viernes, 9 de septiembre de 2016

Del libro en preparación “Amigos, Aliados y Enemigos. Bahía de Cochinos, una enseñanza II


Mario J. Viera

Capítulo LV

Bahía de Cochinos, una enseñanza

(Segunda Parte)

En mayo de 1960, con el auspicio del Departamento de Estado y la CIA, se comienza a darle forma a la unidad de varios grupos anticastristas dentro de una organización con funciones de acción política, propaganda y unidad militar, que sería conocida como el Frente Revolucionario Democrático (FDR) que contaría con la ayuda, orientación y el apoyo financiero de la Agencia Central de Inteligencia. Esta tarea se le había encomendado al oficial CIA, Howard Hunt ─ “guía, consejero y amicus curiae” del FDR ─ con el objetivo de crear un Gobierno cubano en el exilio que tras la invasión por Bahía de Cochinos debería constituirse como gobierno provisional en Cuba. El Frente Revolucionario Democrático, como anota José Manuel Hernández[1], “cumplía la función — al menos en la mente de los agentes y burócratas estadounidenses — de encubrir el carácter esencialmente norteamericano de la empresa. Es decir, daba a Estados Unidos la base para negar plausiblemente que estaba involucrado en ella, el ‘plausible deniability’ (negación plausible) de la jerga washingtoniana. Pero también servía otros propósitos. Dados los antecedentes políticos de sus ejecutivos — viejos y jóvenes —, proyectaba una imagen fundamentalmente antibatistiana. Podía haber algunos batistianos reciclados en los campamentos, tolerados por su experiencia militar, mas en los cuadros dirigentes no había ninguno. Estaba claro, por tanto, que lo que se pretendía no era volver al pasado, sino crear un futuro distinto y mejor”. Entre las tareas prioritarias que debía cumplir el FDR estaba la de reclutar cubanos para los programas encubiertos que se llevarían a cabo en contra del castrismo. El 22 de junio de 1960, en México se ratificaba la creación del FRD con la firma de Manuel Antonio de Varona, ex ministro del gobierno de Prío; el capitán del ejército Rebelde Manuel Artime; José Ignacio Rasco del Movimiento Demócrata Cristiano; Aureliano Sánchez Arango, ex ministro de Educación del gobierno de Prío y Justo Carrillo ex presidente del BANFAIC.  

Todo el Programa de Acción, que culminaría con la invasión por Bahía de Cochinos, erróneamente se fundaba en la experiencia de Guatemala y el derrocamiento del Presidente Jacobo Arbenz. Se partía de bases falsas. En primer lugar, no se había contemplado objetivamente el grado de apoyo que el gobierno de Castro contaba entre las grandes masas de la población, incluso en un memorando de Foster Dulles con fecha 29 de octubre de 1959 dirigido al Consejo de Seguridad Nacional declaraba: “Muchos cubanos no simpatizan con la tendencia actual de desarrollo, pero sin embargo, no ven otra opción que continuar[2]; segundo, se desconoció que en Cuba no existía un ejército profesional como ocurría en Guatemala, sino un ejército revolucionario fiel a su caudillo; tercero, se obviaba el poder de la propaganda de Castro ejercida por los medios de información controlados por el gobierno revolucionario y la magia del carisma de Fidel Castro con sus encendidos discursos y maratónicas concentraciones populares en los que hacía gala de su oratoria; cuarto, se obviaba la condición insular de Cuba.

A lo largo de las actividades desarrolladas para darle cumplimiento al Programa de Acción Encubierta, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) jugó un destacado papel en la formulación de la política exterior de los Estados Unidos especialmente con tres países cuyos gobiernos estuvieron vinculados con toda la operación que finalmente desembocaría en la desastrosa expedición de Bahía de Cochinos, Guatemala, Nicaragua y de manera marginal Panamá. El esfuerzo anticastrista de la CIA se situó dentro de la División del Hemisferio Occidental, Sucursal 4 (WH/4)[3] cuyo jefe era Jake Esterline[4].
Algo más de dos meses luego del anuncio del Programa de Acción Encubierta, Esterline y Robert K. Davis tienen un primer encuentro con el presidente de Guatemala, Ydigoras Fuentes y Roberto Alejos ─ quien sería el principal representante del Presidente Ydigoras Fuentes en todas las subsecuentes materias de la CIA ─. “Durante las primeras reuniones con Alejos e Ydigoras en ciudad de Guatemala los días 30 y 31 de mayo de 1960, se iniciaron los planes para el uso de una parte de la plantación de café de Alejos ─ Finca Helvetia ─ como un sitio de entrenamiento de comunicaciones; y se deliberó acerca de sitios adicionales para la formación de los candidatos paramilitares”[5]. Para el mes de junio de 1960, Esterline había conseguido, por medio de Alejos el campo de Retalhuleu, que posteriormente sería utilizado como pista aérea de aproximadamente 4.300 pies de longitud, situada en la esquina NW de Guatemala y aproximadamente a 40 km de la costa del Pacífico y a 50 km de la frontera con México. 

