Mario J. Viera
Puerto de Casilda al fondo el Escambray |
Capítulo LV
Bahía de Cochinos, una
enseñanza
(Cuarta Parte)
Se
delinea el Proyecto Casilda/Trinidad
A solo 14 días antes de
la toma de posesión de la presidencia por John F. Kennedy, el Coronel marine,
jefe de las operaciones paramilitares de la División Hemisferio Occidental,
Sucursal 4 (WH/4/PM) Jack L. Hawkins envía un Memorando a Jacob “Jake”
Esterline, su superior en el WH/4, donde ya se delineaban las operaciones
militares en contra del gobierno castrista. Hawkins, un oficial del Cuerpo de
Marines, era un hombre con una amplia experiencia en operaciones anfibias al
cual, la CIA capta en septiembre de 1960 para encargarse de las operaciones
militares (Cuba Task Force) que se
preparaban contra el gobierno de Fidel Castro. Hawkins cumpliría sus tareas
bajo el mando de Jake Esterline un hombre con conocimientos y experiencias prácticas
en guerra de guerrillas.
En
el Memorando que dirige a Esterline delinea las principales tareas del plan
concebido[1].
En este proyecto se contemplaba
establecer una pequeña cabeza de playa tras el desembarque de una fuerza
anfibia/aérea de 750 hombres. En apoyo de esta acción el desembarque sería
precedido por una preparación táctica aérea, que comenzaría al amanecer del día
D-1 (víspera de la invasión). El principal propósito de esa preparación aérea
sería destruir o neutralizar las naves aéreas y navales militares que constituyeran
una amenaza para la fuerza invasora. Cuando se hubiera cumplido esa tarea, los
ataques se dirigirían contra otros objetivos militares, incluyendo parques de
artillería, puestos de tanques, vehículos militares y depósitos de suministros.
Se preveía proveer un fuerte apoyo aéreo a la fuerza invasora el Día D y posteriormente
cuando esta entrara en combate. El principal objetivo en ese momento sería rechazar
a las formaciones militares en el campo; con el objetivo de impedir el
movimiento de tropas contrarias contra la cabeza de playa, deberían emprenderse
esfuerzos particulares en ese sentido.
La misión inicial de la fuerza invasora
sería ocupar y defender una pequeña área que, en condiciones ideales, incluyera
una pista aérea y se tuviera acceso al mar para el apoyo del suministro
logístico. Los planes que se elaboraran deberían prever, no obstante, la
eventualidad de que la fuerza fuera conducida a una apretada formación
defensiva que le impidiera el suministro por el mar o el control de una pista
de aterrizaje. Bajo tales circunstancias los suministros deberían proveerse
enteramente por lanzamientos aéreos.
El objetivo principal de la fuerza tenía
que centrarse en sobrevivir y mantener su integridad en suelo cubano. Por otra
parte, se establecía que no hubiera ningún intento temprano para abandonar la
cabeza de playa para posteriores operaciones, a menos que y hasta que hubiera
un levantamiento general contra el régimen de Castro o hasta que no hubiera
tenido lugar una abierta intervención de las fuerzas de Estados Unidos.
Con estas operaciones se esperaba que
precipitaran una gran insurrección en toda Cuba y causaran la revuelta de un
importante segmento del Ejército cubano y de la milicia; por tanto, la cabeza
de playa, serviría “como punto de concentración
para los miles que están listos para
una abierta resistencia a Castro pero que dudan de actuar hasta sentir cierta
seguridad de éxito. Una revuelta interna en Cuba, si una es impulsada por
nuestras acciones, serviría para derrocar el gobierno de Castro en cuestión de
un par de semanas”.
Sobre este asunto diría Esterline en una
entrevista que Peter Kornbluh[2], en octubre de 1961, le
haría a él y al coronel Hawkins: “Teníamos
razones para creer que había una resistencia bastante considerable y bastante
activa, al menos en espíritu, que se oponía a Castro en ese momento pero que
definitivamente no conocíamos. El problema era como comenzar las operaciones
que nos permitieran obtener una mayor apreciación de cuan seria y cuan exitosa
era ─ cuáles serían las posibilidades de éxito”.
A esto añade Hawkins:
Teníamos
información de inteligencia de nuestros agentes que la totalidad de la
provincia de Las Villas era anticastrista en su mayor parte y simpatizaban con
las guerrillas que entonces operaban en las montañas del Escambray. Pensábamos
que tendríamos la oportunidad de armar un considerable número de ellos, pero,
de no ser posible, la brigada podría entrar en las montañas e iniciar la
actividad guerrillera.
