viernes, 3 de mayo de 2013

Respondiendo a las interrogantes de Ariel Hidalgo


Mario J. Viera

Tres son las interrogantes que nos formula el profesor Ariel Hidalgo a propósito del embargo comercial que Estados Unidos mantiene en contra del régimen castrista: “¿A quién le sirve realmente? ¿A quién verdaderamente perjudica?, y  nos llama a que pensemos por nosotros mismos, para que analicemos “seriamente, serenamente, sin fanatismos, si vale la pena mantener una política que evidentemente ha fracasado”.

Empezaré cuestionándome si realmente la opinión que expresara Berta Soler de mantener el embargo de Estados Unidos es, como apunta Hidalgo, “una gran ingenuidad (…) sostener que la política estadounidense de embargo contra Cuba le quita oxígeno al régimen castrista y que es un costo que debe pagar por sus reiteradas violaciones a los derechos humanos”.

Mientras el régimen de Fidel Castro contaba con los muy generosos subsidios soviéticos, el embargo comercial no representó  un escollo determinante para su existencia y continuidad y servía muy a propósito para su coartada de plaza sitiada. El embargo, entonces, permitía justificar su política represiva y sus constantes llamados a la defensa de la patria y el socialismo, por ello le era conveniente que se mantuviera el embargo. Cuba recibía petróleo de la Unión Soviética a precios preferenciales y con la posibilidad de revender en el mercado internacional parte del crudo que recibía. El azúcar que exportaba a los países del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) se cotizaba por encima de los precios del mercado internacional; por otra parte ─ con independencia del embargo ─ Cuba comerciaba ampliamente con numerosos países de Europa, Asia y América Latina recibiendo créditos favorables de esos países. Con todo ese apoyo económico el castrismo pudo darse el lujo de promover la subversión apoyando y entrenando a grupos guerrilleros en América Latina, y participando en aventuras intervencionistas en conflictos bélicos en Africa.

Pero la situación entró en crisis luego de la caída del bloque soviético y la desaparición de los subsidios económicos y militares que le proporcionaba la desaparecida Unión Soviética. El régimen se vio urgido a establecer un sistema de subsistencia estricto que se conoció como “periodo especial en tiempo de paz”. Conociendo la precariedad de su sistema, el régimen incrementó su política represiva mientras buscaba desesperadamente aliados internacionales que le sirvieran de apoyo económico y político y ganar un poco más de tiempo para mantenerse en el poder. Su tabla de salvación vino de la mano de Hugo Chávez quien pondría las riquezas venezolanas en función de su sostén y sobrevivencia y le ayudaría a salir paulatinamente de la crisis del denominado periodo especial. El embargo de Estados Unidos comenzaba ahora a afectar seriamente al castrismo.

La bonanza venezolana no puede durar eternamente y eso lo sabe muy bien Raúl Castro. Los precios del petróleo comienzan a reducirse con lo cual a la economía venezolana le resta capacidad de sustentar el clientelismo que Chávez logró obtener a favor de sus ambiciones de liderazgo internacional mientras subsistía el boom de los precios petroleros. La gravedad de la salud de Hugo Chávez y su muerte posterior planteó una seria preocupación para el gobierno de los hermanos Castro. Rápidamente maniobraron para lograr un chavismo sin Chávez que les proporcionara la asistencia económica que tan urgentemente necesitan y que se mantuviera durante el mayor tiempo posible que la situación política de Venezuela permitiera. Sin embargo el gobierno de Nicolás Maduro es por su esencia de ilegitimidad muy débil y puede caer en cualquier momento como consecuencia de sus errores o por accionar de sus competidores dentro de los marcos de PSUV. Los Castro están conscientes de esta situación y saben que perder el oxígeno que le aporta el chavismo les traería consecuencias imprevisibles.

Según el criterio de Hidalgo, la dirigencia castrista “es capaz de sacrificar todas sus metas económicas en pos de alcanzar sus objetivos políticos” lo cual es cierto pero dentro de ciertas condicionales. El castrismo, históricamente ha antepuesto lo político a lo económico, pero siempre en el plano interno; puede afectar a la economía interna para impulsar movilizaciones y operaciones militares en gran escala o parar las operaciones fabriles para montar un desfile de “reafirmación revolucionaria”; pero no puede dejar de obtener recursos económicos en moneda fuerte para sustentar a su Estado, sus fuerzas armadas, sus aparatos represivos y de inteligencia, su colosal campaña de propaganda a nivel internacional y mantener la hegemonía de la élite partidista y del propio Partido Comunista; para eso necesita recursos.

