Mario J. Viera
Capítulo LV
Bahía de Cochinos, una
enseñanza
(Quinta Parte)
2. La
guerrita perdida de JFK
El
22 de enero se produce un primer acercamiento de la administración de Kennedy
con el tema de Cuba y sobre los planes que se estaban elaborando para derrocar
a Castro. En esa reunión, el Secretario de Estado, Dean Rusk; de Defensa, Robert
S. McNamara y el Fiscal General, Robert F. Kennedy interpelarían a los
funcionarios que más directamente estaban implicados en los proyectos de
acciones encubiertas contra Cuba para una apreciación de primera mano, tanto en
lo referente al campo diplomático como al militar. En respuesta a Dean Rusk
sobre la situación militar en Cuba, el Presidente del Estado Mayor Conjunto, General
Lemnitzer, la resumiría diciendo que Cuba era un campamento militar; en tanto
el Director de la Agencia Central de Inteligencia, Allen Dulles haría un
resumen de todas las tareas impulsadas por la CIA desde el 17 de marzo de 1960,
explicando que en las operaciones paramilitares se habían previsto tres líneas
principales, es decir, un frente político, uno psicológico y un tercero, el
entrenamiento militar de una selección de cubanos exiliados. Explicaría que el
frente político era llevado a cabo por el FRD para unir a muchos de los
diferentes grupos anticastristas de exiliados en una sola organización, la que
consideró como representativa de todo el espectro político existente dentro de
Cuba, “cubren toda una gama que va desde
un poco a la derecha a un poco a la centro-izquierda” y recalcó que entre
los miembros del FRD no había ni batistianos ni comunistas y que su programa
político, en esencia, era restaurar la Constitución de 1940 y el hacer las
reformas que originalmente Castro había prometido hacer y luego desechadas por
él.
Dulles
describió las actividades de entrenamiento paramilitar en Retalhuleu, Guatemala,
bajo la cobertura del FRD, y dijo: “ahora
tenemos unos quinientos a seiscientos cubanos de infantería altamente entrenados.
Éstos habían sido entrenados por tres equipos de Fuerzas Especiales de Fort
Bragg y son considerados como los hombres mejor entrenados de América Latina”.
Rusk le preguntó entonces, si se tenía la capacidad para mantener un movimiento
de resistencia dentro de Cuba sin el empleo de fuerzas de Estados Unidos.
Dulles le respondería diciendo que dependería de cuantos se incorporaran al
lado de la disidencia y explicó que “nuestra actual fuerza cubana en
entrenamiento llegaría de 700 a 800 hombres” y se refirió a la dificultad de
mantener a aquellos hombres en Guatemala dada la existencia de diferentes
problemas, principalmente políticos, que se estaban presentado en aquel país.[1]
Durante
su campaña electoral Kennedy había criticado fuertemente a la administración
Eisenhower, acusándole de negligencia al permitir que un régimen hostil a los
Estados Unidos se hubiera instalado a solo 90 millas de sus costas; sin embargo,
pese a la denuncia del candidato demócrata, a lo largo de aquellos días de
campañas políticas, los planes contra Castro seguían su curso impulsados dentro
de la administración Eisenhower. Ya, luego de la victoria presidencial de
Kennedy, Richard Bissell subdirector de planes especiales de la CIA, asistido
por Jacob Esterline, director ejecutivo de la operación, y del coronel Jack
Hawkins como asesor militar, tenía elaborado el primer plan de operaciones de
acciones encubiertas que sería conocido como el Plan Trinidad; así el 11 de
marzo de 1961 la CIA expondría detalladamente a Kennedy, ya en la presidencia, el
plan de acciones paramilitares contra Cuba que inicialmente se había proyectado.
Según
John A. Barnes, “una vez en el cargo,
Kennedy se encontró obligado a adoptar una línea dura con Cuba. Eso le situó en
una inmediata desventaja para evaluar los pros y los contras del plan que la
CIA había comenzado a desarrollar bajo Dwight Eisenhower para invadir la isla
con una fuerza de mil quinientos exiliados cubanos” y agrega este autor: “Kennedy quería que el plan tuviera éxito,
pero ─ resalta Barnes ─ como antiguo
oficial de la marina, sabía que muchas cosas podían ir mal en los asuntos
militares”. Dudaba en llevar adelante la operación, pero temía que los
republicanos le acusaran de entreguismo si la cancelaba; y señala Barnes: “Situado entre la espada y la pared, Kennedy
permitió que el plan avanzase a duras penas hasta su trágico y sangriento
desenlace”[2].
El
Plan Trinidad contemplaba el desembarco de una fuerza expedicionaria de
exiliados cubanos por el puerto de Casilda, en la costa sur de la provincia de
Las Villa y a solo 4 km de la ciudad de Trinidad antesala de los montes del
Escambray, con apoyo aéreo simultáneo; la fuerza expedicionaria debería
establecer una cabeza de playa donde se pudiera instalar un gobierno cubano
provisional que estaría presidido por José Miró Cardona, quien había sido
Primer Ministro del gobierno provisional revolucionario de Manuel Urrutia, y, una
vez ya en suelo cubano, recibiría el reconocimiento de Estados Unidos. De
fallar la expedición, el grueso de la tropa se dirigiría a la serranía del
Escambray contando, además, con el apoyo de las guerrillas anticastristas. En
un informe detallado emitido el 3 de febrero de 1961 el Estado Mayor Conjunto
describió la zona de la siguiente manera: El área de la cabeza de playa que se
pretendía crear quedaba cerca de la ciudad de Trinidad, con una pequeña pista
de aterrizaje, una red de caminos y un río. El área entre el macizo de colinas
y el océano es generalmente plana, con zonas de bosque y de cultivos. Dos
buenas carreteras entran en el área desde el este y el oeste con una línea
férrea que entra desde el nordeste. Hay tres pequeñas playas en la zona de desembarque,
dos en la boca del río y una en el lado occidental de la bahía formada por los
ríos. Las rutas de acceso son limitadas y pueden ser rápidamente aisladas
cortando los puentes de la carretera y del ferrocarril sobre el río que
transcurre fuera del área de la cabeza de playa[3].
Ya
Castro había denunciado en reiteradas ocasiones que Estados Unidos se preparaba
para lanzar un ataque de agresión contra Cuba y ya los rumores iban en
crescendo. La opinión internacional preocupaba a Kennedy, quería, como dice
Barnes, reducir el “nivel de ruido” internacional y ocultar “la huella” de
Estados Unidos en la operación; en fin de cuenta toda la operación era un
legado de la anterior administración y si algo fallaba, su gobierno cargaría
con todas las consecuencias del desastre. De acuerdo con Diego Trinidad, el
Plan Trinidad se le había presentado “oficialmente
a Kennedy en Palm Beach a fines de noviembre de 1960, a los pocos días de su
victoria presidencial. Se encargaron de ello Dulles y Bissell, quien era buen
amigo de Kennedy y se mencionaba como el sucesor de Dulles cuando este se
retirara. Kennedy escuchó en silencio, y los planes prosiguieron con su
aparente apoyo”, y agrega Trinidad: “Kennedy
fue informado sobre la versión final del Plan Trinidad el sábado 28 de enero.
En esa reunión en la Casa Blanca estaban presentes el vicepresidente Lyndon
Johnson, el secretario de Defensa Robert McNamara, el secretario de Estado Dean
Rusk, el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Lyman Lemnitzer, el asesor de
Seguridad Nacional McGeorge Bundy y varios otros subsecretarios y asesores. El
director de la CIA Allen Dulles, asistido por Tracy Barnes, hizo la
presentación usando notas preparadas por Richard Bissell”[4].
En
esta reunión[5], Kennedy quiso conocer cómo
pensaba el Estado Mayor Conjunto (EMC) sobre las posibilidades de éxito de un
desembarco en Cuba por las fuerzas que se entrenaban en Guatemala. Se requería
que el EMC hiciera un estudio y evaluación del plan de la CIA y diera su
opinión al respecto. El general Lyman Lemnitzer presidente del EMC adelantó su
opinión personal señalando que en vista del poder que entonces tenían las
fuerzas de Castro, los cubanos anticastristas tendrían muy pocas oportunidades
de éxito. En contraposición a esta opinión, Dulles ofreció una apreciación muy
optimista de la capacidad de la fuerza para desembarcar y sostener una cabeza
de playa. A esto replicó Lemnitzer alegando que independiente de que la fuerza
invasora pudiera ser capaz de ocupar una pequeña cabeza de playa, tras un relativo
corto tiempo, Castro sería capaz de montar unas fuerzas pesadas contra ellos.
El problema entonces sería uno, de quién vendría su ayuda.
Por
último, en esta reunión del 28 de enero, se acordó que los Estados Unidos debían
hacer enteramente claro que su posición en relación con el gobierno cubano estaba,
en verdad, gobernada por su firme oposición a la penetración comunista en las
repúblicas americanas y no porque abrigara alguna hostilidad en contra de la
revolución social democrática y de las reformas económicas. Kennedy expresó
entonces su intención de tratar ese tema en el informe del Estado de la Unión.
El 3 de febrero el Estado Mayor Conjunto
en un Memorando dirigido al Secretario de Defensa Robert McNamara[6], daba sus conclusiones y
recomendaciones con respecto al Plan Trinidad elaborado por la CIA. El EMC
consideraba que el área seleccionada (Casilda/Trinidad) para establecer la
cabeza de playa era la mejor zona en Cuba para la realización de la misión
planteada por los expertos de la Task Force. Recomendaba el EMC que se
revisaran algunos aspectos secundarios del plan general de la operación
anfibia. El factor sorpresa se consideraba relevante; “Si se logra la sorpresa ─ exponía ─ y las estimaciones sobre las capacidades de la defensa aérea de Casto
son correctas, el plan de operaciones aéreas está dentro de la capacidad de las
unidades aéreas y debe ser exitoso”. Sugirieron que los grupos guerrilleros
actuantes en la zona dieran apoyo a la operación desde fuera del área de la
cabeza de playa en lugar de su combinación con la fuerza de invasión como estaba
planeado. Muy importante, el Estado Mayor Conjunto consideraba que la “operación, tal como (estaba) prevista no
requeriría necesariamente de una abierta intervención de EE. UU. (…) En Resumen ─ concluían las
recomendaciones del EMC ─, la evaluación
del actual plan resulta en una valoración favorable de la probabilidad de
alcanzar el éxito militar inicial, hechas las modificaciones planteadas en las
conclusiones específicas descritas anteriormente”. Sin embargo, el EMC
hacía una importante aclaración: “Es
evidente que el éxito final dependerá de
factores políticos; es decir, de un gran levantamiento popular o de fuerzas
de seguimiento sustanciales”. Este era el punto sine qua non para el éxito de toda la operación; una falsa
apreciación sobre el apoyo popular en un levantamiento general contra Castro,
algo incierto en la zona Trinidad/Casilda y que no se podía esperar ni
hipotéticamente en la zona elegida para el Plan Zapata que se extendía desde
Playa Larga hasta playa Girón; es lo que a sí mismo se había dicho Jack
Esterline cuando tuvo conocimiento del nuevo emplazamiento para la operación en
la zona de Zapata “no es fácil para nadie
entrar allí, pero cómo vamos a conseguir más reclutas y cómo vamos a ampliar
este frente, porque allí no hay nadie
excepto caimanes y patos”[7].
El
17 de febrero en un documento elaborado dentro de la CIA[8]
se informaba que en poco tiempo quedaría formado un Gobierno cubano en el
exilio integrado por “los elementos más reconocidos de la oposición” y se decía
que ese gobierno tendría “una orientación
política de centro izquierda que (debería) merecer el apoyo de los liberales tanto dentro de Cuba como de todo el
hemisferio”. En este documento se exponía que Cuba no era el principal
problema al cual tenía Estados Unidos que suprimir; “Cuba, por supuesto ─ se decía ─,
nunca presentará una directa amenaza
militar para los Estados Unidos y sería poco probable que Cuba intentaría
una abierta invasión a cualquier otro país latinoamericano dado que EE.UU.
