Mario
J. Viera
Israel
no tiene otra opción en esta guerra asimétrica con las fuerzas terroristas de
Hamás, sino la única posible, ganarla y destruir todas las estructuras de Hamás
de manera definitiva, lo cual generará la muerte de muchas víctimas inocentes
de Gaza, prisioneras de Hamás y reclusas en la franja de Gaza por el cerco que
sobre ella mantiene Israel desde el 2007 e impide todo movimiento de gazatíes;
a tal punto que Human Rights Watch en su informe del 2021 lo calificara como un
apartheid: “Impedir que los palestinos en Gaza se muevan libremente dentro
de su tierra natal obstaculiza la vida y subraya la cruel realidad del
apartheid y la persecución de millones de palestinos”; es posible que a
estos hechos se quiso referir el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres,
que tanto rechazo recibió por parte del ministro de Relaciones Exteriores,
cuando expresó: “Es importante reconocer también que los ataques de
Hamás no ocurrieron de la nada”. Aunque debió agregar que Hamás se había
aprovechado del descontento acumulado por los palestinos ante los errores
políticos que, los gobiernos de derecha en Israel, cometieran desde el final de
la guerra de los seis días en 1967.
Amnistía
Internacional en su informe del 2022 denunció a Israel de cometer actos crueles
e inhumanos contra palestinos “como la confiscación masiva de tierras y
propiedades, los homicidios ilegítimos, las lesiones graves, los traslados
forzosos, las restricciones arbitrarias de la libertad de circulación y la
denegación de la nacionalidad, entre otros, hacían a las autoridades israelíes
responsables del crimen de lesa humanidad de apartheid, que es
competencia de la Corte Penal Internacional"; además denunció: “En
Cisjordania, las comunidades palestinas seguían estando controladas y
fragmentadas por 175 puestos de control permanentes y otros controles de
carretera, así como por decenas de barreras irregulares temporales y un régimen
de permisos draconiano, respaldado por un represivo sistema de vigilancia
biométrica (…) Decenas de miles de personas palestinas seguían expuestas
a sufrir desalojos forzosos en Israel y los Territorios Palestinos Ocupados,
entre ellas unas 5.000 que vivían en comunidades de pastores del valle del
Jordán y las colinas del sur de Hebrón. Las autoridades israelíes demolieron
unas 952 estructuras palestinas en toda Cisjordania, incluida Jerusalén
Oriental, lo que provocó el desplazamiento de 1.031 personas palestinas y
afectó a los medios de vida de miles de personas más”. ¿Exagera acaso
Amnistía Internacional? Acaso esta situación influyó en la frase de Guterres.
En un reporte de Reuters, citado por BBC Mundo, se informó: “El estallido de
protestas en Cisjordania pone de relieve la ira palestina latente desde hace
mucho contra Abbas, cuyas fuerzas han enfrentado críticas por coordinar con
Israel la seguridad en el territorio”. Esta situación le resta autoridad al
jefe de la ANP al que nunca Israel tomó en consideración pese a que ha sido
contrario a Hamás.
Ahí
están los acontecimientos, las realidades, Hamás, como reporta EFE está ganando
adeptos en la Cisjordania ocupada donde “más jóvenes se ven seducidos para
unirse a milicias locales inspirados por las acciones del grupo que gobierna en
Gaza”. Son jóvenes, que, como anota la reportera de EFE, Susana Samhan, “no
tienen ni oficio ni beneficio, ya que apenas hay trabajo y quienes podían
cruzar a Israel antes del comienzo de la guerra con Hamás ahora no tienen
permitido hacerlo”. Esto solo responde a un hecho, la imposición israelí de
impulsar asentamientos de colonos judíos en aquella región, en choque violento
con los habitantes del lugar, y demuestra la incapacidad política de encontrar
un aliado estratégico en contra de la influencia de Hamás y de no retornas a
los acuerdos de Oslo de 1993
No
quedan esperanzas para los civiles gazatíes en medio de un Armagedón
devastador, surgido de la irresponsable acción ejecutada por Hamás y de la
respuesta enérgica y terrible que desatara Israel. Israel se defiende, es su
derecho, pero la batalla, el combate no se realiza a campo descubierto, sino
dentro del entorno de una ciudad con una muy elevada densidad poblacional (13
121,8 hab/km²), donde, a la fecha se reportan 7 028 palestinos muertos y al
menos 18 484 han resultado heridos, y el 25 % del área poblada está parcial o
totalmente destruida, lo que equivale en cifras objetivas, a más de 200 000
viviendas.
El
ataque del 7 de octubre contra Israel dejó un saldo de 1 400 israelíes muertos.
La desproporción entre las cifras de víctimas en Israel y las producidas en
Gaza es espeluznante. Entonces se propone un alto al fuego humanitario, que ni
Hamás ni Israel acatarán, y hasta “pausas humanitarias” como ha propuesto
Estados Unidos, que más posibilidades de ser acatadas por ambas partes en
conflicto. Sin embargo, ni esta propuesta ni la que pide el alto al fuego ha
tenido el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU.
Hamás
está más preparado para entablar una guerra urbana que las mismas fuerzas israelíes;
como han opinado algunos especialistas, Hamás busca ganar tiempo en una batalla
de calle por calle aplicando la táctica que, los alemanes calificaron de rattenkrieg
(guerra de ratas) el uso de sus túneles y hasta de las alcantarillas para
infligirle un alto costo político a Israel cuando lance su ofensiva terrestre.
