Mario
J. Viera
La
comentarista de Diario de Cuba, Rafaela Cruz, se formula la siguiente pregunta,
con la cual intitula su último artículo: “¿Cómo puede el régimen cubano
resurgir cuando parece derrotado?” Refiriéndose a las puntuales
manifestaciones últimamente ocurridas en Cuba por causa de los apagones, ella
anota: “En algunos meses, los apagones habrán cesado y la maquinaria
propagandista del régimen sacará pecho ante otra supuesta ‘victoria
frente al bloqueo imperialista’, y hará mofa de aquellos que dieron por muerta
a la Revolución. Así pasó con la fiebre porcina, el dengue hemorrágico y con
cada ciclón desde el Flora y, en general, así ha sucedido cada vez que el
Gobierno logra contener alguno de los recurrentes agravamientos de la
crisis comenzada el 1º de enero de 1959”; y tiene razón al decir
esto.
Sí,
tal como ella afirma, el Gobierno (yo mejor diría, el Partido Comunista de
Cuba) manteniendo su control estricto sobre los medios masivos de comunicación
es capaz de confiscar la verdad y ofrecer el sustitutivo de una “edulcorada
versión propia” de los hechos, para, de manera retórica, presentar las derrotas
como victorias. Señala acertadamente Cruz que, “la economía centralizada le
permite [al Gobierno] acceso irrestricto a todos los bienes” y “concentrar
recursos económicos en aquello que, puntualmente, necesite resolver, aun
a costa de que, a largo plazo, el remedio sea peor que la enfermedad”.
Así
lo ha estado haciendo el régimen desde 1959 para sobrevivir y lo seguirá
haciendo, sin abandono del recurso represivo, ante las esporádicas y
espontáneas manifestaciones de protesta populares, por los ilimitados apagones
y por el desabastecimiento de los productos básicos alimentarios.
Rafaela
Cruz concluye su artículo con un muy interesante y sugestivo, párrafo; que me
ha motivado redactar las siguientes líneas. Expresa Cruz: “Así, cuando la
propaganda estatal esté celebrando la superación de la crisis energética como
otro gran trofeo, y el desaliento cunda entre las filas opositoras que,
atónitas, sentirán que el día anhelado se escabulle
una vez más, recordemos que el Gobierno, como el general Pirro ante sus
huestes, sabrá que ‘otra victoria como ésta, y estará vencido’".
Es
importante destacar la referencia que Cruz hace sobre las atónitas filas
opositoras, sintiendo “que el día anhelado se escabulle una vez más”; y
seguirá así, y continuarán viendo cómo, a pesar de las esporádicas protestas
espontáneas, el régimen del PCC, no está derrotado, y ni siquiera se encuentra
en una subjetiva fase terminal.
Antes
del 11 de julio de 2021, la disidencia interna y el bullicioso exilio de Miami
se quejaban de que el pueblo no salía a tomar las calles para protestar en
contra de la opresión de la dictadura. Desde Miami se acostumbraba a calificar
al pueblo cubano como cobarde, acomodado, parasitando de las remesas y las
recargas de celulares; ahora, en cambio, esperan que el pueblo les haga su
trabajo y derroque al sistema, que dé tal sacudida, para que ellos, los
miembros de la disidencia interna y los personeros del exilio se arrojen en
masa sobre los despojos del gobierno comunista.
Sin
organización ni plan ni liderazgo se puede alcanzar la victoria sobre un
régimen totalitario. Estas tres condiciones deben presentarse simultáneamente.
Existe el descontento generalizado, pero no se puede dejar que este se enfríe,
hay que hacer agitación política continuamente, apoyar las protestas con
agitadores políticos que alienten su continuidad, y de los reclamos puramente
economicistas se pase a los políticos. Ahora, no es momento de esperar por la
reacción de reclamos del pueblo; lo de ahora es dirigir a los descontentos,
movilizarlos, organizarlos en un objetivo común. El pueblo está presente, está
reaccionando, aunque de manera desorganizada y espontánea.
Ya
nos encontramos en el punto de inflexión; en ese punto donde ya las condiciones
objetivas no están dislocadas de las condiciones subjetivas que plantean la
necesidad del cambio. Se está perdiendo el miedo, y se requiere aprovechar este
instante para impulsar la agenda política de la disidencia convertida en
realidad opositora; en realidad de resistencia y enfrentamiento a la dictadura
por medios esencialmente de carácter noviolento.
La
oposición política no puede asumir una posición expectante quedándose a la
espera de lo que pudiera suceder, tiene que actuar y colocarse a la cabeza de
las manifestaciones de protestas. Ya es momento para que la oposición, o una
determinada organización disidente, elabore un plan estratégico de lucha,
objetivo, ajustado a las realidades, que centralice la conducción de la
resistencia y estimule el liderazgo horizontal; un proyecto con fines bien definidos
y claramente expuestos. Hay que entender que no se trata solo de hacer caer a
un gobierno dictatorial sino de provocar la derogación de un sistema, de la
transformación de la estructura actual del Estado totalitario.
Si
estos principios no se acometen, seguiremos viendo como ese día anhelado, como
lo ve Rafaela Cruz, se nos escabulle una vez más.
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