve como vacía de conceptos
originales toda la retórica propia de la guerra fría. Se requiere un discurso
que resalte la lucha de la democracia frente a los movimientos
antidemocráticos; y no el simple clamor del anticomunismo. La lucha por la
democracia de hecho es una batalla en contra de todos los ismos peyorativos.
Para romper la asimetría de fuerza entre los
medios de la oposición democrática y el poder del Estado totalitario, se
necesita compañía y ser visibles, en un enlace de resistencia interna y apoyo
moral de la mayoría internacional.
El régimen dictatorial de Cuba cuenta con
firmes apoyos internacionales y consolidados pilares de apoyo externos, lo cual
queda evidenciado en la actitud de firme rechazo que asume el mundo ante el
embargo comercial y económico impuesto a Cuba por Estados Unidos. Desde su
implantación en Cuba, el régimen de Fidel Castro supo ganarse la simpatía
internacional para que lo vieran como el pequeño héroe enfrentado a un poderoso
monstruo, el sastrecito valiente enfrentado al gigante o la indefensa Andrómeda
amenazada de ser devorada por el ceto, el monstruo marino de Poseidón.
La campaña por la supresión del embargo, que el
régimen cubano y algunos otros gobiernos, denomina “Bloqueo”, se ha convertido
en el póker político que maneja el Partido Comunista de Cuba (PCC) para atraer
la empatía mundial y justificar todas sus deficiencias en lo económico y sus
métodos de accionar represivo en contra del disenso como si fuera la legítima
decisión del pueblo para elegir su sistema político, económico y social.
El pleno de la Asamblea General de las Naciones
Unidas, año tras año, vota casi de manera unánime en contra del embargo
estadounidense y a favor de su supresión. y no todos los delegados que toman
asiento en la Asamblea General son representantes de regímenes autoritarios o
antidemocráticos; prácticamente toda Europa, Canadá, América Latina, Asia y
África, incluyendo a Australia, votan a favor del levantamiento de las medidas restrictivas
de la economía que afectan al gobierno cubano.
Ese rechazo se ha hecho presente en diferentes
foros internacionales., como en la Cumbre de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), donde participan no solo los gobiernos de
Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Entre los acuerdos tomados en la VI cumbre de la CELAC, celebrada el 18
de septiembre de 2021 estuvo, como uno de sus principales la reafirmación de
“su rechazo a las medidas económicas coercitivas no sustentadas en el
Derecho Internacional, incluidas todas aquellas acciones unilaterales
aplicadas contra países soberanos que afectan el bienestar de sus
pueblos y están concebidas para impedirles que ejerzan su
derecho a decidir, por su propia voluntad, sus propios sistemas políticos,
económicos y sociales”.
Ahora bien, existen otros Estados sometidos a
fuertes sanciones económicas, como, por ejemplo, Corea del Norte, y, no
obstante, no hay reacción mundial dirigida a la supresión de esas sanciones.
Existen también regímenes violentos y militaristas, como el de Birmania ante
los cuales la comunidad internacional exige se impongan severas sanciones
económicas.
Sin darle el nombre de “embargo” los Estados
Unidos mantienen un verdadero embargo comercial contra Corea del Norte,
independientemente de que forme parte de la selecta lista de Países
patrocinadores del terrorismo internacional desde el 2017 debido al
desarrollo de su programa nuclear y misilístico. De acuerdo de un “Aviso sobre
las sanciones a Corea del Norte y medidas relativas a su aplicación” dado a la
publicidad por el Departamento de Estado de E.E. U.U. con fecha 23 de julio de 2018 se prohibía, entre muchas
las siguientes: todas las transacciones o actividades que involucren al
Gobierno de Corea del Norte o al Partido Nacional de los Trabajadores de Corea
del Norte; la importación directa o indirecta a los Estados Unidos de cualquier
mercancía, servicio o tecnología de Corea del Norte; la visita a los Estados
Unidos de embarcaciones y aeronaves que hayan visitado Corea del Norte o hayan
efectuado un traslado entre buques con una embarcación que haya visitado Corea
del Norte durante los últimos seis meses; la importación a los Estados Unidos
de mercancías, bienes, artículos y objetos extraídos de minas, producidos y
manufacturados total o parcialmente por ciudadanos o nacionales de Corea del
Norte.
