Mario
J. Viera
Los
bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza han dejado tras de sí, más de
9.000 muertos y 32 000 civiles heridos y, entre las víctimas fatales, 3 760 son
niños, 2.326 son mujeres y 135 profesionales sanitarios. Desde que comenzó la
guerra con Hamás, el pasado 7 de octubre, hasta la fecha de hoy han
transcurrido 26 días, un promedio de 346 muertes diarias en la Franja de Gaza.
El alevoso ataque de Hamás del 7 de octubre ocasionó la muerte de 1400
israelíes; las muertes de civiles gazatíes hasta ahora sobrepasa esa cifra en
más de 7 600, más las que se seguirán incrementando según transcurran los días.
No
es una guerra contra los palestinos en la que hoy emprende Israel en la Franja
de Gaza, al menos así lo aseguró el embajador israelí ante la ONU, Gilad Erdan:
"No es una guerra con los palestinos, Israel está en guerra con la
organización terrorista yihadista genocida Hamás. Es la democracia respetuosa
de la ley de Israel contra los nazis modernos". Sin embargo, son pocos los
milicianos de Hamás los que han muerto en esta guerra que no se libra contra
los palestinos y son miles los civiles palestinos los que han sido abatidos por
los bombardeos de esa “democracia respetuosa de la ley de Israel”.
La
Franja de Gaza ha devenido, más que una “fosa común” y más que “una prisión al
aire libre”, como la ha catalogado la actriz cinematográfica Angelina Jolie, en
un verdadero campo de exterminio, sin cámaras de gases, pero bajo un implacable
b0nbardeo aéreo y de misiles que no discrimina entre culpables e inocentes. Sí,
Israel tiene todo el derecho de ripostar con toda su fuerza a quienes le agredieron;
pero no tiene ningún derecho a cometer crímenes de guerra en su empeño de
aplastar a su verdadero enemigo, la organización terrorista que controla de
facto a la Franja de Gaza.
Cada
muerte de inocentes que se produzca en Gaza, culpa es de Hamás, porque los ha
tomado como escudo humano; pero también el Estado Israelí tiene su gran cuota
de culpabilidad; culpa compartida ente el instigado de la guerra y el ejecutor
de los ataques de revancha.; pero también culpa es de Irán porque ha
suministrado con arma y con servicios de inteligencia a Hamás y le ha alentado
a la “sagrada misión” de aniquilar a los “infieles judíos”
Irán
ha fortalecido al grupo terrorista, pero Israel le ha proporcionado, a lo largo
de 56 años de marginación, desprecio y atropellos hacia los palestinos en Gaza
y en la Cisjordania ocupada, la coartada ideológica que necesitaba para
proclamarse como el máximo defensar de la causa palestina. Cincuenta y seis
años desperdiciados en busca de asentar una paz permanente entre palestinos e
israelíes, fundada sobre la base de la creación de dos Estados independientes,
el de Israel y el de Palestina.
El
actual conflicto de hecho ha dejado de ser una guerra entre Israel y Hamás,
como así se le denomina en los medios, para, en los efectos y al parecer,
convertirse en una guerra de Israel contra los palestinos, un holocausto palestino
de Gaza, inferior en número que el holocausto judío bajo el poder de los nazis,
pero el holocausto de ya más de 9 000 civiles gazatíes, hombres, ancianos,
mujeres y niños. El mundo se ha
conmovido y cientos de voces se levantan pidiendo un alto el fuego humanitario.
Mientras
las tropas terrestres de Israel no entren en fondo dentro de la Franja de Gaza,
ese alto el fuego solo beneficiaría a Hamás al permitirle reagruparse y reaprovisionarse
en hombres y armamentos. El Estado Mayor de las fuerzas de Israel conoce muy
bien que, desde el aire, no podrá destruir los cientos de kilómetros de los laberínticos
túneles que ha construido Hamás que hasta se extiendo bajo hospitales y edificios
de vivienda; sabe que para ello tiene que entrar en combate cuerpo a cuerpo
para poder neutralizar los centros de logística de Hamás los que, al mismo
tiempo, facilitan un atrincheramiento efectivo para sus elementos y sus franco tiradores.
Cuando
se organiza una ofensiva militar se requiere de la artillería y de la aviación
para ablandar el enemigo y socavar sus posiciones; pero ese ablandamiento, en
Gaza se hace sobre la población civil sin afectar al enemigo real. A Israel,
para lograr sus objetivos militares no le queda más recurso que emplearse a
fondo en combates urbanos; pero esos combates urbanos provocarán muchas bajas
de soldados israelíes y colateralmente la muerte de muchos civiles. En esas
condiciones, Israel, si de verdad quiere evitar destrucciones de hospitales y
la muerte de civiles inocentes, debiera hacer un alto al fuego de artillería, de
bombardeos aéreos y de misiles sobre Gaza. En ese lapso de tiempo. Israel cuenta con
suficiente capacidad para interceptar los misiles que Hamás pudiera lanzar
sobre su territorio. Entonces la cara de Israel se mejoraría ante el mundo y pudiera
declarar: “Hemos hecho un alto a los ataques aéreos sobre Gaza y Hamás continua
con los suyos sobre nuestra tierra”. Para ello, Israel, si de verdad quiere
ponerle fin a Hamás, deberá lanzarse a fondo, decididamente y no, como ahora
hace con incursiones esporádicas sobre el territorio de la Franja de Gaza. Cualquier
cosa ha de hacerse menos terminar en un genocidio.
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