Juan González Febles. CUBA ACTUALIDAD (PD)
Habaneros votando en 1944 |
En 1948 tuvieron lugar en Cuba las
últimas elecciones en las que el pueblo cubano eligió directamente a su
presidente.
Han pasado sesenta y cinco años de
aquel momento y han crecido varias generaciones de cubanos que no tienen idea
de que es efectivamente elegir a un presidente que cumpla con un periodo y se
marche para dar paso a otro mandatario.
La buena noticia es que un concepto
tan elemental y palmariamente sencillo como la elección directa del presidente
asciende desde las barbacoas, villas miseria y espacios marginales, como por
arte de magia. Desde la entraña popular un consenso se corporiza y este
consenso afirma que "esta gente", como llama el pueblo al
partido-gobierno en el poder por imposición vitalicia, nunca hará cosa alguna
que le beneficie y que ya es hora de salir de ellos.
La mejor entre las noticias es que son
jóvenes muy lastimados moral y emocionalmente los portadores principales del
nuevo discurso.
Por el momento, el miedo juega con
éxito la partida. Pero hasta para el miedo, hoy aparecen fisuras. Quienes más
han hecho por acentuarlas han sido las Damas de Blanco con sus gladiolos
libertarios. Cada marcha dominical acelera el fin de un miedo sembrado desde
hace más de cinco décadas. El centenar y más o menos personas que cada domingo
demandan libertad –solo en la capital- y los que se suman cada domingo a lo
largo de toda la Isla, erosionan el miedo y lo han convertido de un sentimiento
compartido a otro vergonzoso y reprobable. Ya crece entre los hombres un
sentimiento de vergüenza por sentir miedo. ¡Esta es una buena noticia!
Otra cosa que se destiñó
definitivamente de la 'fe pública' es que alguien crea que los sindicatos
oficiales responden o responderán a las aspiraciones reales de sus afiliados.
Esto es algo que perdió toda la poca credibilidad que algún día tuvo, si es que
la tuvo efectivamente. Los últimos choques con los inversionistas privados –mal
llamados cuentapropistas- han marcado una diferencia y el resultado es
lamentablemente irreversible. El pueblo de Cuba dejó de creer definitivamente
en esta gente y sin decirlo de forma explícita, todos se vuelven irreversiblemente
anti castristas.
Difícil es la reconciliación con quien
esconde un palo para golpearte y se apresta a participar en el mitin de repudio
en tu contra. ¿Cómo perdonar a quien no pide ni concede perdones? ¿Cómo, con
nuestra deficiente educación machista, sería posible mirar en condición de
igualdad al esbirro que golpea mujeres?
El gobierno militar del actual
general-presidente defraudó al imaginario popular cubano. Aunque hayan logrado
emputecer a la Isla, no lo lograron con todos los cubanos. Ni siquiera entre
los militares, puede decirse que todos están en condición y disposición de
golpear mujeres u opositores pacíficos desarmados.
La mejor de todas las noticias es que
desde la más profunda entraña popular de la marginalidad y la miseria, el
discurso popular aspira a elegir a un presidente y rechaza la exclusión y el
privilegio impuestos por 'esta gente'. Lo mejor entre todo lo nuevo es que el
sentimiento compartido ya oscila entre salir de Cuba o salir de 'esta gente'.
El doble discurso que alienta desde
los medios controlados por el gobierno, manifestaciones fuera de Cuba, ya sea
en Madrid, New York o Atenas, alienta dudas y estimula exigencias. Si por allá
está bien salir a la calle a protestar, ¿por qué aquí no? La respuesta que
flota en el ambiente, duele. Se acaban los paliativos y las medias verdades. El
pueblo comenzó a confrontar el miedo y a reconocer nuevas identidades y
necesidades. ¡Que para bien sea!
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