El 13 de junio de 1960, Luis P. Napoli hizo arreglos para una conversación en privado con Anastasio Somoza en Nicaragua concretándose una entrevista a posteriori con Walter S. Holloway y otro alto oficial, la que se efectuaría durante los días 17 y 19 de septiembre. Napoli le informaría a Somoza que el Frente Democrático Revolucionario (FDR) era la organización anticastrista de exiliados cubanos que merecía el apoyo del Gobierno de Nicaragua. Somoza accedió a recibir a los representantes del FDR y en adición agregó que haría disponible una pista de aterrizaje en Puerto Cabezas en la costa nororiental de Nicaragua y aproximadamente a 650 milla de Cuba, un campo que durante la Segunda Guerra Mundial había sido uno de los principales campos aéreos en Nicaragua. En ese campo se podría establecer ─ a propuesta de Anastasio Somoza ─ un campamento de entrenamiento para unos 100 hombres y para una estación de radio.

El día 13 de julio de 1960 el Gobierno de Perú, por intermedio de una nota diplomática se dirige al Consejo de la Organización de loe Estados Americanos, solicitando se convocara a la mayor brevedad “una Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores con el objeto de considerar las exigencias de la solidaridad continental de la defensa del sistema regional y de los principios democráticos americanos ante las amenazas que puedan afectarlos (…) los hechos que vienen desarrollándose justifican plenamente esta convocatoria de acuerdo con el artículo 39 de la Carta de la OEA[6]

En agosto de 1960, el Gobierno de Eisenhower intentaba obtener una condena de la OEA en contra del castrismo bajo los presupuestos de la Doctrina Monroe y movía sus canales diplomáticos para alcanzar un consenso en contra de la infiltración comunista en el continente. El 15 de agosto Herter se reuniría con Eisenhower para tratar los asuntos relacionados con la propuesta del Perú. Herter consideraba que la reunión sería difícil, no obstante, consideraba que había evidencias que los latinoamericanos se acercaban a los mismos puntos de vista que Estados Unidos. Eisenhower insistiría que había que dejar claramente expuesto que Estados Unidos no tiene el deseo ni la intención de castigar al pueblo de Cuba y que el “desacuerdo” que se tenía era con el régimen de Castro.

Así el gobierno del Perú propuso que se debatiera el tema luego de que se concluyera la VI Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores que se celebraba en San José, Costa Rica entre el 16 y el 21 de agosto a solicitud del Gobierno de Venezuela que acusaba al régimen de Leónidas Trujillo de agresión contra su territorio. Concluida esta Cumbre, con la condena al gobierno de la República Dominicana, se iniciaría la VII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, la que estaría en sesión desde el 22 hasta el 29 de agosto. De acuerdo con Juan B. Yofre, en el ambiente de la cumbre estaba presente “el comentario del escritor español Salvador de Madariaga: ‘La Revolución Cubana es la derrota más contundente que ha padecido el Occidente en toda la Guerra Fría; porque por primera vez se pasa al comunismo un país no contiguo a Rusia ni a China. La Revolución Cubana abre al adversario un continente entero de incalculable valor’[7]

Con la ausencia del Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Raúl Roa, se aprobaba por todos los cancilleres con la excepción de Cuba y de la República Dominicana la Declaración de San José de Costa Rica la que en virtud de los Artículos 30 y 40 de la Carta de la OEA, denunciaba una posible injerencia en el hemisferio occidental de la URRSS o de la República Popular China, y exponía:

“1. Condena enérgicamente la intervención o amenaza de intervención, aun cuando sea condicionada, de una potencia extra continental en asuntos de las repúblicas americanas, y declara que la aceptación de una amenaza de intervención extra continental por parte de un Estado americano pone en peligro la solidaridad y la seguridad americanas, lo que obliga a la Organización de los Estados Americanos a desaprobarla y rechazarla con igual energía. 2. Rechaza asimismo la pretensión de las potencias sino soviéticas de utilizar la situación política, económica o social de cualquier Estado americano, por cuanto dicha pretensión es susceptible de quebrantar la unidad continental y de poner en peligro la paz y seguridad del Hemisferio (…) 4. Reafirma que el sistema interamericano es incompatible con toda forma de totalitarismo y que la democracia solo logrará la plenitud de sus objetivos en el Continente cuando todas las repúblicas americanas ajusten su conducta a los principios enunciados en la Declaración de Santiago de Chile, aprobada en la Quinta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, cuya observancia recomienda a la brevedad posible”.