Mi
creencia y esperanza en aquel tiempo era que podríamos establecer un control
absoluto en el aire aun antes de que desembarcara esta fuerza que he descrito
como absolutamente esencial y que las operaciones aéreas en apoyo de nuestra
fuerza en el área de Trinidad serían muy espectaculares en Cuba e infligirían
serias bajas en las fuerzas de Castro, la milicia. Pensábamos que esto
gradualmente produciría disturbios y una posterior sublevación. Sigo creyendo
que probablemente hubiera ocurrido si se hubiera hecho como habíamos
recomendado.
Se trataba de una conjetura falsa sobre el
apoyo con que contaba el régimen cubano y que resultaría una de las causas
psicológicas del fracaso de la expedición. La realidad interna en Cuba era que
el castrismo en esos momentos contaba con un muy poderoso apoyo social. Las
milicias no eran un cuerpo militar regular y si un cuerpo paramilitar integrado
por voluntarios que creían firmemente estar del lado de la razón, de ahí la
alta moral de combate que los batallones de milicia mostraron en los combates
de Playa Girón y Playa Larga. No obstante, en aquellos momentos se estimaba que
en Miami y sus alrededores había alrededor de 70 mil cubanos exiliados lo que
inducía a pensar muy subjetivamente que el régimen de Castro estaría perdiendo
apoyo popular. Los exiliados solo representaban el 1,16 por ciento de toda la
población de la isla. Por otra parte, en un estudio preparado en el
Departamento de Defensa (16 de enero de 1961) se precisaba que “un interno apoyo popular masivo por el
pueblo cubano a una acción para derrocar a Castro no se podía asegurar”[3].
“Si las cosas no resultan como se predice más
arriba ─ se consignaba dentro de las consideraciones al proyecto ─, la cabeza de playa establecida por nuestra
fuerza puede usarse como sitio para el establecimiento del gobierno provisional
que podría ser reconocido por los Estados Unidos, y esperemos, por otros
estados americanos y darle asistencia militar abierta. El camino luego será
pavimentado para la intervención armada de Estados Unidos dirigida a la
pacificación de Cuba, y esto dará como resultado el pronto derrocamiento del
Gobierno de Castro[4].
Al respecto, apuntaría Hawkins:
“Así
todavía en aquel tiempo en enero, yo visualizaba la posibilidad de un gobierno
provisional en el área de la montaña del Escambray que en ese momento recibiría
asistencia de Estados Unidos, al menos logísticamente.
Era
esencial derrocar a Castro. Yo creía completamente en aquel objetivo y, por
supuesto, más tarde se probó, después, que aquello hubiera ocurrido. Nos
habríamos desprendido de aquel gobierno comunista. Realmente supuse lo que el
gobierno nacional quería decir al decir lo que dijo: “Queremos derrocar a
Castro”. Ahora, por supuesto tuvimos un cambio de gobierno allí y eso cambió
considerablemente las cosas”.
Además, en los presupuestos de la
operación se especificaba:
“no deberá presumirse que los
otros programas paramilitares serán suspendidos o abandonados. Estos están siendo intensificados y
acelerados. Incluyen el suministro por
aire y mar a los elementos guerrilleros en Cuba, la conducción de
operaciones de sabotaje, la introducción de grupos paramilitares especialmente
entrenados, y la expansión de nuestra
red de agentes en toda la isla”.
En el memorando elaborado por Jack L.
Hawkins se expresaban dudas con respecto a cuál sería el comprometimiento de la
nueva administración demócrata que asumiría la presidencia. Así, Hawkins
adelanta: “La cuestión de si la
administración entrante del Presidente electo Kennedy cooperará en la
conducción de la operación de ataque necesita responderse en el tiempo más
temprano posible. Si estas operaciones no se llevaran a cabo, entonces los preparativos debieran cesar
para evitar el innecesario desperdicio de un gran esfuerzo humano y de muchos
millones de dólares”. Y recomendaba Hawkins que Allen Dulles, como Director
de la Agencia Central de Inteligencia, hiciera “un intento para determinar la posición del Presidente electo y del
Secretario de Estado designado en relación con este asunto lo más pronto
posible”.
