Mario J. Viera
Capítulo LV
Bahía de Cochinos, una
enseñanza
(Segunda Parte)
En
mayo de 1960, con el auspicio del Departamento de Estado y la CIA, se comienza
a darle forma a la unidad de varios grupos anticastristas dentro de una
organización con funciones de acción política, propaganda y unidad militar, que
sería conocida como el Frente
Revolucionario Democrático (FDR) que contaría con la ayuda, orientación y
el apoyo financiero de la Agencia Central de Inteligencia. Esta tarea se le
había encomendado al oficial CIA, Howard Hunt ─ “guía, consejero y amicus curiae” del FDR ─ con el objetivo
de crear un Gobierno cubano en el exilio que tras la invasión por Bahía de Cochinos
debería constituirse como gobierno provisional en Cuba. El Frente
Revolucionario Democrático, como anota José Manuel Hernández[1], “cumplía la función — al menos en la mente de los agentes y burócratas
estadounidenses — de encubrir el carácter esencialmente norteamericano de la
empresa. Es decir, daba a Estados Unidos la base para negar plausiblemente que estaba involucrado en ella, el ‘plausible
deniability’ (negación plausible) de la jerga washingtoniana. Pero también
servía otros propósitos. Dados los antecedentes políticos de sus ejecutivos —
viejos y jóvenes —, proyectaba una imagen fundamentalmente antibatistiana.
Podía haber algunos batistianos reciclados en los campamentos, tolerados por su
experiencia militar, mas en los cuadros dirigentes no había ninguno. Estaba
claro, por tanto, que lo que se pretendía no era volver al pasado, sino crear
un futuro distinto y mejor”. Entre las tareas prioritarias que debía
cumplir el FDR estaba la de reclutar cubanos para los programas encubiertos que
se llevarían a cabo en contra del castrismo. El 22 de junio de 1960, en México
se ratificaba la creación del FRD con la firma de Manuel Antonio de Varona, ex
ministro del gobierno de Prío; el capitán del ejército Rebelde Manuel Artime;
José Ignacio Rasco del Movimiento Demócrata Cristiano; Aureliano Sánchez
Arango, ex ministro de Educación del gobierno de Prío y Justo Carrillo ex
presidente del BANFAIC.
Todo
el Programa de Acción, que culminaría con la invasión por Bahía de Cochinos,
erróneamente se fundaba en la experiencia de Guatemala y el derrocamiento del
Presidente Jacobo Arbenz. Se partía de bases falsas. En primer lugar, no se
había contemplado objetivamente el grado de apoyo que el gobierno de Castro
contaba entre las grandes masas de la población, incluso en un memorando de
Foster Dulles con fecha 29 de octubre de 1959 dirigido al Consejo de Seguridad
Nacional declaraba: “Muchos cubanos no
simpatizan con la tendencia actual de desarrollo, pero sin embargo, no ven otra
opción que continuar”[2]; segundo, se desconoció que
en Cuba no existía un ejército profesional como ocurría en Guatemala, sino un
ejército revolucionario fiel a su caudillo; tercero, se obviaba el poder de la
propaganda de Castro ejercida por los medios de información controlados por el
gobierno revolucionario y la magia del carisma de Fidel Castro con sus
encendidos discursos y maratónicas concentraciones populares en los que hacía
gala de su oratoria; cuarto, se obviaba la condición insular de Cuba.
A
lo largo de las actividades desarrolladas para darle cumplimiento al Programa
de Acción Encubierta, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) jugó un
destacado papel en la formulación de la política exterior de los Estados Unidos
especialmente con tres países cuyos gobiernos estuvieron vinculados con toda la
operación que finalmente desembocaría en la desastrosa expedición de Bahía de
Cochinos, Guatemala, Nicaragua y de manera marginal Panamá. El esfuerzo
anticastrista de la CIA se situó dentro de la División del Hemisferio
Occidental, Sucursal 4 (WH/4)[3] cuyo jefe era Jake Esterline[4].
Algo
más de dos meses luego del anuncio del Programa de Acción Encubierta, Esterline
y Robert K. Davis tienen un primer encuentro con el presidente de Guatemala,
Ydigoras Fuentes y Roberto Alejos ─ quien sería el principal representante del
Presidente Ydigoras Fuentes en todas las subsecuentes materias de la CIA ─. “Durante
las primeras reuniones con Alejos e Ydigoras en ciudad de Guatemala los días 30
y 31 de mayo de 1960, se iniciaron los planes para el uso de una parte de la
plantación de café de Alejos ─ Finca
Helvetia ─ como un sitio de entrenamiento de comunicaciones; y se deliberó
acerca de sitios adicionales para la formación de los candidatos paramilitares”[5]. Para el mes de junio de
1960, Esterline había conseguido, por medio de Alejos el campo de Retalhuleu,
que posteriormente sería utilizado como pista aérea de aproximadamente 4.300
pies de longitud, situada en la esquina NW de Guatemala y aproximadamente a 40
km de la costa del Pacífico y a 50 km de la frontera con México.