Roa había abandonado el debate declarando: “la delegación de Cuba que me honro en presidir ha decidido retirarse de esta Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos” y agregaba, para explicar la razón que le movía para tal decisión: “La razón fundamental que nos mueve a ello es que no obstante todas las declaraciones y postulaciones que aquí se han hecho en el sentido de que Cuba podía tener en el seno de la Organización de Estados Americanos a la cual pertenece, protección y apoyo contra las agresiones de otros estados americanos, no han tenido eco, resonancia ni acogida alguna”, para concluir diciendo: “Me voy con el pueblo, y con mi pueblo se van de aquí los pueblos de Hispanoamérica”. En opinión de Christian Herter Secretario de Estados Unidos aquella “acción cubana había dañado sustancialmente su posición en la Conferencia”.  

Castro daría el 2 de septiembre respuesta a la Declaración de San José según su estilo de hacer condenas teatrales en medio de una abigarrada concentración de masas. En aquella concentración, a la que daría dignidad de Asamblea General Nacional, Castro leería su Declaración de La Habana y rechazaba “el intento de preservar la Doctrina de Monroe”; defendió la participación del Bloque soviético en Cuba diciendo “que la ayuda espontáneamente ofrecida por la Unión Soviética a Cuba” dado que fuera atacada por Estados Unidos no podía considerarse como un acto de intromisión, sino que se trataba de un acto de solidaridad, por tal motivo, expresó: “La Asamblea General Nacional del Pueblo declara ante América y el mundo, que acepta y agradece el apoyo de los cohetes de la Unión Soviética si su territorio fuere invadido por fuerzas militares de los Estados Unidos”; niega además, “que haya existido pretensión alguna por parte de la Unión Soviética y la República Popular China de ‘utilizar la posición económica, política y social de Cuba, para quebrantar la unidad continental y poner en peligro la unidad del hemisferio’”; para concluir el reto Castro hablando como si hablara por la voluntad de todos los cubanos anuncia su intención de “establecer relaciones diplomáticas también con todos los países socialistas” y le expresa a la China comunista que estaba dispuesto a establecer relaciones diplomáticas entre ambos países y, por ende, romper las relaciones diplomáticas con el régimen de Formosa.

Los planes se dilataban. El 18 de agosto de 1960, el director de la CIA, Allen Dulles que había cosechado lauros con las operaciones encubiertas en Guatemala, rinde una amplia información sobre los preparativos que se llevaban a cabo con vistas al derrocamiento de Castro, como parte de la Operación 40[8] que presidía el Vicepresidente Richard Nixon, dirigida a derrocar gobiernos no afines con Washington. Eisenhower declararía entonces que estaría dispuesto a seguir adelante con los planes, siempre que el Estado Mayor Conjunto, los Departamentos de Estado y Defensa, y la CIA consideraran que existían buenas posibilidades de éxito. Siguiendo a Néstor Carbonell, el 20 de octubre de 1960, Dulles alertó ante el Consejo de Seguridad nacional, que continuaban llegando cargamentos de armas para el gobierno de Castro procedentes de la Unión Soviética y que pilotos cubanos recibían entrenamiento en Checoslovaquia, estimándose que Cuba recibiría para principios de 1961 dos escuadrones de cazas Mig. Se hacía, por tanto, imprescindible adelantar los planes de intervención en la isla teniendo en cuenta el crecimiento de la ayuda militar soviética al gobierno de Castro y que los grupos de alzados amenazaban ser aniquilados en el enfrentamiento con una fuerza poderosa y bien equipada que los superaba por cientos.

