Mario
J. Viera
Existe
en Estados Unidos un sector no democrático del exilio cubano, adherido
fuertemente a la derecha populista o, para mejor decir, a la ultraderecha, que está
muy organizado y cuenta con abundantes recursos financieros y mediáticos. Un
sector, totalmente reaccionario, que trata de controlar a todo el movimiento
opositor al interior de Cuba. Un sector revanchista muy próximo a los
remanentes del batistato y asociado a la ultraderecha republicana, y al
caudillo Donald Trump.
Organizaciones
poderosas como el Directorio Democrático de Cuba y su anexo la Asamblea de la
Resistencia Cubana, han sido una verdadera retranca al esfuerzo unitario que en
Cuba pudiera propiciar el desarrollo de un firme movimiento de resistencia
popular en contra del régimen dictatorial del PCC. Parasitarios de los grant
federales, no han instrumentado una política inteligente de lucha cívica capaz
de estimular al pueblo cubano a enfrentarse al oprobio de las seis décadas de
tiranía. Lo político no les interesa para nada, solo lucir el plante y
adelantar egoístas agendas politiqueras.
Cuba
no puede esperar más; y Cuba nada puede esperar de organizaciones que se
prestan para firmar documentos que, se promocionan como democráticos, surgidos
del basurero ideológico del partido de la ultraderecha española de estirpe franquista
Vox, dirigido por el supraderechista Santiago Abascal, y avalados con la firma de
la fascistoide dirigente de Fratelli Italia, Georgia Meloni.
Cuba
requiere que la disidencia, si se quiere, la oposición, se proponga un
encuentro unido de derechas, centro e izquierdas definidamente democráticas,
capaces de conducir las ansias de libertad y de patria y vida de los cubanos.
Ebulle
el descontento en Cuba; las masas humildes del pueblo generaron, de por sí, las
manifestaciones del 11 de julio de 2021, y las numerosas protestas exigiendo
cambios que, al calor de los apagones, se presentan en muchos poblados cubanos,
de manera espontánea, sin organización y sin proyecto de Nación.
Cuba
requiere restaurar la República, unitaria y democrática donde haya espacio de
oportunidades para todos los cubanos. Cuba no puede esperar que una dictadura,
supuestamente de extrema izquierda, sea sustituida por otra dictadura,
definidamente de extrema derecha. Cuba no lo merece. Cuba no necesita de los
pueriles y mediocres “líderes” del exilio cubano. Cuba necesita liderazgo, uno
que tenga carácter horizontal, que anime y sea ejemplo, que tenga como única
premisa el rescate de la democracia, de una Democracia, con mayúsculas, no de
una democracia a medias, sino una que no sea favorable solo para un determinado
sector de la sociedad.
Cuba
merece la entrega de todas las voluntades de sus hijos, al interior como en el
exilio. El exilio democrático no puede mantenerse en el ostracismo político, en
el silencio cómplice, en el quietismo; tiene que asumir su propia personalidad
política y jurídica. Se requiere una nueva organización de exiliados cubanos
que abarque a toda la diáspora cubana sin compromisos ni adherencia a cualquier
partido político de Estados Unidos; comprometido solo con Cuba, con una visión
democrática sobre la lucha por la democracia en Cuba.
Una
organización del exilio cubano, que, como propuse en el libro Cuba-Resistencia
no violenta, “debiera dar los pasos
necesarios y adecuados para constituir un Comité Coordinador de Apoyo a la
Resistencia Interna o un organismo similar, sin ánimos de influir en las
decisiones que el movimiento de resistencia noviolenta dentro de Cuba impulse o
ejecute. Un comité de apoyo, no de dirección, donde se integren todas las
organizaciones de exiliados sin exclusión por colores políticos. Un organismo
dirigido a darle apoyo a la oposición interna sin tratar de influir en sus decisiones”; que reconozca y ratifique que “la democracia cubana
solo es posible ser rescatada por el accionar de los cubanos, enfrentados
directamente, cuerpo a cuerpo y sin el empleo de la violencia, con el régimen
del Partido Comunista de Cuba”; que se ciña “al apoyo, colaboración,
asesoramiento y asistencia económica a la resistencia interna, sin pretender
interferir, influir en o manipular la conducción de las actividades de
resistencia que se aplican al interior de Cuba”; que su deber como
activismo organizado, sea “compartir información útil y dar apoyo económico
a los que se decidan a lanzar el reto político en Cuba”.
Esto se lo debemos a Cuba y debemos cumplírselo.
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