Juan Ramón
Martínez. LA TRIBUNA
Los que se sorprenden de los
resultados electorales, no entienden la lógica que los productos obtenidos son
el fruto de las acciones realizadas; o de las cuestiones dejadas de hacer. De
la resistencia de los adversarios. Y en el fondo del rechazo o la simpatía de
los electores. El Partido Nacional es ganador porque era el partido que exhibió
mayor voluntad de poder, con un candidato emprendedor, dedicado con pasión a la
búsqueda de la Presidencia de la República. Y respaldado por un partido
dispuesto a la lucha, definido en representación de una derecha atemorizada por
el reto socialista, mezclado con su voluntad de atender a los sectores más pobres
del país. Pero posiblemente el concepto
estratégico fundamental, es que el Partido Nacional y sus líderes, no dudaron
de la legitimidad de sus posturas, no quisieron parecerse a sus adversarios; y
plantándose al frente de la amenaza socialista vengativa, arrastraron a la opinión publica más débil
que creía que no había fuerza sobre la tierra que pudiera derrotar a LIBRE, a
votar en las urnas a su favor.
El Partido Liberal, en cambio, cometió
el error de negarse a reconocer que LIBRE es su enemigo, que lo tenía que
enfrentar; y que, lo conveniente tácticamente, era ubicarse en la penumbra,
dejando que la labor de rechazo a los vengativos seguidores de Zelaya la
hicieran los nacionalistas, esperando que una vez que los liberales entendieran
que este no era una víctima, sino que un frustrado golpista que pretendió
destruir la democracia, regresarían a casa. Pero sin ubicarse en la centro
izquierda; y sin representar a los liberales que sentían el peligro de la
revancha zelayista. Por ello es que los electores no vieron al Partido Liberal
con fuerza y decisión para enfrentar al más grande enemigo suyo en toda su
historia. Por eso no le explicaron a sus seguidores que los acontecimientos del
28 de junio del 2009, fueron un
contragolpe para detener a Zelaya que no solo quería destruir el sistema
democrático, sino que enterrar al Partido Liberal. Al final, como resultado de
esta opaca postura, el Partido Liberal no lució con la fuerza suficiente para
detener a los vengativos e irracionales dirigentes de Libre, por lo que los más
temerosos, prefirieron a JOH, porque le vieron más garra, fuerza y decisión
para hacerlo. Les dio más confianza que Villeda Bermúdez.
Zelaya le sacó el jugo a las fuerzas
latentes del caudillismo que están en el interior de la cultura política,
especialmente entre los situados más abajo en la escala social. Aprovechó,
disfrazado en una venganza que de repente es más cinematográfica que otra cosa,
el resentimiento que priva entre el pueblo hondureño con respecto a la
burocracia pública y la desesperación por el escaso desarrollo de las fuerzas
económicas que no han mostrado capacidad de ofrecer empleo para los más
jóvenes. Y levantando la bandera de hacerse justicia a sí mismo, provocó el
sentimiento vengativo que vive agazapado en la mayoría de nuestros
compatriotas. El resultado obtenido, mayor que el que se merece, le debe
permitir ir más allá de sus instintos primarios, para crear un partido
democrático de izquierda que pueda dinamizar la vida política al país, para que
los hondureños puedan escoger entre la opción democrática y de derecha, frente
a una izquierda furiosa y amenazante.
PAC, pese a la inexperiencia política
de Nasralla, se posicionó muy bien ─ no frente a Zelaya, porque este espacio lo
copaba JOH – sino contra la corrupción, representando a los sectores que están
hasta la coronilla del comportamiento indecente de las clases políticas. No
obtuvo mejores resultados porque cree muchísimo en sí mismo, ignora las
virtudes de la organización política – que no tiene mucho que ver con sus altos
conocimientos ingenieriles – y desconoce los méritos de sus seguidores a los
que ve, como competidores; y no como sus aliados. El futuro, sino cambia y deja
de quererse menos a sí mismo, y da
cariño a sus seguidores, no es bueno para PAC. Será un nuevo incordio, nada
más.
Del resto de los partidos, es poco lo
que se puede decir. No entendieron el clima que privaba, los asuntos que
interesaban a los electores; ni se posicionaron en donde correspondía. Por eso
no tienen mucho que ofrecerle al futuro nacional.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario