Mario
J. Viera
¿Qué
será Cuba tras la caída de la dictadura totalitaria del Partido Comunista de
Cuba (PCC)? Seguramente, mucho mejor que ahora. ¡No hay dudas de ello! ¿Pero
será como tiene que ser, democrática, abierta, transparente, dónde florezcan
todas las escuelas del pensamiento y nadie sea constreñido por su forma de
pensar, de expresar, de creer, de adorar o no adorar? ¿Será en verdad una
nación próspera donde todos disfruten de un modo de vida decente y digno?
La
respuesta puede ser afirmativa y negativa. Todo depende de nosotros, de lo que
hagamos ahora, de la visión de mañana que tengamos hoy.
Por
generación espontánea no caerá la dictadura. Tal vez, por sus propias
contradicciones, la dictadura totalitaria pueda evolucionar hacia un modo de
ser, quizá más soportable; ¡Es posible, sí! Más soportable pero no como debiera
ser. El cambio hay que construirlo. Primero, la acción. Sin actuación nada se
consigue.
En
el presente, ante el drama de la vida actual de la Nación, debemos unir
voluntades a favor del cambio, a favor de extirpar el tumor maligno; y esto
solo se consigue con la acción, pero una acción dirigida, organizada con la
vista puesta en los objetivos cardinales para alcanzar el cambio. No es
necesario el accionar de las armas, solo se requiere decisión, inteligencia y
sagacidad para la resolución de los conflictos: la resistencia popular y masiva
de la lucha noviolenta.
Cuando
hablamos de resistencia popular y masiva, estamos hablando de pueblo; de la
acción emprendida por todos, obreros, campesinos, juventudes, intelectuales,
artistas, emprendedores, católicos, protestantes, evangélicos, y libres
pensadores, no de un solo sector social o de intereses particulares. Para ello
es imprescindible la unidad, no la unidad ideológica como lo entienden los
comunistas, sino la unidad en los métodos de lucha, echando a un lado las
ideologías, para que no se disperse el movimiento actuando cada cual, según su
propio parecer, sino unidos en la prosecución de un principio estratégico que
guíe todas las acciones.
Una
vez alcanzada la victoria, llegará el trabajo de la reconstrucción nacional,
comenzando con el establecimiento de los principios de un estado de derecho;
sin esto no es posible encauzar al país hacia la consecución de una verdadera
democracia, enmarcada dentro de la legalidad jurídica de una Constitución
política del Estado.
He
aquí el primer embrollo: Constitución; pero, ¿cuál Constitución?
Por
ahí, hay algún que otro, proponiendo que, al menos, de forma provisional se
mantenga la Constitución del 2019, con la supresión de los artículos que
establecen el papel dirigente del PCC sobre el Estado y la sociedad, y la
irrevocabilidad del socialismo. También los hay, sugiriendo legislar una nueva
Constitución. Por supuesto que esto requeriría que el gobierno de transición
actuaría sobre la base de unos estatutos constitucionales elaborados a
propósito; algo así como lo hecho por Fulgencio Batista tras el golpe de estado
del 10 de marzo de 1952.
Esta
propuesta requiere, primero, tener elaborado un proyecto constitucional;
segundo facultar capacidad legislativa al gobierno de transición para dictar
una ley electoral que establezca el procedimiento para la elección de una
Asamblea Constituyente Soberana que, al mismo tiempo, actúe como Poder
Legislativo y Poder Constituyente; mientras tanto, todo al garete.
