Sergio Muñoz Bata. EL NUEVO HERALD
Los republicanos le acusan de actuar
como si fuera rey y los activistas le reclaman por no gobernar por decreto. La
verdad es que el presidente Barack Obama hace lo que puede y es en este sentido
que debe verse su decisión de atender a las súplicas de algunos de los
demócratas aspirantes a una curul en el Senado aplazando hasta después de las
elecciones de noviembre la emisión de acciones ejecutivas para aliviar el
status de ciertos grupos de indocumentados.
“Dada
la extrema politización del tema por parte de los republicanos en el Congreso,
el presidente cree que sería dañino para la política migratoria y sus
perspectivas a largo plazo anunciar acciones ejecutivas antes de la elección”,
declaró a los medios una fuente anónima del gobierno.
El temor de Obama, según dicen sus
voceros, es que si se asocia la derrota electoral de un puñado de senadores al
tema migratorio, con o sin razón dada la variedad de temas difíciles en esta
elección, la posibilidad de una reforma migratoria integral se esfumaría. No
quieren que pase lo mismo que sucedió en 1994, cuando el tema de control de
armas resultó fatal para los demócratas.
Por supuesto que el tema migratorio no
es el único problema de la agenda doméstica que enfrentan los demócratas. La
impopularidad del Presidente; la continuación de la implementación de la Ley
Sanitaria; la pendiente decisión sobre el oleoducto Keystone son algunos de los
temas más urgentes.
En lo referente a la política exterior,
también habría que considerar la incertidumbre que existe en el electorado por
la proliferación de crisis en Siria, Irak, Irán, Afganistán, Libia, Israel,
Palestina, Ucrania y Rusia. Curiosamente, nada de esto ayuda a los demócratas
porque los votantes en los distritos que están en juego parecen haber olvidado
que fue un presidente republicano el que metió al país en el embrollo del
Oriente Medio, y porque es más fácil juzgar al dirigente en turno.
Aun cuando en términos generales el
flujo migratorio de América Latina a Estados Unidos ha disminuido debemos
admitir que la crisis creada en la frontera con la llegada masiva de decenas de
menores indocumentados de Centroamérica a comienzos del verano ha “politizado”
más aún el tema.
El nuevo aplazamiento de las acciones
ejecutivas ha provocado reacciones de ira en varios frentes. Con asombroso
desparpajo que raya en el cinismo, el líder de la mayoría en la Cámara de
Representantes, el republicano John Boehner ha dicho que, “la decisión de
simplemente retrasar esta acción unilateral que es profundamente polémica y
posiblemente inconstitucional hasta después de las elecciones — en lugar de
abandonar la idea por completo — huele a pura política’’. ¡Qué sorpresa!
Boehner empieza a descubrir que el quehacer de los políticos, como él, ¡es la
política!
Algunas organizaciones defensoras de los
inmigrantes también han criticado al presidente calificando su anuncio como una
“traición” más a la promesa de lograr una reforma migratoria integral de ganar
la presidencia.
Desde mi punto de vista el argumento
central del presidente para posponer las medidas es irrefutable. Hacerlo ahora
aumentaría el riesgo de perder la mayoría demócrata en el Senado y dejar las
dos alas del Congreso en manos de los republicanos. El problema para los
demócratas en el Senado es que la coalición que hizo posible el triunfo de
Obama en el 2008 y el 2012, carece del músculo político necesario para ganar
elecciones intermedias en los estados en los que las curules están en juego,
por ejemplo en Arkansas, Alaska, Luisiana y Carolina del Norte.
Es cierto que Obama pudo hacer algo para
evitar la deportación de miles de trabajadores que no eran criminales. Pero
también hay que reconocerle que gracias al programa que suspende la deportación
de jóvenes sin papeles y les permite trabajar temporalmente, miles de jóvenes
han podido darle a sus vidas cierta estabilidad.
Hoy se acusa al presidente de ser
oportunista por prometer cambios radicales a cambio de votos. Yo creo que la
realidad es que el voto latino solo tiene cierta fuerza en ciertos estados como
California y en elecciones presidenciales cuando se coaliga con otras fuerzas
para mostrar que el voto urbano supera al voto rural. Exigirle resultados
positivos cuando la realidad política no lo permite es un craso error.
Esperemos a que pase la elección intermedia para exigirle que cumpla sus
promesas.
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