El
13 de junio de 1960, Luis P. Napoli hizo arreglos para una conversación en
privado con Anastasio Somoza en Nicaragua concretándose una entrevista a
posteriori con Walter S. Holloway y otro alto oficial, la que se efectuaría
durante los días 17 y 19 de septiembre. Napoli le informaría a Somoza que el
Frente Democrático Revolucionario (FDR) era la organización anticastrista de
exiliados cubanos que merecía el apoyo del Gobierno de Nicaragua. Somoza
accedió a recibir a los representantes del FDR y en adición agregó que haría
disponible una pista de aterrizaje en Puerto Cabezas en la costa nororiental de
Nicaragua y aproximadamente a 650 milla de Cuba, un campo que durante la
Segunda Guerra Mundial había sido uno de los principales campos aéreos en
Nicaragua. En ese campo se podría establecer ─ a propuesta de Anastasio Somoza
─ un campamento de entrenamiento para unos 100 hombres y para una estación de
radio.
El
día 13 de julio de 1960 el Gobierno de Perú, por intermedio de una nota diplomática
se dirige al Consejo de la Organización de loe Estados Americanos, solicitando
se convocara a la mayor brevedad “una
Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores con el objeto de
considerar las exigencias de la solidaridad continental de la defensa del
sistema regional y de los principios democráticos americanos ante las amenazas
que puedan afectarlos (…) los hechos
que vienen desarrollándose justifican plenamente esta convocatoria de acuerdo
con el artículo 39 de la Carta de la OEA”[6]
En
agosto de 1960, el Gobierno de Eisenhower intentaba obtener una condena de la OEA
en contra del castrismo bajo los presupuestos de la Doctrina Monroe y movía sus
canales diplomáticos para alcanzar un consenso en contra de la infiltración
comunista en el continente. El 15 de agosto Herter se reuniría con Eisenhower
para tratar los asuntos relacionados con la propuesta del Perú. Herter
consideraba que la reunión sería difícil, no obstante, consideraba que había
evidencias que los latinoamericanos se acercaban a los mismos puntos de vista
que Estados Unidos. Eisenhower insistiría que había que dejar claramente
expuesto que Estados Unidos no tiene el deseo ni la intención de castigar al
pueblo de Cuba y que el “desacuerdo” que se tenía era con el régimen de Castro.
Así
el gobierno del Perú propuso que se debatiera el tema luego de que se
concluyera la VI Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores que
se celebraba en San José, Costa Rica entre el 16 y el 21 de agosto a solicitud
del Gobierno de Venezuela que acusaba al régimen de Leónidas Trujillo de
agresión contra su territorio. Concluida esta Cumbre, con la condena al
gobierno de la República Dominicana, se iniciaría la VII Reunión de Consulta de
Ministros de Relaciones Exteriores, la que estaría en sesión desde el 22 hasta
el 29 de agosto. De acuerdo con Juan B. Yofre, en el ambiente de la cumbre
estaba presente “el comentario del
escritor español Salvador de Madariaga: ‘La Revolución Cubana es la derrota más
contundente que ha padecido el Occidente en toda la Guerra Fría; porque por
primera vez se pasa al comunismo un país no contiguo a Rusia ni a China. La
Revolución Cubana abre al adversario un continente entero de incalculable
valor’”[7]
Con
la ausencia del Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Raúl Roa, se
aprobaba por todos los cancilleres con la excepción de Cuba y de la República
Dominicana la Declaración de San José de Costa Rica la que en virtud de los Artículos
30 y 40 de la Carta de la OEA, denunciaba una posible injerencia en el hemisferio
occidental de la URRSS o de la República Popular China, y exponía:
“1. Condena enérgicamente la intervención
o amenaza de intervención, aun cuando sea condicionada, de una potencia extra
continental en asuntos de las repúblicas americanas, y declara que la
aceptación de una amenaza de intervención extra continental por parte de un
Estado americano pone en peligro la solidaridad y la seguridad americanas, lo
que obliga a la Organización de los Estados Americanos a desaprobarla y
rechazarla con igual energía. 2. Rechaza asimismo la pretensión de las
potencias sino soviéticas de utilizar la situación política, económica o social
de cualquier Estado americano, por cuanto dicha pretensión es susceptible de
quebrantar la unidad continental y de poner en peligro la paz y seguridad del
Hemisferio (…) 4. Reafirma que el sistema interamericano es
incompatible con toda forma de totalitarismo y que la democracia solo logrará
la plenitud de sus objetivos en el Continente cuando todas las repúblicas
americanas ajusten su conducta a los principios enunciados en la Declaración de
Santiago de Chile, aprobada en la Quinta Reunión de Consulta de Ministros de
Relaciones Exteriores, cuya observancia recomienda a la brevedad posible”.
