Mario
J. Viera
Este
es el mejor concejo que pudiera darle al senador republicano por la Florida
Marcos Rubio, americano hijo de emigrantes cubanos: Mejor cállate antes de
seguir diciendo estupideces.
Primero
insistía en que sus progenitores habían sido exiliados políticos que huían del
régimen castrista, hasta que se le descubrió que habían sido simples emigrantes
que llegaron a Estados Unidos cuando todavía Fidel Castro se encontraba en
México preparando sus planes de invadir la isla. “Hijo de exiliados”, un buen
cartelito político para hacerse del apoyo del exilio cubano en la Florida.
Luego
se declaró partidario de aumentar la edad límite para la jubilación porque las
esperanzas de vida en Estados Unidos habían crecido. Ahora ─ ciertamente ─ es
fácil encontrar personas que superan en mucho los 80 años de vida; pero eso no
quita que sean ancianos. A los 60 y 65 años de edad, las capacidades físicas,
independientemente de la esperanza de vida, disminuyen significativamente.
Por
otra parte, si la edad para el retiro se fija, digamos en los 70 o 75 años,
habrá menos puestos de trabajo disponibles para las jóvenes generaciones,
independiente de que, por parte de los empleadores haya resistencia en mantener
sus nóminas cubiertas con personas de capacidades disminuidas, que mejor les
sería disfrutar los años de más que los avances sanitarios actuales les regalan
con el aumento de la esperanza de vida que mantenerse en empleos que exigen lo
que sus condiciones físicas no les permiten cumplir.
Más
tarde asumiendo poses de divas mediáticas, disimula su ego, su ambición de poder,
insinuando unas veces que aspira a ser el primer presidente de Estados Unidos
de origen hispano, y otras, melifluamente, da a entender que no aspira a la
postulación presidencial por el partido republicano.
El
habla y habla. Siente predilección por escucharse a sí mismo. Tiene buena
labia, no podemos negarlo, y tiene cierto encanto personal, tampoco podemos
negarlo, pero esas dos cualidades no hacen un Presidente.
Tanto
habla que ahora se siente por encima de las recomendaciones de numerosos
científicos en torno al cambio climático. Los científicos, para él, se
equivocan, manejan a su capricho los datos, miles de datos, sobre el tema, por
razones ideológicas, De este modo dice creer “que toda ciencia merece ser enfrentada con escepticismo”. Este es
el mismo razonamiento que argüían los inquisidores cuando condenaron a Giordano
Bruno y obligaron retractarse a Galileo. Pero Marquito, no importa lo que tú
asegures, en tu afán de proteger las ansias de riqueza de los empresarios del
capitalismo salvaje: Obtener ganancias sin detenerse en conflictos éticos, sin
importar que las tierras se degraden o se contamine el ambiente y desaparezcan
especies valiosas de animales y de vegetales; sin preocuparse para nada de las
lluvias ácidas, al fin y al cabo todavía no afectan significativamente a los
Estados Unidos, la verdad científica es evidente, y cierta.
Se
dice que cuando a Galileo le exigieron retractarse de la tesis que planteaba
que la tierra no era el centro del universo y que se movía en torno al sol,
murmuró por lobajo diciendo: “Eppur si muove”.
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