En diciembre de 2017, el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas impuso sanciones severas a Corea del Norte en respuesta a
sus pruebas con misiles balísticos. La resolución, redactada por Estados
Unidos, incluyó medidas para reducir drásticamente las importaciones de
gasolina y otros derivados del petróleo al país asiático en un 90%. El 21
de abril de 2022, la UE añade a 8 personas y 4 entidades a la lista de personas
sujetas a las medidas restrictivas contra Corea del Norte, para elevar hasta 65
el total de personas incluidas en la lista.
Como consecuencia de la crisis de los rehenes
estadounidenses en Irá, en 1971, Estados Unidos impuso severas sanciones
económicas contra el régimen de los ayatolas, las cuales incluían la congelación
de unos 12000 millones de dólares en activos iraníes, depósitos bancarios, oro
y otras propiedades, y un embargo comercial. Cumplido el propósito de
aquellas medidas con la liberación de los diplomáticos y ciudadanos estadounidenses
retenidos por Irán aquellas sanciones fueron levantadas; sin embargo, ante acros
agresivos iraníes contra embarcaciones estadounidenses en el Golfo Pérsico,
Estados Unidos, en 1987 renovó su política de sanciones contra el régimen
persa.
La pretensión iraní de enriquecimiento de
Uranio se previó como una intención de producir armamento atómico, provocó que,
en 2006 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobara una resolución
por la cual se impondrían sanciones económicas contra Irán. Sanciones que
serían impuestas por Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá.
Se han aplicado numerosas sanciones económicas
por parte de Estados Unidos y la Unión Europea al régimen bielorruso de Alexander
Lukashenko; tanto por su accionar represivo hacia los manifestantes pacíficos
que exigían su renuncia, como por su apoyo a los efectivos rusos en la guerra
contra Ucrania organizada por Putin.
En Birmania, tras el golpe militar que derrocó
al gobierno democráticamente electo de Aung San Suu Kyi, miles de birmanos
salieron a las calles en manifestaciones de lucha noviolenta contra la junta
militar. Los militares actuaron de manera brutal contra los manifestantes
desarmados, abriendo fuego contra ellos provocando en pocos días después de la
asonada 1.500 muertos asesinatos, 11.700 personas y cientos de heridos. Ante
la brutalidad del régimen militar el mundo respondió con firmeza.
A pocos días de golpe militar, Gran Bretaña anunció
sanciones contra tres generales, acusados de graves violaciones de
derechos humanos. Como fue reportado por los medios de comunicación
internacionales, el ministro de Relaciones Exteriores británico, Dominic Raab,
declaró al respecto: "Nosotros, junto con nuestros aliados internacionales,
haremos que el Ejército de Myanmar rinda cuentas por sus violaciones de los
derechos humanos y buscaremos Justicia". El gobierno de Canadá, sancionó
también a nueve oficiales de la junta militar golpista.
El 7 de octubre de 2021, el Parlamento Europeo
aprobó una resolución contundente para exigirle al Consejo de la UE congelar
los activos, bloquear las transferencias a los bancos estatales e incluir la Empresa
de Petróleo y Gas de Myanmar (MOGE, por sus siglas en inglés), algo que había
reclamado la organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch.
Como parte de las sanciones económicas contra la dictadura birmana. Varias
empresas internacionales dejaron de actuar en Birmania, entre ellas, la noruega
Telenor, la japonesa Kirin, la francesa Total y la estadounidense Chevron.
Propiamente qué pretende la comunidad
internacional de estados con esas medidas restrictivas, simplemente, tratar de
asfixiar económicamente a esos regímenes y poder desestabilizarlos; ¿no es lo
mismo que se busca con el embargo y las sanciones económicas en el caso cubano?
Es lo mismo; pero la comunidad internacional, la opinión pública internacional
no se pone en contra de las sanciones económicas que se les imponen a Corea del
Norte, a Irán, a Bielorrusia, a Birmania y hasta las que se emplean contra el
gobierno de Ortega-Murillo en Nicaragua. Debe entonces existir una razón que
explique esta dicotomía.
La comunidad internacional se conmociona ante dos
dramáticas condiciones, la seguridad internacional y el derramamiento de
sangre. Ante el peligro de que dos regímenes dictatoriales se equipen con
armamento nuclear y la construcción de poderosos misiles de alcance medio, con
Irán y Corea del Norte, la opinión internacional, ve con simpatías todos
aquellos actos dirigidos a restarles capacidades a esos estados.