Roa
había abandonado el debate declarando: “la
delegación de Cuba que me honro en presidir ha decidido retirarse de esta
Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos” y agregaba, para explicar la
razón que le movía para tal decisión: “La
razón fundamental que nos mueve a ello es que no obstante todas las
declaraciones y postulaciones que aquí se han hecho en el sentido de que Cuba
podía tener en el seno de la Organización de Estados Americanos a la cual
pertenece, protección y apoyo contra las agresiones de otros estados
americanos, no han tenido eco, resonancia ni acogida alguna”, para concluir
diciendo: “Me voy con el pueblo, y con mi
pueblo se van de aquí los pueblos de Hispanoamérica”. En opinión de
Christian Herter Secretario de Estados Unidos aquella “acción cubana había dañado sustancialmente su posición en la
Conferencia”.
Castro
daría el 2 de septiembre respuesta a la Declaración de San José según su estilo
de hacer condenas teatrales en medio de una abigarrada concentración de masas.
En aquella concentración, a la que daría dignidad de Asamblea General Nacional,
Castro leería su Declaración de La Habana y rechazaba “el intento de preservar
la Doctrina de Monroe”; defendió la participación del Bloque soviético en Cuba
diciendo “que la ayuda espontáneamente ofrecida por la Unión Soviética a Cuba”
dado que fuera atacada por Estados Unidos no podía considerarse como un acto de
intromisión, sino que se trataba de un acto de solidaridad, por tal motivo,
expresó: “La Asamblea General Nacional
del Pueblo declara ante América y el mundo, que acepta y agradece el apoyo de
los cohetes de la Unión Soviética si su territorio fuere invadido por fuerzas
militares de los Estados Unidos”; niega además, “que haya existido pretensión alguna por parte de la Unión Soviética y
la República Popular China de ‘utilizar la posición económica, política y
social de Cuba, para quebrantar la unidad continental y poner en peligro la
unidad del hemisferio’”; para concluir el reto Castro hablando como si
hablara por la voluntad de todos los cubanos anuncia su intención de “establecer
relaciones diplomáticas también con todos los países socialistas” y le expresa
a la China comunista que estaba dispuesto a establecer relaciones diplomáticas
entre ambos países y, por ende, romper las relaciones diplomáticas con el
régimen de Formosa.
Los
planes se dilataban. El 18 de agosto de 1960, el director de la CIA, Allen
Dulles que había cosechado lauros con las operaciones encubiertas en Guatemala,
rinde una amplia información sobre los preparativos que se llevaban a cabo con
vistas al derrocamiento de Castro, como parte de la Operación 40[8] que presidía el
Vicepresidente Richard Nixon, dirigida a derrocar gobiernos no afines con
Washington. Eisenhower declararía entonces que estaría dispuesto a seguir
adelante con los planes, siempre que el Estado Mayor Conjunto, los
Departamentos de Estado y Defensa, y la CIA consideraran que existían buenas
posibilidades de éxito. Siguiendo a Néstor Carbonell, el 20 de octubre de 1960,
Dulles alertó ante el Consejo de Seguridad nacional, que continuaban llegando
cargamentos de armas para el gobierno de Castro procedentes de la Unión
Soviética y que pilotos cubanos recibían entrenamiento en Checoslovaquia,
estimándose que Cuba recibiría para principios de 1961 dos escuadrones de cazas
Mig. Se hacía, por tanto, imprescindible adelantar los planes de intervención
en la isla teniendo en cuenta el crecimiento de la ayuda militar soviética al
gobierno de Castro y que los grupos de alzados amenazaban ser aniquilados en el
enfrentamiento con una fuerza poderosa y bien equipada que los superaba por
cientos.
El
18 de octubre, en un discurso de campaña pronunciado en Miami, Nixon declaraba
que el régimen de Fidel Castro era un cáncer intolerable y dijo: “La paciencia ya no es una virtud”, y de
acuerdo con Hugh Thomas[9], el gobierno, insinuaría
Nixon claramente, tenía programadas
varias medidas para destruir aquel ‘bandidaje económico’”. Ya en ese
momento había entre 400 a 500 hombres entrenándose en Guatemala bajo el
concurso de la CIA. Hugh Thomas señala que “Nixon,
en el cuarto debate televisado, “para garantizar la seguridad de las
operaciones clandestinas, acusó a Kennedy de ‘irresponsabilidad peligrosa’”
por sus anteriores declaraciones cuando este se expresara sobre la necesidad de
reforzar a los cubanos que luchaban por su libertad; atacando al senador
Kennedy, Richard Nixon le acusaba de comprometer a todos los amigos de Estados
Unidos en América Latina, y dijo: “¿Qué
podemos hacer? Podemos hacer lo que hicimos en Guatemala. Había un dictador
comunista… finalmente, los propios guatemaltecos se sublevaron y lo expulsaron…”.
