Mario J. Viera
I
Todo
partido político representa una opción de gobierno. Los partidos se estructuran
sobre un programa de propuestas afines a un sector de la población dentro del
cual buscan sus adherentes. Alcanzar el poder es el objetivo final de todo
partido político, empleando para ello una estrategia elaborada a tal propósito.
La
oposición cubana debe organizarse políticamente, dejando de ser simples grupos
contestatarios. No se trata solo de hacer resistencia al gobierno, sino que
debe convertirse en fuerza de presión sobre el gobierno. Es necesario plantear el
desafío político, el que como define Gene Sharp en De la Dictadura a la Democracia, es el medio idóneo para negarle al
régimen el acceso a sus fuentes de poder fundadas en la cooperación, sumisión y
obediencia de la población. La puesta en práctica de lucha no violenta. Por
tanto, la oposición debe dejar de ser expresión disidente para proponerse como
una opción diferente de gobierno; como oposición con objetivos definidos.
Captar
el apoyo de la población, inicialmente quizá, como apoyo silencioso, pero,
posteriormente, como apoyo definido. Y este apoyo no se alcanza lanzando solo
consignas que pudieran considerarse subversivas, como es gritar “¡Abajo Fidel!”,
“¡Abajo Raúl!”, o “¡Abajo el comunismo!” que intimidan a la población ante el
riesgo de la represión. Deben elaborarse consignas que pongan su atención en
los problemas que enfrenta toda la sociedad, el salario, la alimentación, las
condiciones de la asistencia médica, las deficiencias en la transportación pública,
el suministro de agua, las condiciones habitacionales y muchas otras de igual
corte, y siempre aclarando e instruyendo que toda esa problemática solo es
posible superarla con la sustitución del régimen por un gobierno de carácter
democrático y que ese gobierno solo es
posible con el triunfo de la oposición.
La
oposición debe elaborar un programa mínimo de gobierno y hacerlo conocer por la
población. Esto en un primer acercamiento.
Se
debe estudiar y elaborar una estrategia de lucha fundada sobre las realidades
nacionales y sobre la capacidad de movimiento y organización de la oposición. Lo
ideal es alcanzar un consenso entre los diferentes grupos opositores en torno a
una plataforma común que no necesariamente tenga que constituirse en un solo
partido de toda la oposición. No obstante, si este ideal no es alcanzado, un
grupo opositor debidamente organizado que cuente con líderes aptos podría
asumir el desafío político por sí mismo.
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