Una batalla urbana generará muchos daños colaterales y la pérdida de la vida de
muchos civiles. Nada de esto le importa a los fanáticos yihadistas de Hamás. Para cumplir su misión en Gaza, el ejército
israelí, según la opinión del comandante (retirado) John Spencer, en medio de
los combates urbanos enfrentando a guerrilleros que conocen mejor el terreno,
tendrá que destruir “entre el 80 y el 90% de las infraestructuras y edificios
de las zonas urbanas de Gaza. Esto cambiará el paisaje de esta zona durante una
generación”. Gaza terminará pareciéndose a como quedó reducida la ciudad de
Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos civiles de Stalingrado
perdieron la vida durante los combates urbanos llevados a cabo entre las
fuerzas soviéticas y las alemanas, pero a diferencia de Gaza, muchos de ellos
pudieron abandonar la ciudad para encontrar refugio en zonas más seguras,
opción esta que los gazatíes no poseen.
La
presión internacional sobre Israel será poderosa. Esto es lo que pretende
Hamás, hacerle todo el daño moral y político a Israel. La guerra de contención
que tiene que emprender Israel se verá, en la medida que esta se alargue y
continúen los ataques de los colonos extremistas a los palestinos de la
Cisjordania como una “guerra de venganza” como la ha denominado Riad al Malki,
ministro de Relaciones Exteriores de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). El
presidente Biden se ha referido a esos colonos extremistas y condenado sus
acciones: “Se hizo un trato. Se llegó a un acuerdo y están atacando a los
palestinos en lugares a los que tienen derecho a estar Esto tiene que parar. Tienen
que rendir cuentas. Tiene que parar ahora”. El Ministro de Seguridad
Nacional de Israel, Itamar Ben-Gvir, un colono de extrema derecha con un
historial de incitación antiárabe, había distribuido armas a los colonos,
muchos de los cuales ya estaban fuertemente armados, así lo reportó la Voz
de América.
En
cuanto al apoyo exclusivo, ya sea a Israel como a Hamás o a la causa palestina
independiente de Hamás y de la Yihad Islámica, hay que encontrar un punto de
equilibrio político. Bajo la excusa de los bombardeos israelíes sobre la franja
de Gaza, que han ocasionado cientos de civiles muertos, no se debe omitir la
condena a los yihadistas palestinos de Hamás y Yihad Islámica. No hacerlo en
nada contribuye a una solución de paz. Como lo afirmó Gilad Erdan el embajador
de Israel ante la Asamblea General de la ONU al poner en claro que a Hamás no
le importa ni el pueblo palestino ni la paz o el diálogo sino "aniquilar
Israel y asesinar a todos los judíos sobre la faz de la Tierra". Antonio
Guterres había expresado en el Consejo de Seguridad, poniendo de relieve las
quejas de los palestinos: “El pueblo palestino ha sido sometido a 56 años de
ocupación asfixiante (…) han visto sus tierras constantemente
devoradas por los asentamientos y plagadas de violencia. Su economía
fue asfixiada. Su gente fue desplazada y sus hogares demolidos. Sus esperanzas
de una solución política a su difícil situación se han ido desvaneciendo”;
para luego agregar: "Pero las quejas del pueblo palestino no pueden
justificar los terribles ataques de Hamas. Y esos ataques atroces no pueden
justificar el castigo colectivo del pueblo palestino".
Hay
una realidad presente en antecedentes, la cual fue expuesta por el secretario
general adjunto de Asuntos Políticos de la ONU, Tayé-Brook Zerihoun al decir: "Los
acontecimientos en Gaza hoy son un nuevo y doloroso recordatorio de las
consecuencias de una paz perdida entre Israel y Palestina y de la necesidad
de intensificar nuestros esfuerzos en apoyo a una resolución pacífica del
conflicto". Esta es la causa principal de la ruptura del equilibrio
político en la región; no obstante, a la hora, es casi imposible una resolución
pacífica del conflicto. La solución a cualquier posible futuro conflictos está
en la voluntad política de los dirigentes de Israel para facilitar la
existencia de un Estado palestino independiente. Como el presidente francés,
Emmanuel Macron le dijera al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, que la
seguridad de Israel y la estabilidad en Oriente Medio no serán duraderas a
menos de que reconozca “el derecho legítimo de los palestinos” a tener
su propio Estado. “la seguridad de Israel no puede ser duradera sin la
reanudación decisiva del proceso político con los palestinos”. Si desde
los acuerdos de Oslo de 1993 y 1995, acuerdos estos provisionales y entre ellos
un compromiso por parte de Israel de detener la expansión de los asentamientos
de colonos judíos en Cisjordania. Lo cual no fue aceptado por Israel. Si se
hubieran ampliado las conversaciones para garantizar una paz permanente, no
provisional, entre Israel y Palestina; si se hubieran detenidos los
asentamientos ilegales en Cisjordania y si se hubieran conversaciones serias
para el reconocimiento de dos estados, israelí y palestino, Hamás no habría
podido consolidarse. Ahora ya es tarde. La guerra continuará y continuará también
el holocausto palestino en Gaza.
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