domingo, 11 de septiembre de 2016

Del libro en preparación “Amigos, Aliados y Enemigos. Bahía de Cochinos, una enseñanza IV

Mario J. Viera
Puerto de Casilda al fondo el Escambray

Capítulo LV

Bahía de Cochinos, una enseñanza

(Cuarta Parte)

Se delinea el Proyecto Casilda/Trinidad

A solo 14 días antes de la toma de posesión de la presidencia por John F. Kennedy, el Coronel marine, jefe de las operaciones paramilitares de la División Hemisferio Occidental, Sucursal 4 (WH/4/PM) Jack L. Hawkins envía un Memorando a Jacob “Jake” Esterline, su superior en el WH/4, donde ya se delineaban las operaciones militares en contra del gobierno castrista. Hawkins, un oficial del Cuerpo de Marines, era un hombre con una amplia experiencia en operaciones anfibias al cual, la CIA capta en septiembre de 1960 para encargarse de las operaciones militares (Cuba Task Force) que se preparaban contra el gobierno de Fidel Castro. Hawkins cumpliría sus tareas bajo el mando de Jake Esterline un hombre con conocimientos y experiencias prácticas en guerra de guerrillas.

En el Memorando que dirige a Esterline delinea las principales tareas del plan concebido[1]. En este proyecto se contemplaba establecer una pequeña cabeza de playa tras el desembarque de una fuerza anfibia/aérea de 750 hombres. En apoyo de esta acción el desembarque sería precedido por una preparación táctica aérea, que comenzaría al amanecer del día D-1 (víspera de la invasión). El principal propósito de esa preparación aérea sería destruir o neutralizar las naves aéreas y navales militares que constituyeran una amenaza para la fuerza invasora. Cuando se hubiera cumplido esa tarea, los ataques se dirigirían contra otros objetivos militares, incluyendo parques de artillería, puestos de tanques, vehículos militares y depósitos de suministros. Se preveía proveer un fuerte apoyo aéreo a la fuerza invasora el Día D y posteriormente cuando esta entrara en combate. El principal objetivo en ese momento sería rechazar a las formaciones militares en el campo; con el objetivo de impedir el movimiento de tropas contrarias contra la cabeza de playa, deberían emprenderse esfuerzos particulares en ese sentido.

La misión inicial de la fuerza invasora sería ocupar y defender una pequeña área que, en condiciones ideales, incluyera una pista aérea y se tuviera acceso al mar para el apoyo del suministro logístico. Los planes que se elaboraran deberían prever, no obstante, la eventualidad de que la fuerza fuera conducida a una apretada formación defensiva que le impidiera el suministro por el mar o el control de una pista de aterrizaje. Bajo tales circunstancias los suministros deberían proveerse enteramente por lanzamientos aéreos.

El objetivo principal de la fuerza tenía que centrarse en sobrevivir y mantener su integridad en suelo cubano. Por otra parte, se establecía que no hubiera ningún intento temprano para abandonar la cabeza de playa para posteriores operaciones, a menos que y hasta que hubiera un levantamiento general contra el régimen de Castro o hasta que no hubiera tenido lugar una abierta intervención de las fuerzas de Estados Unidos.

Con estas operaciones se esperaba que precipitaran una gran insurrección en toda Cuba y causaran la revuelta de un importante segmento del Ejército cubano y de la milicia; por tanto, la cabeza de playa, serviría “como punto de concentración para los miles que están listos para una abierta resistencia a Castro pero que dudan de actuar hasta sentir cierta seguridad de éxito. Una revuelta interna en Cuba, si una es impulsada por nuestras acciones, serviría para derrocar el gobierno de Castro en cuestión de un par de semanas”.

Sobre este asunto diría Esterline en una entrevista que Peter Kornbluh[2], en octubre de 1961, le haría a él y al coronel Hawkins: “Teníamos razones para creer que había una resistencia bastante considerable y bastante activa, al menos en espíritu, que se oponía a Castro en ese momento pero que definitivamente no conocíamos. El problema era como comenzar las operaciones que nos permitieran obtener una mayor apreciación de cuan seria y cuan exitosa era ─ cuáles serían las posibilidades de éxito”.