En sus recomendaciones, Hawkins planteaba
que la operación fuera lanzada dentro del periodo entre finales de enero y
febrero e insistía diciendo: “Cualquier posposición para después del primero de
marzo de 1961 sería inadmisible” alegando para ello las siguientes razones:
1)
era
dudoso que las fuerzas cubanas anticastristas pudieran mantenerse en la base de
entrenamiento que se tenía en Guatemala más allá del primero de marzo, alegando
que las presiones sobre el Gobierno de Guatemala podrían hacerse inmanejables
si las tropas de infantería cubanas no fueran removidas para esa fecha. Ya
antes se había producido la sublevación militar del 13 de noviembre de 1960 en
contra del Gobierno de Ydigoras, que sería aplastada por los B-26 de Estados
Unidos enviados en refuerzo del gobierno. En esa operación aérea habían
participado algunos de los cubanos que entrenaban en Retalhuleu.
2)
Los
cubanos no pueden mantenerse en entrenamiento por más tiempo lo que resultaría
en una baja de la moral combativa y la posibilidad de deserciones por la
inmovilidad.
3)
Aunque
creyendo que “el apoyo del populacho cubano al gobierno de Castro se
deterioraba rápidamente”, la demora podría estar en contra de los proyectos: “Es
indudable ─ decía ─ que en el futuro próximo el núcleo duro de las fuerzas
armadas de Castro adquirirá una alta eficiencia en el empleo de los modernos
armamentos disponibles”.
Recomendaba además que la preparación
aérea se iniciara en vísperas del Día D durante la madrugada; que cualquier
intento de limitar el número de aviones a ser empleados de aquellos
disponibles, debía resistirse firmemente y que la operación se abandone si la
política no provee el adecuado uso táctico del apoyo aéreo.
Hawkins dio la razón de por qué se eligió
la zona de Casilda-Trinidad para lanzar la expedición diciendo: “El área se prestaba en sí misma para lo que
en términos militares llamamos aislamiento del área. En otras palabras,
podríamos tomar ciertas medidas que dificultarían al enemigo entrar en el área.
Las montañas en el oeste, que eran una barrera, y había un no falsificado río
en el norte y el este que solo tenía
dos puentes. Uno de ellos era un puente ferroviario y pensamos que podíamos
eliminarlos. Los tanques y los vehículos (de Castro) no podrían entrar en Trinidad[5].
El
plan era desembarcar allí en Trinidad; esa localidad posees buenas playas de
desembarco, buenos terrenos defendibles y nosotros nos íbamos a sostener allí
el mayor tiempo posible para tratar de armar a algunos de los residentes y si
no teníamos suerte o fuéramos presionados, podríamos dirigirnos directamente
hacia las montañas del oeste y unirnos a las guerrillas que ya había allí”[6].
[1] The Foreign Relations of the United States
(FRUS X, 9) Memorandum from the Chief of WH/4/PM, Central Intelligence Agency
(Hawkins) to the Chief of WH/4 of the Directorate for Plans (Esterline).
Kennedy Library, National Security Files, Countries Series, Cuba, Subjects,
Taylor Report.
[2] Peter Kornbluh. Bay of Pigs Declassified. The Secret CIA Report on the Invasion of Cuba.
The Bay of Pigs revisited. Octubre de 1961
[3] Foreign Relations of the United States (FRUS
X, 9), Staff Study Prepared in the Department of Defense. Enero 16, 1961.
[4] Peter Kornbluh. Op. Cit.
[5] Es posible que exista un error de transcripción de lo dicho por
Hawkins cuando menciona un río ubicado al norte y al este de Trinidad que en
este caso sería el Agabama; pero no coincide en cuanto a la existencia de los
dos puentes pues, en el contexto de lo dicho se desprende que ambos puentes no
estaban muy distantes uno de otro y en el terreno el puente ferroviario sobre
el Agabama está bien distante del puente de la Carretera del Circuito Sur. Sin
embargo, al norte y oeste de Trinidad corre un río, el Guaurabo cuyos dos
puentes no están muy separados entre sí; además el acceso más lógico a Trinidad
sería el procedente del oeste, desde la ciudad de Cienfuegos vía la Carretera
del Circuito Sur y cruzando al Guaurabo. Por otra parte, el Agabama no corre
próximo a Trinidad como si es el caso del Guaurabo. (ver más adelante)
[6] Peter Kornbluh. Op. Cit.
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