podría y ciertamente entraría en el conflicto a favor del país invadido”, la
cuestión principal era que “Cuba
ofrecería una efectiva y sólidamente
defendida base para las operaciones soviéticas y la expansión de su
influencia en el Hemisferio Occidental”. ¿Cuál era el peligro? El peligro
residía en el apoyo que Cuba podría proveer en armas y dinero “a los líderes y grupos disidentes en toda la
América Latina con el objeto de crear inestabilidad política, fomentar el
comunismo, debilitar el prestigio de EE.UU., y alentar el inevitable apoyo
popular que la continuidad de Castro en el poder engendrará”. Citando lo
afirmado en un Estimado Nacional, el documento de la CIA dice: “Para las potencias comunistas, Cuba
representa una oportunidad de incalculable valor. Más importante aún, la
llegada de Castro ha proporcionado a los comunistas una base amistosa para la
propaganda y la agitación en el resto de América Latina con el ejemplo
altamente explotable de un logro revolucionario y de un exitoso desafío a los
Estados Unidos”.
El
primero de marzo la CIA reestructuraba el Frente Revolucionario Democrático que
encabezaba Manuel Antonio de Varona para dar inicio a un nuevo ente político,
el Consejo Revolucionario Cubano que
ahora estaría encabezado por el Dr. José Miró Cardona y formando parte de su
directiva se encontraban Antonio de Varona, Justo Carrillo, Carlos Hevia, Manuel
Ray, y Manuel Artime todos antiguos dirigentes del desaparecido Frente
Revolucionario Democrático. La CIA propondría entonces que Miró Cardona fuera
el designado presidente del gobierno provisional en el exilio. La razón para la
creación de la nueva entidad política la explicaría Jake Esterline el 22 de
mayo de 1961; de acuerdo con él, el FRD había decidió establecerse como un club
exclusivo a favor de los intereses personales de sus dirigentes. “Después que el Frente se había convertido
esencialmente en un club exclusivo, formamos una nueva organización en la que
podría participar el Frente. Así se originó el Consejo revolucionario
encabezado por el Dr. Miró Cardona. Antes de que se decidiera que él ocupara la
dirección del Consejo se realizó alguna consideración cuidadosa por el
Departamento de Estado y por nosotros mismos”
Jack
B. Pfeiffer[9] se refiere a la reunión del
11 de marzo de 1961, donde la Agencia presentó ante el Presidente, el
Secretario de Estado, altos funcionarios del Departamento de Defensa y otros, el
plan que había elaborado para la invasión en Cuba; anotando que, ante las
objeciones planteadas por el Departamento de Estado y en la dirección del
Presidente, a la Agencia se le ordenó buscar otros sitios y planes alternativos
para la operación inicialmente prevista por Trinidad. El resultado fue la
presentación y aprobación del Plan Zapata en el período del 16-17 de marzo de
1961 trasladando el sitio de la invasión desde Trinidad hacia la bahía de
Cochinos. En este informe del 11 de marzo, la CIA advertiría sobre la fecha
apropiada para iniciar la invasión a Cuba informando que un equipo del Estado
Mayor Conjunto[10] “recientemente había inspeccionado el batallón y la fuerza aérea en sus
bases. Los resultados de la inspección les condujo a la conclusión de que estas
fuerzas podrían estar lista para el combate para el 1 de abril. Algunas de las
deficiencias que fueron señaladas están en proceso de corrección ─ agregaba ─, parte con entrenamiento adicional y
parte con el reclutamiento de una compañía adicional…” Y advertía: “Será imposible mantener todas estas fuerzas
juntas más allá de principios de abril. Ellos son en gran parte voluntarios,
algunos de los cuales han estado entrenando duro, acuartelados en instalaciones
austeras, durante seis meses. Su motivación para la acción es alta, pero su
moral no puede mantenerse si su compromiso para la acción se retrasa mucho. El
inicio de la temporada de lluvia de Guatemala en abril acentuaría mucho más
este problema y el gobierno guatemalteco no está en disposición, en cualquier
instante, a retenerles en el país más allá de principios de abril. La estación
lluviosa de Cuba también hará más difícil su desembarque en la isla”.
Según
Carbonell, Kennedy rechazaría el Plan Trinidad “por considerarlo demasiado ruidoso y obvio en cuanto a la participación
de E.U., y pidió que le sometieran en unos pocos días otro plan más discreto.