A esto añade Hawkins:

Teníamos información de inteligencia de nuestros agentes que la totalidad de la provincia de Las Villas era anticastrista en su mayor parte y simpatizaban con las guerrillas que entonces operaban en las montañas del Escambray. Pensábamos que tendríamos la oportunidad de armar un considerable número de ellos, pero, de no ser posible, la brigada podría entrar en las montañas e iniciar la actividad guerrillera.
Mi creencia y esperanza en aquel tiempo era que podríamos establecer un control absoluto en el aire aun antes de que desembarcara esta fuerza que he descrito como absolutamente esencial y que las operaciones aéreas en apoyo de nuestra fuerza en el área de Trinidad serían muy espectaculares en Cuba e infligirían serias bajas en las fuerzas de Castro, la milicia. Pensábamos que esto gradualmente produciría disturbios y una posterior sublevación. Sigo creyendo que probablemente hubiera ocurrido si se hubiera hecho como habíamos recomendado.

Se trataba de una conjetura falsa sobre el apoyo con que contaba el régimen cubano y que resultaría una de las causas psicológicas del fracaso de la expedición. La realidad interna en Cuba era que el castrismo en esos momentos contaba con un muy poderoso apoyo social. Las milicias no eran un cuerpo militar regular y si un cuerpo paramilitar integrado por voluntarios que creían firmemente estar del lado de la razón, de ahí la alta moral de combate que los batallones de milicia mostraron en los combates de Playa Girón y Playa Larga. No obstante, en aquellos momentos se estimaba que en Miami y sus alrededores había alrededor de 70 mil cubanos exiliados lo que inducía a pensar muy subjetivamente que el régimen de Castro estaría perdiendo apoyo popular. Los exiliados solo representaban el 1,16 por ciento de toda la población de la isla. Por otra parte, en un estudio preparado en el Departamento de Defensa (16 de enero de 1961) se precisaba que “un interno apoyo popular masivo por el pueblo cubano a una acción para derrocar a Castro no se podía asegurar[3].

 “Si las cosas no resultan como se predice más arriba ─ se consignaba dentro de las consideraciones al proyecto ─, la cabeza de playa establecida por nuestra fuerza puede usarse como sitio para el establecimiento del gobierno provisional que podría ser reconocido por los Estados Unidos, y esperemos, por otros estados americanos y darle asistencia militar abierta. El camino luego será pavimentado para la intervención armada de Estados Unidos dirigida a la pacificación de Cuba, y esto dará como resultado el pronto derrocamiento del Gobierno de Castro[4].

Al respecto, apuntaría Hawkins:

Así todavía en aquel tiempo en enero, yo visualizaba la posibilidad de un gobierno provisional en el área de la montaña del Escambray que en ese momento recibiría asistencia de Estados Unidos, al menos logísticamente.
Era esencial derrocar a Castro. Yo creía completamente en aquel objetivo y, por supuesto, más tarde se probó, después, que aquello hubiera ocurrido. Nos habríamos desprendido de aquel gobierno comunista. Realmente supuse lo que el gobierno nacional quería decir al decir lo que dijo: “Queremos derrocar a Castro”. Ahora, por supuesto tuvimos un cambio de gobierno allí y eso cambió considerablemente las cosas”.  

Además, en los presupuestos de la operación se especificaba:

no deberá presumirse que los otros programas paramilitares serán suspendidos o abandonados. Estos están siendo intensificados y acelerados. Incluyen el suministro por aire y mar a los elementos guerrilleros en Cuba, la conducción de operaciones de sabotaje, la introducción de grupos paramilitares especialmente entrenados, y la expansión de nuestra red de agentes en toda la isla.

En el memorando elaborado por Jack L. Hawkins se expresaban dudas con respecto a cuál sería el comprometimiento de la nueva administración demócrata que asumiría la presidencia. Así, Hawkins adelanta: “La cuestión de si la administración entrante del Presidente electo Kennedy cooperará en la conducción de la operación de ataque necesita responderse en el tiempo más temprano posible. Si estas operaciones no se llevaran a cabo, entonces los preparativos debieran cesar para evitar el innecesario desperdicio de un gran esfuerzo humano y de muchos millones de dólares”. Y recomendaba Hawkins que Allen Dulles, como Director de la Agencia Central de Inteligencia, hiciera “un intento para determinar la posición del Presidente electo y del Secretario de Estado designado en relación con este asunto lo más pronto posible”.

