En Cuba están caldeados los ánimos. Las medidas de choque con carácter neoliberal que intenta imponer el gobierno de Raúl Castro con la amenaza de despido de gran número de empleados, el recorte de los beneficios, la falta de oportunidades que se le presenta a la juventud, la cada día más escasa canasta básica, la gran miseria urbanística en la que el cubano se ve obligado a subsistir, las marcadas diferencias de ingresos y beneficios entre la nueva clase y el pueblo común, propicia el descontento generalizado, en voz baja todavía pero cada vez haciéndose más fuerte.
Dicen los seguidores del leninismo que para que se produzca una revolución se requiere la existencia tanto de las condiciones objetivas como de las subjetivas. Las condiciones objetivas están presentes en la actual situación que vive el país con su estado de desamparo generalizado; las subjetivas se han ido creando con el accionar de la oposición y con los mismos actos del gobierno con el aumento de la represión y la falta de un real interés de solución a los cruciales problemas del país, tanto económicos como sociales y políticos.
El estallido social está a la vuelta de la esquina; solo es cuestión de oportunidad y de la presencia del momento crítico que le propicia. Puede producirse inesperadamente, por un hecho fortuito cualquiera. Los ánimos están caldeados.
De Santa Clara llegó una desacostumbrada, para Cuba, noticia: la airada protesta de un elevado grupo de jóvenes que destrozaron butacas y lanzaron consignas anti gubernamentales en un teatro de esa localidad. Se dice que se trató de un hecho insólito. Pero no por desacostumbrado deja de ser la manifestación del descontento que existe en el país y, muy en especial, entre la juventud.
La protesta surgió por un hecho baladí, la cancelación de un partido de fútbol que en el Teatro Camilo Cienfuegos se debía transmitir al precio de tres pesos la entrada y en su lugar se exhibió un documental cubano. El periodista independiente Filiberto Del Sol, que estuvo presente en el lugar informó que alrededor de 700 jóvenes que habían pagado por ver el partido iniciaron la protesta en el exterior exigiendo la devolución del dinero. De acuerdo con Guillermo Fariñas la protesta duró alrededor de 40 minutos por varios cientos de jóvenes que coreaban querer ver el partido para luego lanzar gritos de “¡Abajo Fidel!” y “¡Abajo el socialismo!”
La protesta se produjo en el mismo centro de la ciudad de Santa Clara, allí donde se abre el Parque Leoncio Vidal.
Rápidamente se personaron en el lugar una veintena de carros policiales y miembros de la Seguridad del Estado. Fueron detenidos unos 60 o 70 jóvenes. Sin embargo todo pudo complicarse y producirse una reacción en cadena que se extendería por toda la ciudad con resultados verdaderamente trágicos. Lógica fue la actitud de la policía que, según informó Fariñas, le comunicara uno de los jóvenes participante en la protesta: “…nunca había visto a los policías, siempre prepotentes, tan acobardados”
Sí, la explosión social está a la mano y todo puede terminar como en Rumanía. Tome nota el gobierno comunista, con hechos como este, inesperados, baladíes, fortuitos, puede iniciarse la rebelión…
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