Los
proponentes de crear una nueva Constitución para la República posterior al
régimen totalitario, se presentan dentro de dos campos, el de aquellos que
presumen de iniciativas “novedosas”, y el de los que responden a una ideología
económica dada. Los primeros no merecen un análisis; los segundos sí habrá que
enfocarse en sus concepciones ideológicas. Jorge A. Sanguinetty,
por ejemplo, expone una tesis de realidad cuestionable, al decir: “la
instalación de un sistema democrático de gobierno no sucederá automáticamente
después del fin del castrismo o del socialismo en Cuba, tampoco será automática
la instalación de una economía de mercado. Al mismo tiempo, los dos objetivos
guardan una gran asimetría en cuanto a requerimientos y a condiciones para
lograrse”, A partir de este concepto y de sus concepciones ideológicas del
neo liberalismo económico. Sanguinetty intuye, como sinónimos de socialismo, la
calificación de “avanzada” o “progresista” que históricamente se ha hecho del texto
del 40, considerando además que la carta de 1940 estuvo “influenciada por
doctrinas económicas ya superadas como la del estado benefactor y las
proposiciones de Keynes”; doctrinas económicas ya superadas, es decir, reemplazarlas
por doctrinas económicas modernas, como la que postula, por ejemplo la Escuela
de Chicago, con un nuevo quehacer de los “Chicago Boys” que fomentaron el
supuesto y falso milagro económico del Chile de Pinochet.
No
obstante, cuando al afirmar que la Constitución del 40 “sería un impedimento en
el desarrollo económico de Cuba”, Sanguinetty se contradice cuando agrega:
“incluyendo la recuperación de los niveles de vida alcanzados antes de Castro”;
es decir, los niveles de vida alcanzados en Cuba antes de Castro. precisamente
alcanzados bajo la vigencia de la Constitución de 1940. Muy de aires de
sapiencia, Sanguinetty predica y
amonesta, advierte que la Constitución del 40 “incluye una serie de
artículos que no son congruentes con una economía de mercado”. Entre 1940 y
1952 parece que en Cuba no funcionó una economía de mercado según se deduce de
lo afirmado por el ilustre economista. Y sentencia Sanguinetty: “Sobre esta
noción me baso para afirmar que la restauración de la Constitución del 40 no
sólo impediría el pleno desarrollo de una economía de mercado en el país, sino
que también haría muy difícil la recuperación de los niveles de producción
necesarios para superar la crisis actual”. Presupuesto de opinión no
factual.
La
economía es un factor social; actúa dentro de la sociedad y sus resultados
afectan de una manera u otra a todos. Si existen trastornos dentro de la
economía todos serán afectados, baja producción, elevación de los precios, déficits
en la balanza comercial, aumento de los intereses bancarios, bajos salarios,
aumento de las bancarrotas… ¿Debe el Estado, como representante de la sociedad
organizada políticamente, cruzarse de brazos a la espera de la actuación de la “mano
invisible del mercado”?
Políticas
económicas agresivas con implantación de medidas de choque pueden generar un
crecimiento económico y generar mayor prosperidad y sin embargo no hay prosperidad
para todos y sí para una determinada élite social; ¿debe el Estado mantenerse
aparte, viendo como crecen las diferenciaciones sociales y aumentan los índices
de pobreza?
El
Estado debe limitar sus esferas de poder en cuanto al imperio de los derechos
humanos, políticos y civiles, inherentes a todo ser humano, y actuar para
garantizar todos los derechos sociales, derechos a salarios y viviendas dignos,
derechos a la atención médica y al disfrute de una enseñanza al alcance de
todos. La economía, por supuesto es pragmática basándose en los enunciados de
riesgos y beneficios; pero no debe aislarse de las necesidades básicas del ser
humano. Eso no es socialismo y mucho
menos comunismo. Sin justicia social no hay disfrute pleno de la democracia. La
democracia plenamente ejercida genera riquezas, desarrollo y prosperidad,
No
hay necesidad de inventar nuevos textos constitucionales cuando ya se cuenta con
uno. Como lo expone José Gabriel Barrenechea: “Hoy que la nación cubana se
aproxima al inexorable momento en que deberá asumir nuevos y diferentes
caminos, se necesita de una constitución escrita que nos guíe en ese difícil
trance, y esta no será eficiente si no nace del país y de su historia.
Estamos obligados en consecuencia a recuperar nuestra tradición constitucional
(…) [La Constitución de 1940, es] el resultado de una asamblea constituyente
electa como resultado del sufragio de todos las cubanas y cubanos mayores de 21
años, sobre cuyas sesiones se ejerció el más estricto control popular, en un
ambiente de completa libertad de pensamiento y expresión, como podrá comprobar
cualquiera que abra la prensa de la época o los dos gruesos tomos de su Diario
de Sesiones”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario