Mario
J. Viera
“Los portadores de la antorcha” es una obra monumental de Anna Hyatt Huntington, donada a Cuba en 1956. Ubicada en el parque donde confluyen las avenidas 20 de Mayo y Ayestarán en La Habana, a pocas cuadras del edificio de la Biblioteca Nacional. |
Hay
en La Habana un conjunto escultural que siempre me llamó la atención por el
simbolismo que representa. Sobre un brioso corcel, un hombre joven que le
cabalga, extiende su mano, hacia un anciano tendido en el suelo, para tomar la antorcha
que este le alcanza. Aunque el título de esa hermosa obra escultural es “Portadores
de la Llama”, yo le veía, y pienso que también así lo concibió su autora,
con un significado mayor, el del relevo de las generaciones, el continuar hacia
adelante llevando el alto los fuegos de las nuevas ideas,
Las
juventudes se imponen. Cada generación porta nuevos valores. Rompe con los
moldes viejos y va en continuo afán de progreso; continuadora de la generación
anterior, pero inspirada en sus luchas, busca completar las metas que quedaran
inconclusas.
Tal
es la fuerza latente que existe entre las juventudes, en general, y entre los
jóvenes universitarios, en particular, que los regímenes totalitarios siempre
han intentado atraerlos con los dulces ideológicos de patria, nación, raza y
clase, para así poderles controlar. Es que las juventudes son rebeldes, y esa
rebeldía, las dictaduras totalitarias buscan darle cause seguro a sus intereses,
vertiendo sobre jóvenes influenciables el néctar ideológico del heroísmo, de la
entrega total a la causa y al líder que encarna la grandeza de la patria,
Nota
característica de todos los regímenes totalitarios es la intención de crear,
por medio de la organización y control de las juventudes, y su
indoctrinamiento, un “hombre nuevo” semejante al Übermensch, el
superhombre imaginado por Friedrich Nietzsche. Un hombre ciegamente obediente a
todas las directivas de la alta dirección del Estado y del partido, capaz de
acometer cualquier acción “heroica” necesaria.
Aunque
hay jóvenes ancianos, de mentalidad conservadora y espíritu reaccionario, en la
juventud, en toda su generalidad, pervive un rebelde. La esencia de la
juventud, en general, y de los estudiantes universitarios, en particular, es la
inconformidad, la actitud iconoclasta, el rechazo a todo lo impuesto y a todo
lo pasado.
Siempre
en todo proceso de cambio, el estudiantado, en general, está a la vanguardia, Y
esta actitud la explica la socióloga checa Jiřina Šiklová: “Los estudiantes
universitarios se sienten más atraídos por valores abstractos como justicia,
derecho, patria, nación, que por temas concretos como el aumento de salarios o
mejores condiciones para los empleados de alguna empresa. Además, son todos
jóvenes y todos se están preparando para su futura carrera. Y como no trabajan,
pueden salir a protestar prácticamente en cualquier momento del día”.
En
Cuba, en 1933, el régimen autoritario de Gerardo Machado fue abatido por la
concertación de dos fuerzas de resistencia, los obreros y el Directorio
Estudiantil. En 1952 fueron los estudiantes universitarios los que dieron
inicio a la rebeldía en contra del golpe de estado del 10 de marzo de 1952.
Fueron jóvenes universitarios los que se sacrificaron en un intento fallido de
magnicidio asaltando al Palacio Presidencia el 13 de marzo de 1956, Jóvenes eran
los miembros de las células revolucionaria que se enfrentaron y murieron en
lucha violenta contra las fuerzas de la dictadura batistiana, la mayoría
jóvenes idealistas, no comunistas, que soñaban con un futuro mejor para el país
y cuya sangre fuera traicionada por el poder castrista, el de Fidel Castro.
Juventudes
universitarias fueron los principales actores de la revuelta en Hungría en
contra del régimen comunista; fueron las marchas estudiantiles en
Checoeslovaquia las que trazaron la Revolución de Terciopelo.
Ya
desde los inicios de la dictadura de Fidel Castro, se veía al movimiento
estudiantil y, en especial, a la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU)
como un potencial centro de resistencia al régimen de gobierno que Castro
intentaba implantar. En 1962 se suprimió la autonomía universitaria, una
conquista democrática que estaba vigente en Cuba desde la proclamación de la
Ley Docente de enero de 1937, aprobada durante el gobierno de Federico Laredo
Bru y consolidada en la Constitución de 1940 por los postulados de su artículo
53. El propósito buscado, era el control del estudiantado universitario, lo
cual se conseguiría reformando la Federación de Estudiantes Universitarios para
convertirla, de hecho, en un apéndice de la UJC.
El
papel que los estudiantes universitarios juegan en el planteamiento y solución
de conflictos, es su destacado protagonismo para impulsar los cambios sociales.
La captación del movimiento estudiantil debiera ser una de las labores
primarias de la resistencia; el rescate de las tradiciones de combate de la FEU
y la campaña a favor de la autonomía universitaria.
Hay
que ganarse a las juventudes para la resistencia noviolenta. Desde la
generación del 61, cuando contingentes juveniles combatieron en los pantanales
de Playa Girón, defendiendo una revolución que ya les habían robado y
traicionado, han transcurrido cuatro generaciones hasta el 11 de julio de 2021.
Un relevo generacional se ha producido, diferente a la ya envejecida generación
del 61; son los bisnietos de aquella generación, la generación de los milenios,
comprendida entre las edades de 16 y 20 años. Una generación bien distante del
año de 1959, del año de 1961 y del 1962. Incluso, distante de los años de la
década de los 80, cuando nació en Cuba el movimiento civilista en defensa de
los derechos humanos. Ellos son ese joven, representado en la escultura, de Anna
Hyatt Huntington, que cabalgando sobre brioso corcel se dispone a retomar de la
mano de las generaciones que le precedieron la llama de la resistencia.
Los
que ya cargamos con años y arrugas debemos cederles paso a las nuevas
generaciones y conformarnos con el papel de consejeros.
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