La opinión internacional reacciona indignada
contra todos los actos de gran represión violenta contra manifestantes
pacíficos con cientos de muertes y, ven con simpatía a los pueblos donde, a
pesar de la sangrienta represión, mantienen su resistencia firme y constante,
como ha sido en el caso de Bielorrusia y más dramáticamente en el caso de
Birmania. Allá, donde no existe una resistencia popular poderosa contra un
gobierno autoritario y dictatorial enfrentada a la muerte y a la prisión de sus
partidarios, la opinión internacional, solo toma nota y se interesa por algún
otro acontecimiento que llene las páginas de los periódicos.
Las manifestaciones masivas del 11 de julio de
2021 en Cuba, tomó por sorpresa a toda la opinión internacional por lo
inusitado de aquel acontecimiento. El gobierno cubano reaccionó como siempre lo
ha hecho. Dio golpes, realizó numerosas detenciones arbitrarias y culpó aquello
como motivado por los esfuerzos del “imperialismo yanqui” de derrocar a la “revolución”.
No hubo réplicas de movilizaciones, dos días después todo estaba en calma,
salvo los cientos de cubanos que fueron condenados a cumplir largos años de
prisión, por el solo delito de mostrar su descontento. El aparato
propagandístico del régimen del PCC, perfeccionado a lo largo de décadas,
movilizó a sus pilares de apoyo externo de cientos de asociaciones de “solidaridad”
en todo el mundo. ¡Todo era por culpa del “bloqueo” contra una pobre nación,
que hace más agudas las necesidades de su pueblo! Nada de gran importancia, así sería visto todo
aquel movimiento, peores fueron los actos represivos en Colombia y en Chile
contra ciudadanos indignados…
Podemos los cubanos sentirnos indignados por
toda la represión que el régimen llevara a cabo para acallar las protestas;
podemos sentirnos indignados por los juicios amañados que tribunales sometidos
al poder del PCC llevaron contra los manifestantes… pero la comunidad internacional
pasó la página y continuó levantando su voz en contra del “bloqueo”. ¡No hemos
sabido ganarnos la opinión internacional! El exilio cubano debe tomar nota y
sacar experiencias sobre esta amarga realidad política.
El exilio se radicaliza. Miles de cubanos
jóvenes salen a las calles de Miami y hasta se van al DC a plantear su
indignación. Miles de jóvenes que abandonaron el país debido a sus
frustraciones, y esas pasadas frustraciones los radicalizan en el exilio. Por
miles llegan a Estados Unidos luego del 11 de julio de 2021 y del fiasco de la
manifestación cívica que no se dio al 15 de noviembre de ese año; por miles se
cuentan los cubanos desesperados por llegar a la tierra prometida.
Según se reporta en el New York Times con fecha3
de mayo de 2022, que, de acuerdo altos funcionarios estadounidenses, se espera
que este año lleguen cerca de 150.000 cubanos. Desde octubre han llegado a la
frontera sur de Estados Unidos casi 79.000 cubanos, más que en los dos años
anteriores juntos, según las cifras de la Oficina de Aduanas y Protección
Fronteriza. En marzo, más de 32.000 cubanos llegaron a la frontera. Las cifras
son las más altas desde el éxodo de Mariel en 1980, cuando 125.000 cubanos
emigraron a Estados Unidos.
Si se realizara una encuesta seria, ajustada a
parámetros estadísticos precisos, es posible que el número de verdaderos
perseguidos políticos dentro de esa oleada de cubanos migrantes sería mínimo.
Quizá, muchos de ellos harán lo que tanto han criticado los republicanos viajar
a Cuba luego del año y un día de su llegada a Estados Unidos, como establece la
Ley de Ajuste Cubano. Quizá muchos de ellos también se radicalicen y salgan a
pedir invasiones militares humanitarias, que no se envíen remesas a Cuba, Y
salgan y griten: “¡Los demócratas son comunistas!” “¡Donald Trump será el
salvador de Cuba!” Mientras tanto, la opinión pública internacional toma nota y
observa.
Si esos cientos de miles que huyen se hubieran
unido a la oposición, si se hubieran sentido motivados por las manifestaciones
del 11 de julio y se hubieran organizado para continuar las protestas, quizá la
opinión publica internacional daría un giro de ciento ochenta grados para mirar
con simpatía a los que luchan en Cuba contra la dictadura totalitario.
Desde un punto de vista táctico, el exilio
cubano debiera entender la realidad, amarga, desagradable, pero realidad
existente. Hay que ajustars a la realidad y cambiar de manera inteligente la
opinión desfavorable de la opinión pública internacional.
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