sábado, 17 de mayo de 2014

La tiranía del miedo


Francisco Rivero Valera. EL UNIVERSAL


"De lo que tengo miedo es de tu miedo" dijo W. Shakespeare.
Y es que el miedo esclaviza y congela el comportamiento de la persona. Y muchas veces la lleva a negociar lo más sagrado, que son sus principios, con tal de garantizar su supervivencia. Y transforma al individuo en un ser humano sumiso, oprimido y tiranizado. Con pérdida total de su libertad.  Como un zombi pues.
El miedo es una reacción instintiva y desagradable de los seres vivos contra todo lo que sea una amenaza real o virtual a su supervivencia. Pero, también puede ser provocado intencionalmente y ser llevado a su máxima expresión: el terror.
El miedo se pega como la gripe. Y se contagia rápidamente entre la gente por pérdida de los atributos humanos de cada persona al ser despojada de sus datos de civilización: identidad, derecho a la intimidad, sentido de lo razonable y seguridad jurídica. N. Rivera. Y en manos de dictadores es peligroso: se transforma  en un instrumento de dominación política.
Cuando sentimos miedo, perdemos la libertad, esencia existencial del ser humano. En palabras de Montesquieu sería: "libertad es ausencia de miedo". Y viceversa.
El miedo es manipulable, pero no invencible.
Como recurso de manipulación, el miedo es utilizado con frecuencia por los dictadores como instrumento estratégico para lograr el control absoluto de un país. Y manejar como marionetas a cada uno de sus habitantes al instalar un movimiento destructivo de la individualidad, capaz de actuar como narcótico moral a través del terror totalitario y, al final, si es necesario, justificar el genocidio como fin político extremo. Arent.
Lo utilizó Hitler, Mussolini, Eichmann y sus secuaces, Muhammad Gaddafi, Mugabe y otros personajes no tan honorables de la historia negra de la humanidad, a través de un proceso común que comienza con el control absoluto de todos los aspectos económicos, políticos,  y sociales del país, continúa con la represión y privación de la libertad individual, y termina en  el genocidio, si es necesario. Y el objetivo: lograr la sumisión de las masas.
Y sin ir muy lejos, podemos ver que esa manipulación del miedo como instrumento de dominación política también se está utilizando en la Venezuela de hoy. Al descalificar e insultar públicamente a personas e instituciones. Al expropiar empresas productivas. Al hacer mutis de las causas reales de la delincuencia y de la corrupción. Ante la inseguridad jurídica. La impunidad. La inflación. Con el control absoluto de todos los poderes del estado. Y, en los últimos meses, con la represión y criminalización de la protesta, creando terror con el uso de las armas, privación de libertad de cientos de civiles y muerte de 42 compatriotas.
Pero el miedo no es invencible.
Se puede derrotar afrontando las causas que lo producen. Exigiendo la aceptación incondicional de los derechos humanos. Reorientando su motivación individual hacia la consecución del factor de cambio. Y, con perseverancia y fe, obtener el respeto como reacción afectiva y espontánea del ser humano que genera aceptación incondicional de los derechos de todo ser vivo a ser diferente. Sinónimo de atención, tolerancia y pluralidad. Y según Benito Juárez: "el ingrediente más importante de la paz".
Sin embargo, cuando las masas vencen el miedo, se vuelven incontrolables. Y los resultados: impredecibles.
Faltaría ver en nuestro país, si el contenido de las pancartas de las protestas, "nos han quitado hasta el miedo" es real. De ser así, el camino que viene ya tiene un horizonte visible, libre e iluminado.
Que así sea.


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