Francisco Rivero Valera. EL UNIVERSAL
La Venezuela de hoy se mira como lo
hace un bizco. Un ojo mira hacia dentro. Y el otro, hacia afuera.
El ojo que mira hacia dentro ve
nuestra vida íntima, con graves problemas sociales denunciados a cada rato. Se
han denunciado tantas veces que cualquiera puede decir que está harto y
paranoico con tanta cantaleta, en parte por un Gobierno que hace mutis a las
denuncias y, en parte porque la alarma de los problemas continúa encendida en
rojo, de alerta máxima, sin ninguna solución. Sirvan como ejemplo, por enésima
vez: la polarización radical de la población política. Altos índices de
inseguridad. Alta inflación. Desabastecimiento. Y otros que no vamos a repetir
nuevamente.
Sin embargo, con ese ojo que mira
hacia dentro, esta semana también podemos ver 2 aspectos muy importantes: la
impugnación de las elecciones ante el TSJ o Tribunal Supremo de Justicia y la
revisión del 46 por ciento de cajas electorales restantes.
De la impugnación ante el TSJ, todo el
mundo sabe que la oposición está ejerciendo ese derecho en base a miles de
denuncias de irregularidades en el proceso electoral, que inducen al pensar en
el fraude.
Lo que no se sabe es si en ese
organismo controlado por el Gobierno se va a imponer la justicia, para
dictaminar que la impugnación es procedente, o simplemente la injusticia, para
descartar ese recurso legal. Y declarar: ganó Maduro. Sin embargo, los
venezolanos tenemos esperanzas que no paralizan y que nunca se pierden: en la
nueva directiva del TSJ que comienza, en las instancias internacionales y en
las sabias palabras de Tácito: "la
verdad se robustece con la investigación y la dilación. La mentira con el apresuramiento y la
incertidumbre".
Otra cosa es la revisión del 46 por
ciento del resto de cajas electorales.
Por un lado, está siendo realizada a
puertas cerradas, sin la presencia de representantes de la oposición, que es la
demandante, y sin revisión de los cuadernos electorales. Por lo tanto, es
improcedente y maquiavélica por ausencia de la demandante y por omisión
intencional de la revisión de los cuadernos electorales, punto clave para
demostrar o descartar el fraude, pero punto de terror para el oficialismo. O
sea, sería una revisión sesgada y también preparada para facilitar declarar, al
final: ganó Maduro. Faltaría ver si todavía existe el mismo grupito de
venezolanos que continúa creyendo en tantas mentiras.
Mientras tanto, y afortunadamente, el
otro ojo está mirando hacia afuera, es decir, hacia el exterior.
A nivel internacional se percibe la
extensión del rechazo hacia el gobierno ilegitimo de Venezuela. Y se nota en la
aguda actitud de los países de la región: en la oposición de Uruguay. De
Paraguay. En la reacción parlamentaria de Perú. En las respuestas de los
presidentes de Colombia, Estados Unidos y España. De la ONU y el Parlamento
Europeo. Y aunque faltan los gobiernos de los países chulos, las reacciones de
protesta con cacerolazos y mensajes en la red social de la población en
Argentina y demás, ya son noticia en la prensa internacional.
En pocas palabras, tenemos 2 ojos que
miran en diferente dirección: uno, hacia la eterna manipulación gubernamental
de los poderes del Estado, para ratificar la ilegitimidad presidencial. Y el
otro mira el apoyo del resto del mundo para restablecer la democracia.
Pero, al final, más pronto que nunca,
todos los venezolanos lograremos mirar hacia la misma dirección: hacia una
Venezuela democrática con un futuro mejor.
Amén.
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