Mario J. Viera
II
Hemos
hablado de desafío político dirigido a alcanzar el apoyo de la población para
restarles fuerzas a la dictadura y debemos insistir en este tema, desafío
político; pero este desafío tiene como base lo político y, por tanto, se debe
pensar políticamente. Y la política es un conflicto entre posiciones diferentes
de poder; es la lucha por desplazar al adversario y ocupar su posición, tal y
como se organiza una batalla militar: ocupar posiciones, sostenerlas y
finalmente integrarlas; o como definiera Carl Schmitt en “El Concepto de lo
Político”, “la esencia de las relaciones
políticas es el antagonismo concreto originado a partir de la posibilidad
efectiva de lucha”.
El
tiempo de lo político se conjuga en presente. Es lo que, en el momento, hoy, se
requiere. Y el plan de lo político se tiene que fundamentar sobre la realidad
actual, valga decir, Realpolitik, que como afirma el politólogo Fernando Mires,
significa “hacer política de y en la realidad”. Si se descuida lo real objetivo
a favor de lo ideal subjetivo se termina en el fracaso de todo empeño. La
política es una práctica que tiene lugar en el plano de la realidad concreta de
acuerdo a la dimensión exacta de las diferencias entre fuerzas antagónicas en
el marco de la lucha por el poder; esta es una definición correcta de lo que
sería pensar políticamente. Por tanto, se debe imperativamente pensar
políticamente.
Volvamos
a Carl Schmitt para definir el enemigo en el plano político: “El enemigo político ─ nos instruye Schmitt ─
no tiene por qué ser moralmente malo; no tiene por qué ser estéticamente feo
(…) Es simplemente el otro, el extraño, y
le basta a su esencia el constituir algo distinto y diferente en un sentido
existencial especialmente intenso de modo tal que, en un caso extremo, los
conflictos con él se tornan posibles, siendo que estos conflictos no pueden ser
resueltos por una normativa general establecida de antemano, ni por el
arbitraje de un tercero ‘noinvolucrado’ y por lo tanto ‘imparcial’”. Esto
nos conduce a dos propuestas de Gene Sharp: Primero, no depositar las
esperanzas de liberación en salvadores extranjeros como “las Naciones Unidas, un país en particular o sanciones internacionales
económicas y políticas”. Segundo, no dar mayor influencia al diálogo o a
las negociaciones entre demócratas y dictadura. “El triunfo lo determina con más frecuencia, no la negociación de un
arreglo, sino el uso acertado de los métodos de resistencia más apropiados y poderosos
posibles”.
En
todo actuar político frente a una dictadura es imprescindible evitar la
improvisación; cada paso que se dé debe ser previamente bien pensado.
La
oposición debe prepararse para alcanzar el poder, y, por tanto, debe contar con
líderes que posean cultura política. Es necesario estudiar sin dejar de actuar.
Todo gobierno es un problema sumamente complejo y hay que estar preparados para
tener la capacidad de enfrentar las complejidades del gobierno. Cuando esto se
alcanza crece la confianza de los grandes grupos de la población en sus
líderes.
Llegar
al poder significa, restaurar la República; pero para instaurar la República
hay que transformar, abatir las estructuras del Estado totalitario; significa
una remodelación de todo el actual sistema legal. Remodelar el Poder Judicial y
restablecer el Poder Legislativo transfiriendo el ejercicio de dictar las leyes
al Congreso. Una tarea si se quiere titánica que debe enmarcarse dentro de
específicas estructuras jurídicas. ¿Está la oposición cubana preparada para
enfrentar estas transformaciones y gobernar al país? El talento y la cultura
política que existe en el exilio puede ser de gran ayuda, pero no lo
suficiente.
¿Partir
de cero? No necesariamente. Primero, hay que rescatar la tradición legislativa
y constitucional de la República y, para ello partir del reconocimiento de la
Constitución de 1940 como el instrumento legitimador de la lucha política
opositora y principio y guía para la formulación estatal. No es necesario
legislar un nuevo documento constitucional, ni perder tiempo en programar una
nueva Asamblea Constituyente, tiempo que se requerirá para las imprescindibles
tareas que se requieren acometer para darle solución a los múltiples y
complejos problemas que plantea el salto hacia la democracia.
Segundo,
poner en vigor las leyes elaboradas en el país y que estaban vigentes antes del
10 de marzo de 1952. Código Civil, Código del Comercio, Código de Defensa Social
(Derecho Penal); Leyes complementarias de la Constitución: Ley No. 13 de
diciembre 23, 1948 (Creadora del Banco Nacional de Cuba), Ley 14 del 20 de
diciembre de 1950 (Tribunal de Cuentas). Además, el Decreto Nº 2059, de 6 de
octubre de 1933, publicado en la Gaceta Oficial el 9 de octubre de 1933 que
declaraba la autonomía universitaria.
Toda
la producción legislativa, bastante extensa de la República no se ha perdido. En
universidades estadounidenses se encuentran útiles libros al respecto que
recogen en sus páginas el texto de muchas importantes leyes; así también en la
Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos pueden encontrarse muchos de los
números de la Gaceta Oficial de Cuba. Consejos útiles para la reforma del Poder
Ejecutivo se pueden encontrar en ensayos redactados por Alberto Luzárraga (“Reflexiones sobre un futuro Poder Judicial
en Cuba” y “El Tribunal
Constitucional: Elemento esencial de una Cuba Libre y Democrática. El Cómo y el
Por Qué”).
La
lucha contra la dictadura basada en la confrontación por medio de la noviolencia requiere, primero un núcleo
dirigente con líderes políticamente preparados, que cuenten con asesores jurídicos
y con activistas disciplinados que sepan vincularse con la población y estén
capacitados para actuar como efectivos agitadores políticos. Alcanzar un nivel
alto de organización política requiere constancia en el trabajo, inteligencia,
decisión y sobre todo no actuar precipitadamente y a la vez no perder el tiempo.
Una dictadura de más de cinco décadas no se abate en semanas, primero hay que
estructurar la fuerza opositora, con paciencia y con astucia y sin perder de
vista que siempre dentro de sus filas habrá infiltrado algún provocador de la policía
política.
Paralelamente
a la labor de activismo la oposición deberá ser capaz de dar cuerpo a un Movimiento
de Apoyo Cívico de bajo nivel pero fundamental en apoyo y colaboración
integrado con ciudadanos que, aunque simpatizantes con el movimiento opositor
no estén dispuestos a participar en un activismo abierto.
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