Para obtener los recursos que les permita ganar tiempo y darle un alargamiento a su poder, los Castro buscan inversiones extranjeras en empresas compartidas, se empeñan en el desarrollo del turismo a gran escala y sobre todo requieren acceder a fuentes de crédito financieros. No se trata de ideología sino del pragmatismo del poder, si hay que abrirse a la inversión privada y a las operaciones de las transnacionales se decidirán por esto siempre que se mantengan como único poder, sin admitir disidencia u oposición y con todo su aparato represivo funcionando. ¿Dónde pueden encontrar los recursos que necesitan y el impulso económico que tan imperativo les resulta? La respuesta es simple: Estados Unidos. Tener acceso a sus créditos, a su mercado y poder recibir el poderoso turismo estadounidense.

Entonces, bajo estos criterios no sería una gran ingenuidad “sostener que la política estadounidense de embargo contra Cuba le quita oxígeno al régimen castrista” y en conclusión Berta Soler estaría muy atinada cuando reclamó que mantener el embargo, no contra Cuba,  sino contra el castrismo, es quitarle oxígeno a la dictadura.

Realmente hay que ser ingenuo en sobremanera pensar para que el embargo “le brinda también al gobierno cubano una magnífica justificación ante el mundo para reprimir a disidentes como a la propia Berta Soler bajo el pretexto de que le hacen el juego al imperio en su ambición de aplastar la soberanía de la patria”. Ningún gobierno serio puede justificar que cualquier otro gobierno reprima a sus opositores bajo un pretexto tan absurdo como el de la defensa de su soberanía. ¿Existe la posibilidad de justificar que el gobierno de Corea del Norte reprima hasta con la muerte a sus opositores con la excusa de las sanciones internacionales que se le han impuesto? Corea del Norte podría tener esa “magnífica justificación ante el mundo”.

En los países del Socialismo del Siglo XXI se reprime a opositores y a la opinión contraria bajo el pretexto de ser “lacayos del imperialismo” sin necesidad de escudarse bajo una política de embargo contra ellos dictada por los Estados Unidos.

En Cuba tuve contactos con muchas sedes diplomáticas extranjeras, en ninguna de ellas pude percibir que los gobiernos que ellas representaban justificaran la represión castrista como resultado del embargo estadounidense. Todos esos funcionarios diplomáticos con los que tuve contactos sencillamente se solidarizaban con los opositores y disidentes cubanos, independientemente de que por razones de estado no condenaran directamente al gobierno de Fidel Castro en ese entonces. Esas mismas razones de estado de muchos gobiernos para reconocer al castrismo responden a un catálogo amplio de criterios; unos aspiran a poder cobrar la deuda económica que el castrismo tiene con ellos; otros quieren tranquilidad social en lo interno evitando irritar a los grupos de izquierda extremista; otros, no pocos, por ser gobiernos autoritarios o dictatoriales; muchos por irle a la contra a los Estados Unidos, ninguno por solidaridad real con los Castro.

Es por estas razones que año tras año como expone Hidalgo, “más del 98 por ciento de esos gobiernos votan en la ONU contra Estados Unidos” en rechazo al embargo.

Tiene completa razón Ariel Hidalgo cuando afirma: “Ya ese gobierno ha demostrado sobradamente lo poco que le importa si ese pueblo sufre hambre o precariedades pues, después de todo, una población que tiene que pensar día a día cómo “resolver” su subsistencia, no tendrá tiempo ni espacio en sus cabezas para plantearse el alcance de metas políticas”. Tan cierto es que no dejaría de serlo aun si los Estados Unidos levantara unilateralmente el embargo. La supresión del embargo no modificaría significativamente la miseria y las precariedades de la población cubana; porque al totalitarismo lo que le interesa es garantizar que exista, esto que ha expresado Hidalgo, una población que tiene que pensar día a día cómo “resolver” su subsistencia, para que no tenga “tiempo ni espacio en sus cabezas para plantearse el alcance de metas políticas”.

Con esto dejo respondidas las interrogantes de Ariel Hidalgo sobre el tema del embargo “seriamente, serenamente, sin fanatismos”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario