Fernando
Mires. BLOG POLIS
Cuando
leemos una novela o vemos una película histórica, nos son reveladas imágenes
cuya intensidad no puede ser captada por textos de historia. La razón reside en
que novelas y filmes al no estar centrados en el análisis de los llamados
procesos y estructuras, no nos atiborran de datos ni pretenden dar cuenta
“objetiva” de la realidad. Por el contrario, sus actores son seres imperfectos,
sujetos a ideales, pasiones e intereses: Como todos los humanos.
De
tal modo, después de una novela o de un film histórico, solemos pensar si a
diferencias de lo que ocurre en los textos de historia, las cosas podrían haber
sido de otra manera bajo el supuesto de que los actores no hubieran sido (tan
inteligentes o tan estúpidos) como fueron. Por supuesto, esa duda no podemos
plantearla al leer un libro de historia. Pues, si hay un tiempo verbal
prohibido a los historiadores, es el subjuntivo.
¿Cuántas
veces dije a algún estudiante?: “No hable en subjuntivo, la historia no se
ocupa de lo que pudo haber sido, sino de lo que fue. El tiempo de la historia
es el pasado y nada más que el pasado”.
Pero
sin el subjuntivo no podemos entender una obra literaria o fílmica. Sin la
posibilidad de la conjetura, afirmo, no puede, además, haber ninguna obra de
arte. Esa es la razón por la cual ahora, cuando quiero escribir una nota
conjetural sobre la Primera Guerra Mundial, no comenzaré hablando sobre ningún
libro de historia sino sobre un “thriller”: “El Atentado”,
“El
Atentado” es una producción alemana-austriaca de 2014 dirigida por Andreas
Prochaska. Su primer actor es Florian Teichmeister en el rol del inspector Leo
Pfeffer, encargado de dilucidar el atentado que terminó con las vidas del
príncipe heredero Franz Ferdinand y su esposa. La mayoría de los historiadores
opina que ese atentado, si no “causa”, fue el origen de la Primera Guerra
Mundial.
¿Qué
habría pasado si el príncipe hubiera sobrevivido? ¿O si el atentado realizado
por el serbio Gavrilo Princip no hubiera tenido éxito?
El
film insinúa que no habría sucedido nada distinto. La decisión de declarar la
guerra a Serbia ya había sido tomada en Viena. No obstante, Franz Ferdinand no
estaba a favor de una guerra a Serbia. La pregunta del filme queda flotando en
el aire. ¿Fue enviado Franz Ferdinand al sacrificio por las autoridades
austro-húngaras?
¿Y
qué habría sucedido si el presidente Poincaré de Francia, comisionado por las
potencias europeas para convencer a Nicolás ll no intervenir en Rusia, no
hubiese en vez de eso azuzado al Zar en contra de Austria y de Alemania? ¿Y que
habría sucedido si el monarca alemán Wilhem ll ─ convencido por sus generales
de que Rusia, dada su inferioridad militar, no iba a reaccionar ─ no hubiese
dado un cheque en blanco a los austriacos para que actuaran cuando y como
estimaran conveniente? ¿O si no hubiera declarado la ─ perfectamente evitable ─
guerra a Francia? ¿Y si no hubiera decidido atacar a Francia a través de
Bélgica donde encontró una inesperada resistencia? ¿Y si Inglaterra no hubiese
acudido en defensa de Bélgica para ponerse al lado de Rusia y Francia? ¿Y si
Nicolás ll y Wilhem ll no hubiesen sido tan irresponsables e irse de vacaciones
justo cuando iba a estallar la guerra?
Esas
preguntas llevan a otra pregunta decisiva: ¿Y qué habría sucedido si el
conflicto no hubiese pasado de una escaramuza entre Austria y Serbia como todo
el mundo creía que iba a ser? La respuesta es obvia: la Primera Guerra Mundial
nunca habría estallado.
¿La
Segunda Guerra Mundial habría sido entonces la primera? Tampoco es tan cierto:
Ni la política ni la historia tienen que ver con matemáticas. El razonamiento
histórico y político dice en cambio: La Segunda Guerra Mundial solo fue posible
gracias a la Primera.
Pensemos
otra vez en subjuntivo: Si no hubiese estallado la Primera Guerra, no habría
habido Tratado de Versalles. Así la Socialdemocracia alemana no se habría
dividido. Lo más probable es que los socialdemócratas habrían gobernado
Alemania y los socialdemócratas rusos (bolcheviques y mencheviques unidos)
habrían gobernado junto con los nacional-revolucionarios y los liberales. No
olvidemos que hasta el momento de su muerte, Lenin tenía un pie metido en la
Socialdemocracia. En breve, no habría habido estalinismo.
A
la vez, sin el leonino tratado de Versalles a que fue sometida Alemania por
Francia e Inglaterra, y sin estalinismo, no habría habido ascenso nazi. En el
peor de los casos, Hitler habría sido un breve y pintoresco episodio. ¿Quién
iba a pensar que ese atentado llevado a cabo por un grupo de enloquecidos
nacionalistas serbios iba a desencadenar dos guerras mundiales, el holocausto,
más millones y millones de muertos?
El
filme “El Atentado” termina cuando el comisario Pfeffer entrega a sus
superiores los resultados de la investigación en la que se demostraba que el
asesinato a Franz Ferdinand no tenía nada que ver con el gobierno de Serbia.
Las autoridades lo miraron como a un pájaro raro. ¿A quién le interesaba en ese
momento el atentado?
Después
del filme hube de pasar inevitablemente del tiempo subjuntivo al condicional.
Ocurrió cuando aparecieron en el noticiario las imágenes de Ucrania.
Putin
moviliza a los movimientos separatistas de acuerdo a una doctrina religiosa y
étnica del año 1914. Europa mantiene -todavía- la unidad de su eje central
(Alemania, Francia e Inglaterra) y con ello la Alianza Atlántica sigue vigente.
Pero por otra parte no hay acuerdo en cómo enfrentar la expansión rusa. ¿Qué
pasará si las débiles sanciones no logran detener a Putin? ¿No sería mejor ─ opinan
otros ─ dejar que Putin haga lo que quiera en Ucrania? Pero ¿Qué hacer con esa
mayoría de ucranianos que piden ayuda? Y sobre todo, ¿qué hacer con los países
bálticos y con Polonia, amenazados desde Rusia?
Y,
no por último, si un grupo de exaltados, de esos que sobran en Europa, se les
ocurriera hacer un atentado a alguien políticamente importante ¿Qué podría
pasar? (Imaginemos: Merkel visita Kiev y un grupo de fanáticos separatistas
pro-rusos hace volar su automóvil) ¿1914
en el 2014? No quiero ni pensarlo.
A
veces tengo la impresión de que Europa sigue siendo un barril de pólvora. Con
esa imagen de horror decidí irme a la cama. Afortunadamente no soy político y
no tengo que tomar mañana ninguna gran decisión. Igual, no dormí bien. El
fantasma de 1914 produce insomnio en las almas.
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