En sus recomendaciones, Hawkins planteaba que la operación fuera lanzada dentro del periodo entre finales de enero y febrero e insistía diciendo: “Cualquier posposición para después del primero de marzo de 1961 sería inadmisible” alegando para ello las siguientes razones:

1)    era dudoso que las fuerzas cubanas anticastristas pudieran mantenerse en la base de entrenamiento que se tenía en Guatemala más allá del primero de marzo, alegando que las presiones sobre el Gobierno de Guatemala podrían hacerse inmanejables si las tropas de infantería cubanas no fueran removidas para esa fecha. Ya antes se había producido la sublevación militar del 13 de noviembre de 1960 en contra del Gobierno de Ydigoras, que sería aplastada por los B-26 de Estados Unidos enviados en refuerzo del gobierno. En esa operación aérea habían participado algunos de los cubanos que entrenaban en Retalhuleu.
2)    Los cubanos no pueden mantenerse en entrenamiento por más tiempo lo que resultaría en una baja de la moral combativa y la posibilidad de deserciones por la inmovilidad.
3)    Aunque creyendo que “el apoyo del populacho cubano al gobierno de Castro se deterioraba rápidamente”, la demora podría estar en contra de los proyectos: “Es indudable ─ decía ─ que en el futuro próximo el núcleo duro de las fuerzas armadas de Castro adquirirá una alta eficiencia en el empleo de los modernos armamentos disponibles”.

Recomendaba además que la preparación aérea se iniciara en vísperas del Día D durante la madrugada; que cualquier intento de limitar el número de aviones a ser empleados de aquellos disponibles, debía resistirse firmemente y que la operación se abandone si la política no provee el adecuado uso táctico del apoyo aéreo.

Hawkins dio la razón de por qué se eligió la zona de Casilda-Trinidad para lanzar la expedición diciendo: “El área se prestaba en sí misma para lo que en términos militares llamamos aislamiento del área. En otras palabras, podríamos tomar ciertas medidas que dificultarían al enemigo entrar en el área. Las montañas en el oeste, que eran una barrera, y había un no falsificado río en el norte y el este que solo tenía dos puentes. Uno de ellos era un puente ferroviario y pensamos que podíamos eliminarlos. Los tanques y los vehículos (de Castro) no podrían entrar en Trinidad[5].

El plan era desembarcar allí en Trinidad; esa localidad posees buenas playas de desembarco, buenos terrenos defendibles y nosotros nos íbamos a sostener allí el mayor tiempo posible para tratar de armar a algunos de los residentes y si no teníamos suerte o fuéramos presionados, podríamos dirigirnos directamente hacia las montañas del oeste y unirnos a las guerrillas que ya había allí[6].  



[1] The Foreign Relations of the United States (FRUS X, 9) Memorandum from the Chief of WH/4/PM, Central Intelligence Agency (Hawkins) to the Chief of WH/4 of the Directorate for Plans (Esterline). Kennedy Library, National Security Files, Countries Series, Cuba, Subjects, Taylor Report.
[2] Peter Kornbluh. Bay of Pigs Declassified. The Secret CIA Report on the Invasion of Cuba. The Bay of Pigs revisited. Octubre de 1961
[3] Foreign Relations of the United States (FRUS X, 9), Staff Study Prepared in the Department of Defense. Enero 16, 1961.
[4] Peter Kornbluh. Op. Cit.
[5] Es posible que exista un error de transcripción de lo dicho por Hawkins cuando menciona un río ubicado al norte y al este de Trinidad que en este caso sería el Agabama; pero no coincide en cuanto a la existencia de los dos puentes pues, en el contexto de lo dicho se desprende que ambos puentes no estaban muy distantes uno de otro y en el terreno el puente ferroviario sobre el Agabama está bien distante del puente de la Carretera del Circuito Sur. Sin embargo, al norte y oeste de Trinidad corre un río, el Guaurabo cuyos dos puentes no están muy separados entre sí; además el acceso más lógico a Trinidad sería el procedente del oeste, desde la ciudad de Cienfuegos vía la Carretera del Circuito Sur y cruzando al Guaurabo. Por otra parte, el Agabama no corre próximo a Trinidad como si es el caso del Guaurabo. (ver más adelante)
[6] Peter Kornbluh. Op. Cit.

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