Mario
J. Viera
Muy a menudo veo ese reclamo de pedirle a los cubanos, a los que viven o malviven en la isla, que despierten. Por supuesto, ese pedido, ese reclamo proviene de Miami, de algún que otro que, antes, en Cuba, se mantenía durmiendo, pero ahora, con el barullo de Miami se despierta, abre los ojos y, entonces les pide a los que allá quedaron, que despierten, lo cual es una forma abreviada de reclamarle a los cubanos en Cuba a salir del engaño en que, supuestamente, viven.
Sí
porque parece que todos en Cuba están engañados con los cuentos de hadas de los
fabuladores del PCC. Bueno sí, la gran mayoría, o quizá no tan gran mayoría,
estuvo en el engaño total hasta 1968 o se acomodaban a vivir la vida en la
mentira. Luego vino el periodo especial y comenzaba la pesadilla; y la
pesadilla siguió hasta las vísperas del 11 de julio de 2021; y las pesadillas
despiertan a los que las sueñan.
Hoy
en Cuba son pocos los que están dormidos, de los que viven felices en el
engaño; y entre esos pocos, se cuentan los idiotas y los hijos de buenas
señoras que gozan con medallas de hojalata, cargan arrugas y nos les importan
vivir en la miseria porque siguen durmiendo y soñando con la llegada del
paraíso terrenal; algún que otro chivatón, algún que otro que se alinea en las
bandas de baladrones de la Respuesta Rápida. Pero la mayoría tiene los ojos
bien abiertos mirando hacia el horizonte, hacia la lejanía o esperando porque
saben, confían que siempre el bien vence sobre el mal.
Pero,
sí, es correcto llamar a que despierte, no el pueblo, sino a esos líderes de la
disidencia que siguen soñando con que, un día, no se sabe cuándo, los mayimbes
del PCC se decidan a dialogar, y acepten las muy cívicas propuestas de reformas
que esos líderes soñadores de la disidencia les plantean, permitir elecciones
libres, elección directa del presidente, nueva Ley Electoral, llevar a cabo un
plebiscito “vinculante” y otras muchas quijotadas civilistas.
Sí,
pedirles que despierten porque ya la gran mayoría ─ dicho esto sin exagerar ─
ya está despierta y solo aguarda por un liderazgo, no de pamplinas, sino de
decisión de conducir multitudes en reclamos noviolentos por los cambios, por la
única reforma necesaria, la caída del poder del Partido Comunista y de su
régimen dictatorial, cerrado, excluyente y totalitario.
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