Editorial de EL NUEVO HERALD
“El
clima está cambiando más rápidamente que nuestros esfuerzos por resolver el problema”,
dijo el presidente Obama el martes, en la cumbre de la ONU sobre el cambio
climático. Las pruebas son claras:
▪ Este mes, la Organización
Meteorológica Mundial dijo que el nivel de dióxido de carbono en el aire en el
2013 fue 42 por ciento más elevado que el anterior a la Revolución Industrial.
Y está empeorando.
▪ Las emisiones mundiales de gases de
efecto invernadero crecieron 2.3 por ciento en el 2013 a un nivel récord, según
el Proyecto Mundial del Carbono. En Estados Unidos, las emisiones aumentaron
2.9 por ciento.
▪ La semana pasada, la Administración
Nacional Oceánica y Atmosférica informó que este verano fue el más caliente que
se haya registrado en el planeta, y que el 2014 podría ser el año más caliente.
▪ Un informe del Panel
Intergubernamental sobre el Cambio Climático predijo efectos devastadores para
el planeta si no se reducen las emisiones. Un nivel del mar más alto,
destructoras olas de calor, climas extremos, lluvias torrenciales y abrasadoras
sequías podrían amenazar la vida en el planeta.
La cumbre del cambio climático es un
intento por galvanizar apoyo para un tratado sobre el clima que debe estar
listo el año próximo en otra cumbre en Europa. Obama dijo que Estados Unidos
alcanzará sus objetivos de reducir la polución de carbono para el 2020 el 17
por ciento con respecto al nivel del 2005.
Pero la resistencia en el Congreso ha
bloqueado una acción eficaz.
Cuando el principal asesor científico
del presidente, John Holdren, testificó ante un comité de la Cámara sobre el
calentamiento global la semana pasada, miembros republicanos del panel se
opusieron al plan del gobierno de reducir la contaminación del aire. Cuando
Holdren sugirió que leyeran los informes científicos sobre el cambio climático,
el representante Larry Bucshon, republicano por Indiana, replicó: “Sí, puedo leer eso, pero no lo creo”.
Frente a esta actitud, la Casa Blanca no
tuvo más opción que usar la autoridad ejecutiva bajo la Ley del Aire Limpio
para imponer límites nacionales a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, hay muchas medidas que los
individuos y las empresas pueden acometer para reducir las emisiones.
La reciente marcha en Nueva York sobre
el cambio climático en la que participaron más de 300,000 personas muestra el
poder de los ciudadanos para llamar la atención sobre una causa.
En el frente empresarial, varias
corporaciones célebres ─ Philips, Fortum, Nestlé, entre otras ─ se han unido a
una iniciativa para apoyar un precio sobre las emisiones de carbono para
reducir las emisiones. Entretanto, los herederos de la familia Rockefeller han
ordenado que su fondo filantrópico de $860 millones abandone los combustibles
fósiles, diciendo que su uso daña al planeta.
Si los gobiernos no se ponen de acuerdo,
los individuos y el sector privado pueden señalar el camino.
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