Mario
J. Viera
Ha
propósito he empleado el término militar de “campaña” para denominar el proceso
electoral que comienza ahora en Estados Unidos. Una que será verdadera batalla
campal entre dos posiciones totalmente irreconciliables, la que presenta Hilary
Clinton y la que enarbola el recién llegado a la política Donald Trump. ¿Cuál posición
prevalecerá? Eso lo decidirá el electorado.
La
incógnita del momento se llama Donald Trump, porque nadie, ni simpatizantes, ni
detractores tiene la definición exacta de la verdadera personalidad política
del diletante aspirante por el Partido Republicano. El Corresponsal de 'La
Vanguardia' en Washington, Marc Bassets, en un artículo publicado en el diario
español El Pais ha planteado una cuestión cardinal sobre la personalidad
política de Donald Trump al expresar: “Se
ha comparado a Trump con líderes fascistas, con el ex primer ministro italiano
Silvio Berlusconi, con el nacionalismo del presidente ruso Vladímir Putin, con
caudillos latinoamericanos. Ninguna etiqueta lo explica del todo”. Y, en
verdad ninguna etiqueta cabe para definir la personalidad política de Trump. Tal
vez sea la psicología la que pueda definirle en toda su extensión. ¿Posee
Donald Trump un conflicto, un trastorno de personalidad?
Analicemos.
“Trump es notoriamente sensible a las
críticas e intolerante con la oposición”, así lo expone el profesor de la
Universidad de Columbia y autor del libro “La
anatomía del fascismo”, Robert O. Paxton. Primer rasgo de su personalidad
psicológica.
Tal
como rememora Marc Bassets: “Trump,
candidato del Partido Republicano a las elecciones presidenciales de noviembre,
amenaza con represalias contra grupos de comunicación críticos si es
presidente. Insinúa que los jueces hispanos o musulmanes no están capacitados
para juzgar casos que le conciernen”. Así declaró durante una concentración
de campaña en San Diego: “Tengo un juez
que odia a Donald Trump, un rencorosos. Él es un rencoroso. Deberían investigar
al juez Curiel, porque lo que está haciendo el juez Curiel es una vergüenza
total. ¿Está bien? Pero volveremos en noviembre. ¿Sería salvaje si soy
presidente y volver y hacer un caso civil? Donde todo el mundo le guste. Está
bien. Esto se llama vida, gente”. Esto es, de modo simple, una manifestación
de rencor y revanchismo. Segundo rasgo de su personalidad.
Como
prolífico autor ha publicado numerosos libros presentándose como consejero del éxito.
Obsesivo en su bibliografía donde no deja de resaltarse y de hacer su propia
apología. ¿Acaso esto no es una manifestación de narcisismo? Tercer rasgo de su
personalidad.
Trump
ha dicho claramente criticando a sus contendientes por la nominación: “Creo que la única diferencia entre los otros
candidatos y yo es que soy más honesto y mis mujeres son más bonitas”. En
1991 declararía a la revista Esquire:
“Ya sabes, en realidad no importa lo que
digan de ti, mientras tengas a tu lado un joven y hermoso trasero”. Hermosas
mujeres a sus 70 años y ya ha insinuado poseer generosos órganos genitales. Él
es el gran macho, el que conquista mujeres dos décadas más jóvenes que él: “Las mujeres encuentran que mi poder es tan
excitante como mi dinero”. Cuarto rasgo de su personalidad.
¿Quién
es Donald Trump? ¿Un hombre coherente o un hombre con trastornos de personalidad?
Los
cuatro rasgos de la personalidad de Donald Trump que he reseñado brevemente son
característicos de una persona bajo un definido complejo de inferioridad que
trata, por todos los medios, de superar esa condición esquizoide empeñándose en
enfrentar retos difíciles que oculten su trastorno de personalidad. Pero
alguien pudiera alegar en contrario que Donald Trump había nacido rico y había
heredado la fortuna del padre y su experiencia para hacer negocios. No
necesariamente nacer rico evita el trastorno del complejo de inferioridad,
Existen múltiples situaciones de índole traumática que conducen al complejo de
inferioridad; el desprecio de los progenitores, ya sea el paterno o el materno;
la corrección severa de las faltas cometidas en la infancia o en la adolescencia
pueden desatar el síndrome del sentimiento de inferioridad.
“Éramos una familia unida, tenía dos hermanas
y dos hermanos. ─ Declaró Donald Trump en el programa emitido por Entertainment Television, True Hollywood Story ─ Mi mamá era ama de casa y mi papá constructor";
en este programa Trump se autodefinió como un "adolescente rebelde",
quien con solo trece años fue enviado a una escuela militar, más exactamente un
Boot Camp. "Fue duro, aunque recibí una gran educación en varios sentidos. Eran
tipos acostumbrados a lidiar con mal criados como yo".
No
obstante, Trump convence a un importante sector del electorado, un sector acrítico
que se niega a tomar en cuenta sus aspectos negativos cuales fieles cultivadores
de una secta religiosa. Trump es su profeta; él está por encima del común de
las gentes…
Digámoslo
de una vez, Trump no es una personalidad maquiaveliana; él es un mercader y un
ignorante en política. Posiblemente nunca haya leído a El Príncipe de Maquiavelo, ni tenga idea de quién es Max Weber, ni
haya aprendido de Carl Schmitt a pesar de que, el antagonismo sea la esencia de
sus relaciones políticas. Más que nada la personalidad política de Donald Trump
es una de corte nietzscheana y que haya bebido de la fuente del Así habló Zaratustra, del Ecce Homo y de El Anticristo de Friedrich Nietzsche.
La
actual campaña no se basa solo en la opción de dos posiciones ideológicas entre
los partidos demócrata y republicano, ni del debate entre progresistas y
conservadores, se trata en el conflicto existente entre democracia y plutocracia.
Sin embargo, ya antes lo he dicho en una nota. De resultar electo presidente,
Donald Trump encontrará enormes dificultades para impulsar sus proyectos frente
a un Congreso que le será desfavorable y sin apoyo de gran parte de los
congresistas republicanos y sin ninguno de la parte de los congresistas demócratas
y siempre como fatum del Impeachment
colocado sobre su cabeza como despiadada espada de Damocles.
Finalmente.
en estas elecciones se decidirá si “el
gobierno del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo, prevalecerá”.
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