Cabe señalar que el objetivo de la ‘negación plausible’ o ‘no atribución’ de
ayuda norteamericana era imposible de alcanzar dada la magnitud de la empresa y
la publicidad que ya habían recibido los campamentos en Guatemala. De modo que,
por mantener políticamente una ficción,
se le fue restando efectividad militar a la operación”[11].
No obstante, los preparativos para lanzar la operación, a contrapelo de las
precauciones de Kennedy, ya eran de conocimiento de la inteligencia cubana,
alertada por informantes de Guatemala que le habían proporcionado los indicios
de que algo se estaba preparando. Tan temprano como el 7 de octubre de 1960,
Raúl Roa, ministro de relaciones exteriores de Cuba ya había denunciado ante la
ONU que “desde fines de agosto y
principios de septiembre se ha venido concentrando tropas y barcazas del
ejército de Guatemala en la costa Atlántica del país. En la finca Helvetia, ubicada en el municipio
de El Palmar, colindante con los departamentos de Retalhuleu y Quetzaltenango, zona occidental del país, adquirida
recientemente por Roberto Alejos, hermano del embajador de Guatemala en Estados
Unidos, Carlos Alejos y miembros de la familia de premunidos de la corte
palaciega, están recibiendo
entrenamiento especial numerosos exiliados y aventureros, bajo el mando de
militares norteamericanos. El número total de extranjeros asciende a 185, de
los cuales 45 son norteamericanos. En la citada finca se ha construido una
pista de aterrizaje de concreto, con hangares subterráneos y se está
construyendo una carretera hacia la costa del Pacífico. Se han instalado
aparatos de detección. Las vías de acceso a la finca Helvetia están controladas
por soldados del ejército guatemalteco. A los elementos extranjeros no se les
permite relacionarse con la población local…” Toda la preparación del
programa de entrenamiento y la localización de la base de entrenamiento era
conocido por la inteligencia cubana en prácticamente todos sus detalles.
[1] Foreign Relations of the United States (FRUS
X, 24) Meeting on Cuba. January 22, 1961. Una nota
curiosa debe agregarse a lo tratado en esta reunión y es la propuesta de Dean
Rusk de que en los planes que ya estaban elaborados se contemplara la ocupación
inicial de Isla de Pinos para establecer el gobierno provisional que debería
ser reconocido por Estados Unidos y en una segunda fase entrar en suelo de Cuba.
[2] John A. Barnes. John F.
Kennedy su liderazgo: Las lecciones y el legado de un presidente. Grupo Nelson. Nashville, Tennessee, 2009
[3] Foreign Relations of the United States (FRUS
X, 35) Memorandum from the Joint Chiefs of Staff to Secretary of Defense
McNamara. Military Evaluation of the Central Intelligence Agency Para-Military
Plan, Cuba. Kennedy Library, National Security Files, Countries Series, Cuba,
Subjects, Taylor Report.
[4] Diego Trinidad. Bahía de
Cochinos sin mitos ni leyendas. Diario de Cuba, 17 de abril de 2013
[5] Foreign Relations of the United States (FRUS
X, 30) Memorandum of Discussion. Kennedy Library, National Security Files,
Countries Series, Cuba, General, 1/61-4/61.
[6] Foreign Relations of the United States (FRUS
X, 35) Memorandum from the Joint Chiefs of Staff to Secretary of Defense
McNamara. Military Evaluation of the Central Intelligence Agency Para-Military
Plan, Cuba. Kennedy Library, National Security Files, Countries Series, Cuba,
Subjects, Taylor Report.
[7] Peter Kornbluh. Op. Cit.
[8] Foreign Relations of the United States (FRUS
X, 46) Paper Prepared in the Central Intelligence Agency. Kennedy Library,
National Security Files, Countries Series, Cuba, General, 1/61-4/61.
[9] Jack B. Pfeiffer. The Taylor Committee Investigation of the Bay of Pigs. Pag. 40. 9
de noviembre de 1984
[10] Foreign Relations of the United States (FRUS
X, 58) Proposed Operation Against Cuba. Kennedy Library, National Security
Files, Country Series, Cuba, Subjects, Intelligence Material, 1961.
[11] Néstor Carbonell Cortina. Lo Que No Dijo el Informe del Inspector
de la CIA
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