Con estas afirmaciones, ¿podría Castro ignorar que algo se estaba cocinando en
Estados Unidos para expulsarle del poder? El secretismo de las operaciones
encubiertas contra el castrismo era solo un espejismo; desde la propia
Guatemala se recibían los ecos. Hugh Thomas cita que el 30 de octubre, el
periódico guatemalteco La Hora,
publicaría un editorial de primera plana explicando que existía el plan de
invadir a Cuba, “preparado no por nuestro
país ─ declaraba el editorialista ─,
que es tan pobre y está tan desorganizado, sino virtualmente por Estados
Unidos”. Es más, los dirigentes del Frente Revolucionario luego de visitar
el campamento de entrenamiento en Guatemala, no se inhibieron para dar amplia
divulgación de lo que habían constatado en Guatemala. Jacob D. Esterline se
refiere a esto en una entrevista que le hiciera Jack B. Pfeiffer, el
historiador de la Agencia Central de Inteligencia, en noviembre de 1975. En esa
entrevista reveló Esterline:
(Howard Hunt) “seguía
presionándonos para llevar al Frente a Guatemala para que se reuniera con las
tropas, y pusimos ciertas cláusulas muy estrictas para ello en cuanto a lo que
era o no permitido hacer allí; y cada advertencia que pusimos, prácticamente,
estaba rota. Tomaron fotos, hicieron discursos y regresaron a Miami; y
entregaron las fotos a la prensa. Tony Varona, en particular y otro cuyo nombre
no recuerdo ahora, en algunos de los periódicos cubanos dieron amplia
divulgación de sus viajes a los campamentos de entrenamiento donde se estaban
preparando sus tropas para la invasión. Eso nunca se debió haber permitido…”[10]
[1] José Manuel Hernández. El
Frente Revolucionario Democrático (FRD) y el Cuba Project, 1960-1961. DOSSIER / La Primera Oposición Cubana (1959 –
1965) Cuba Encuentro
[2] The Foreign Relations of the United States
(FRUS), VI, 380. Memorandum of Discussion at the 422d Meeting of the National
Security Council, Washington, October 29, 1959
[3] La Sucursal 4 de la División del Hemisferio Occidental (WH/4) era
una fuerza de tarea creada dentro de la CIA en enero de 1960 para dirigir el
proyecto cubano
[4] Jack B. Pfeiffer. Official History of the Bay
of Pigs Operation. Vol. II, Participation in the conduct of Foreign Policy.
Office of United States Director of Central Intelligence (DCI-8), octubre 1979,
aprobada para su publicación con fecha 25 de julio de 2011
[5] Jack B. Pfeiffer. Official History of the Bay
of Pigs Operation. Vol. II, Participation in the conduct of Foreign Policy.
Office of United States Director of Central Intelligence (DCI-8), octubre 1979,
aprobada para su publicación con fecha 25 de julio de 2011
[6] Cf. OEA, Documentos Oficiales, OEA/Ser. G./III, Vol. XIII. p. 60.
Unión Panamericana, Washington DO., 1961. Cit. por Félix Peña. Tesis de Posgrado.
Las sanciones en el sistema interamericano. La expulsión de un estado miembro
de la Organización de los Estados Americanos. Universidad de Madrid | Facultad
de Derecho | Años 1965-1966.
[7] Juan B. Yofre. Fue Cuba: La
infiltración cubano-soviética que dio origen a la violencia subversiva en
Latinoamérica. Edit. SUDAMERICANA. 2014
[8] Operación 40, así se denominó a un grupo de contrainteligencia
formado principalmente por exiliados cubanos bajo el auspicio de la Agencia
Central de inteligencia con el propósito de derrocar al régimen de Castro. En
este grupo y bajo la presidencia del Vicepresidente Richard Nixon se incluían
los exiliados cubanos Félix Rodríguez, Luis Posada Carriles, Orlando Bosh,
Rafael “Chi Chi” Quintero, Virgilio Paz Romero, Pedro Luis Díaz Lanz, Bernard
Barker, junto con los ciudadanos de Estados Unidos Porter Goss y Frank Sturgis,
como los más significativos.
[9] Hugh Thomas. The Pursuit of Freedom. Op. Cit.
[10] Jack B. Pfeiffer. Interview of Jacob D.
Esterline on the Bay of Pigs Operation. Virgin Islands, 10-11 November, 1975,
Tape No 1 of 8
No hay comentarios.:
Publicar un comentario