miércoles, 15 de diciembre de 2010

Sobre un cable de la EFE

Mario J. Viera




En ocasiones uno tiene que reírse con la lectura de algunos cables procedentes de Cuba y emitidos por diferentes agencias internacionales. Y no precisamente se ríe uno por la jocosidad de su contenido sino por la superficialidad de los mismos que muchas veces linda en la bellaquería.

Pasemos por alto que se denomine a Castro II como presidente, como antes  se hiciera con Castro I, que se mencione a la Asamblea Nacional del Poder Popular con el título de “Parlamento”, o que se refiera al empleado castrista para las relaciones exteriores  llamándole “Canciller”. Hasta podemos aceptarles, por aquello de la objetividad periodística, que denominen “partidarios del gobierno” a las turbas organizadas por el Ministerio del Interior para acosar a los opositores con actos de repudio.

Lo que resulta inaceptable es la redacción de algunos textos dizque informativos que, para un lector no avisado de la realidad cubana, puede ser todo lo contrario. Con el empleo descuidado de algunos sustantivos y verbos se crea la impresión de que en Cuba todo funciona como puede ser en cualquier país de gobierno democrático y este es el caso del cable de la EFE que queremos comentar.

Con fecha 15 de diciembre el Nuevo Herald publicó ese cable, bajo el titular “Asamblea Nacional analizará el plan de reformas”. Aunque al menos se refiere al usurpador menor como “gobernante” y no como Presidente, ya el título presenta una inexactitud al emplear el verbo “analizar”. Es que de antemano el plan de supuestas reformas ya fue “analizado” y aprobado por sus elaboradores en el Comité Central y más propiamente dicho, por el Buró Político.

Veamos este delicioso párrafo: El Parlamento cubano, que se reúne dos veces al año con carácter ordinario, dedica tradicionalmente su sesión de diciembre al debate de los índices económicos del país, un asunto que este año cobra mayor relevancia tras los ajustes anunciados por el Gobierno”.


El que lea inadvertidamente esta “información” puede pensar que un grupo de legisladores se enfrentan en ardientes discusiones y opiniones contrapuestas para definir y aprobar los índices económicos del país. Algo bien lejos de la realidad.


Aceptemos que el redactor del cable tiene que ajustarse a las reglas del periodismo y omitir epítetos; pero, ¡Hombre!, eso de llamarle Parlamento resulta una completa violación de la objetividad; bastaría solo llamarle con el nombre que se apropiaran de Asamblea Nacional.


En la Asamblea Nacional, que si se quiere definir como Parlamento, lo más exacto sería agregarle el adjetivo “genuflexo” como su mejor caracterización, jamás hay debates. Solo se escucharan  diversas piezas oratorias de ratificación entre los diputados que, ahora sí, se enfrentan unos a otros con el afán de presentarse como los más sagaces o los más identificados con la jefatura del poder. Nunca se escuchará en la genuflexa asamblea una opinión en contrario ni divergente de las opiniones gubernamentales.


Pero leamos otro párrafo del cable que lleva a la formación de una equivocada interpretación y que, por otra parte, el redactor se aparta de su objetivismo y hace uso de dos adjetivos calificativos para redondear la cláusula.


“Desde el 1 de diciembre, los cubanos están inmersos en un proceso de debate popular y masivo, con asambleas en los barrios y centros de trabajo, del llamado ``Proyecto de lineamientos de la política económica y social'', el documento marco que se llevará al cónclave comunista de abril”.


Si, este párrafo es de EFE, aunque pueda parecer redactado en las oficinas del Granma; simple coincidencia de estilo, no seamos mal pensados.


La idea que nos transmite el bendito párrafo es que existe un generalizado entusiasmo con las propuestas del Proyecto del Partido Comunista, y que la población participa “masivamente” en el debate de unos lineamientos que muy pocos entienden y que muy pocos esperan beneficios con las reformas anunciadas. La mayoría de los ciudadanos cubanos no está verdaderamente “inmersa” en asambleas organizadas por los CDR; se asiste porque eso se espera de ellos; escuchan el “teque”, porque es lo que se espera de ellos; levantan el brazo en señal de aprobación, porque eso es lo que se espera que hagan. Ni el debate es debate ni mucho menos es “popular” y “masivo”.


No es admisible que por mantenerse en la objetividad y por aquello de lo políticamente correcto, o porque hay que ser muy cuidadoso con lo que se escribe desde Cuba se dé una información que en su contexto conduce precisamente a todo lo contrario.

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