miércoles, 28 de mayo de 2014

Si no hay una Latinoeuropa ¿por qué una Latinoamérica?





Mario J. Viera

El continente americano, geográficamente hablando, está formado por dos grandes placas triangulares de tierra unidas entre sí por una estrecha franja subcontinental, conformándose de este modo los territorios de América del Norte, América Central y América del Sur y, por supuesto, hay que incluir, la Isla de Groenlandia, las Antillas Mayores y el arco de las Antillas menores. Esto lo sabe cualquiera pero lo traigo a propósito para de alguna manera introducir el propósito de este artículo.

América, tiene otra gran división aparte de la geográfica, su estructura idiomática: la América de habla inglesa y la América de habla romance ─ español, portugués y francés ─. Así surge Latinoamérica en contraposición a la América anglosajona, pues se integra con todos los territorios que se extienden al sur del Rio Grande, aunque en esos territorios hay algunos países de otras lenguas, como Guyana, y Belice de habla inglesa y Surinam de idioma neerlandés u holandés, así como gran número de pequeños estados del Caribe donde predomina el inglés como lengua nacional.

Una solución a este conflicto quizá sea el empleo del sustantivo de Hispanoamérica; pero entonces, ¿dónde se ubican los brasileños? Quizá lo mejor es denominar a toda la América Latina como Iberoamérica que incluye a todos los países descendientes de la Península Ibérica… ¡Sin solución! Ahí entonces se discrimina a Haití pues es de origen franco-africano.

Bien, aceptemos como común el nombre de Latinoamérica y solo considerar como tales a los hispano-franco-portugués parlantes. Si esto es así, no podemos generalizar como regiones latinoamericanas solo a los territorios de lenguas romances situados al sur del Rio Grande. En la América del Norte, en Canadá, país anglo, existe la provincia francófona del Quebec y como tal latina y americana; sin embargo, los quebequenses no se incluyen como latinoamericanos, no forman parte de Latinoamérica, al menos entre los medios y entre los temas diplomáticos.

En la opinión de muchos, los latinoamericanos son presentados como un conglomerado homogéneo, con intereses comunes, con conflictos comunes, con historia común. Se menciona constantemente a Latinoamérica y sus contradicciones con la América del Norte, con olvido de que México es parte de la América del Norte y de que los supuestos conflictos, políticos y económicos de la región nada tienen que ver con Canadá y solo con Estados Unidos. Por consiguiente, Latinoamérica es la contraparte de Estados Unidos. Si se habla de latinos en Estados Unidos, de entrada se piensa en latino-americanos, sin que en esta representación mental se incluya a los latino-europeos. Por antonomasia parece ser que latinos son solamente los de América.

Nunca se habla de Latinoeuropa, cuando en el continente europeo existen nueve estados latinos: Andorra, España, Francia, Italia, Moldavia, Mónaco, Portugal, Rumanía y San Marino, y además regiones de Valonia y Suiza donde se hablan idiomas originados del latín vulgar. ¿Por qué esa insistencia en mantener el gentilicio de latinoamericano, sin que esté recogido en ningún idioma el gentilicio de latinoeuropeo?

Latinoamérica no es un conjunto étnico-cultural homogéneo, sino un conglomerado de naciones con características étnicas, culturales, e idiomáticas muy diferenciadas entre ellas. De hecho, hay más diferencias entre un argentino y un mexicano que las existentes entre un alemán y un francés, como mayores son las diferencias existentes entre un chileno y un boliviano o entre un uruguayo y un paraguayo. En nada, salvo en que son humanos, se asemejan un cubano y un guatemalteco o un dominicano y un nicaragüense. Hay más semejanzas entre un español y un portugués que las que pueda haber entre un brasileño y cualquier otro latinoamericano.

Hablar de comunidad de intereses para toda la América Latina es realmente una falacia, sino de donde los conflictos y contradicciones que  son constantes entre muchos de sus países. Solo como muestra mencionaré el conflicto existente entre Nicaragua y Colombia sobre el archipiélago de San Andrés y Santa Catalina; el conflicto limítrofe de la Isla Portillos en la zona del río San Juan, entre Nicaragua y Costa Rica y el conflicto territorial entre Bolivia y Chile; además de los conflictos armados que se han producido entre países latinoamericanos como la Guerra del Chaco protagonizada por Bolivia y Paraguay durante los años de 1932 a 1935. La guerra de 1932-1933 entre Colombia y Perú y, muy recientemente la guerra del Cenepa en 1995 que enfrentó a Perú y Ecuador.

En Centroamérica se produjo la llamada Guerra del fútbol que enfrentó a Honduras y El Salvador desde el 14 al 18 de julio de 1969. Anteriormente, en 1909 se había producido el enfrentamiento armado entre Guatemala y El Salvador, conocido como guerra del totoposte.

Étnica, cultural e idiomáticamente hay enormes diferencias entre unos y otros países de la América Latina. En este sentido, se pueden encontrar más diferencias entre Ecuador y Perú que entre Italia y España. Tanto Bolivia, como Perú son naciones con gran diversidad étnica y el uso de varios idiomas oficiales además del español, como la lengua aimara y quechua principalmente. México, incluso posee una variada composición étnica e idiomática aunque la mayoría de su población solo habla el español; no obstante hay grupos de originales que solo hablan su lengua nativa.

No existe una historia común para toda la América Latina, salvo en la tradición del caudillismo, golpes de estado y dictaduras militares.

Un tema de conflicto que muy a menudo es presentado ─ principalmente por los sectores de la izquierda latinoamericana y muy especialmente por esa izquierda populista, estridente y vociferante que es la izquierda bananera ─ es el supuestamente existente entre los países latinoamericanos y los Estados Unidos; un conflicto que se argumenta en la Biblia de la izquierda bananera, “Las venas abiertas de América Latina” del escritor uruguayo Eduardo Galeano y obra que ha alimentado ideológicamente a los próceres del llamado Socialismo del Siglo XXI.

Al considerar que la América Latina es el natural patio trasero de los Estados Unidos ─ noción geopolítica de las esferas de influencia ─ se presenta una posición un tanto bivalente: la de la atención que el coloso del norte le presta a Latinoamérica; si Estados Unidos se inclina en favor de sus intereses globales dejando a un lado los conflictos latinoamericanos, las críticas hacia su “despreocupación” se plantean en muchos foros; en cambio, si los Estados Unidos se vuelve hacia los países del sur involucrándose en sus problemas y estrechando más sus relaciones, la crítica es aún más acre y se le acusa de intereses imperialistas.

Tal es la diversidad y diferencias entre los estados latinoamericanos que nunca ha podido cuajar ninguno de los planes de integración política y económica. Fracasó el proyecto bolivariano de la Gran Colombia, como fracasaron los intentos de integración de los estados centroamericanos. El último intento ha sido el informe proyecto de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) heredero de los espurios Grupo de Río y la CALC, la Cumbre de América Latina y del Caribe.

Este organismo surgió de la Cumbre de la unidad de América Latina y el Caribe, el 23 de febrero de 2010 y constituido oficialmente en la Cumbre de Caracas celebrada el 2 y el 3 de diciembre de 2011, con la participación de 33 jefes de gobierno de la región y sin que haya sido ratificado en referendo por los electores de los países involucrados. El futuro previsible de la CELAC será el de un foro de debate y turismo político sin mayor influencia en los destinos de cada estado integrante. Su intención es solo de carácter de confrontación política con los Estados Unidos y Canadá y de oposición a la Organización de Estados Americanos.

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