El 18 de octubre, en un discurso de campaña pronunciado en Miami, Nixon declaraba que el régimen de Fidel Castro era un cáncer intolerable y dijo: “La paciencia ya no es una virtud”, y de acuerdo con Hugh Thomas[9], el gobierno, insinuaría Nixon claramente, tenía programadas varias medidas para destruir aquel ‘bandidaje económico’”. Ya en ese momento había entre 400 a 500 hombres entrenándose en Guatemala bajo el concurso de la CIA. Hugh Thomas señala que “Nixon, en el cuarto debate televisado, “para garantizar la seguridad de las operaciones clandestinas, acusó a Kennedy de ‘irresponsabilidad peligrosa’” por sus anteriores declaraciones cuando este se expresara sobre la necesidad de reforzar a los cubanos que luchaban por su libertad; atacando al senador Kennedy, Richard Nixon le acusaba de comprometer a todos los amigos de Estados Unidos en América Latina, y dijo: “¿Qué podemos hacer? Podemos hacer lo que hicimos en Guatemala. Había un dictador comunista… finalmente, los propios guatemaltecos se sublevaron y lo expulsaron…”. Con estas afirmaciones, ¿podría Castro ignorar que algo se estaba cocinando en Estados Unidos para expulsarle del poder? El secretismo de las operaciones encubiertas contra el castrismo era solo un espejismo; desde la propia Guatemala se recibían los ecos. Hugh Thomas cita que el 30 de octubre, el periódico guatemalteco La Hora, publicaría un editorial de primera plana explicando que existía el plan de invadir a Cuba, “preparado no por nuestro país ─ declaraba el editorialista ─, que es tan pobre y está tan desorganizado, sino virtualmente por Estados Unidos”. Es más, los dirigentes del Frente Revolucionario luego de visitar el campamento de entrenamiento en Guatemala, no se inhibieron para dar amplia divulgación de lo que habían constatado en Guatemala. Jacob D. Esterline se refiere a esto en una entrevista que le hiciera Jack B. Pfeiffer, el historiador de la Agencia Central de Inteligencia, en noviembre de 1975. En esa entrevista reveló Esterline:

(Howard Hunt) “seguía presionándonos para llevar al Frente a Guatemala para que se reuniera con las tropas, y pusimos ciertas cláusulas muy estrictas para ello en cuanto a lo que era o no permitido hacer allí; y cada advertencia que pusimos, prácticamente, estaba rota. Tomaron fotos, hicieron discursos y regresaron a Miami; y entregaron las fotos a la prensa. Tony Varona, en particular y otro cuyo nombre no recuerdo ahora, en algunos de los periódicos cubanos dieron amplia divulgación de sus viajes a los campamentos de entrenamiento donde se estaban preparando sus tropas para la invasión. Eso nunca se debió haber permitido…”[10]



[1] José Manuel Hernández. El Frente Revolucionario Democrático (FRD) y el Cuba Project, 1960-1961. DOSSIER / La Primera Oposición Cubana (1959 – 1965) Cuba Encuentro
[2] The Foreign Relations of the United States (FRUS), VI, 380. Memorandum of Discussion at the 422d Meeting of the National Security Council, Washington, October 29, 1959
[3] La Sucursal 4 de la División del Hemisferio Occidental (WH/4) era una fuerza de tarea creada dentro de la CIA en enero de 1960 para dirigir el proyecto cubano
[4] Jack B. Pfeiffer. Official History of the Bay of Pigs Operation. Vol. II, Participation in the conduct of Foreign Policy. Office of United States Director of Central Intelligence (DCI-8), octubre 1979, aprobada para su publicación con fecha 25 de julio de 2011
[5] Jack B. Pfeiffer. Official History of the Bay of Pigs Operation. Vol. II, Participation in the conduct of Foreign Policy. Office of United States Director of Central Intelligence (DCI-8), octubre 1979, aprobada para su publicación con fecha 25 de julio de 2011
[6] Cf. OEA, Documentos Oficiales, OEA/Ser. G./III, Vol. XIII. p. 60. Unión Panamericana, Washington DO., 1961. Cit. por Félix Peña. Tesis de Posgrado. Las sanciones en el sistema interamericano. La expulsión de un estado miembro de la Organización de los Estados Americanos. Universidad de Madrid | Facultad de Derecho | Años 1965-1966.
[7] Juan B. Yofre. Fue Cuba: La infiltración cubano-soviética que dio origen a la violencia subversiva en Latinoamérica. Edit. SUDAMERICANA. 2014
[8] Operación 40, así se denominó a un grupo de contrainteligencia formado principalmente por exiliados cubanos bajo el auspicio de la Agencia Central de inteligencia con el propósito de derrocar al régimen de Castro. En este grupo y bajo la presidencia del Vicepresidente Richard Nixon se incluían los exiliados cubanos Félix Rodríguez, Luis Posada Carriles, Orlando Bosh, Rafael “Chi Chi” Quintero, Virgilio Paz Romero, Pedro Luis Díaz Lanz, Bernard Barker, junto con los ciudadanos de Estados Unidos Porter Goss y Frank Sturgis, como los más significativos.
[9] Hugh Thomas. The Pursuit of Freedom. Op. Cit.
[10] Jack B. Pfeiffer. Interview of Jacob D. Esterline on the Bay of Pigs Operation. Virgin Islands, 10-11 November, 1975, Tape No 1 of 8

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