Mario J. Viera
A
lo largo de toda la Unión este cuerpo parapolicíaco recibe diferentes nombres,
pueden llamarse Animal Control, Animal Care & Services algunos cuerpos
cuentan con personal bien entrenado para hacer cumplir sus objetivos; algunas
de estas organizaciones son más “exigentes” y arbitrarios como sucede en el
Condado de Charlotte, otras menos; pero en general todas actúan como cuerpos
represivos.
El
cuerpo de oficiales de la parapolicíaca Animal Control tiene horarios de
oficina como los de cualquier organismo burocrático gubernamental. Sus oficinas
están abiertas de 8 a.m. hasta las 5 p.m., de lunes a sábado y sus oficiales
(los encargados de reprimir en cumplimiento de las ordenanzas) solo trabajan de
8 a.m. a 5 p.m. de lunes a sábado. Visten uniforme y actúan como si fuera la
misma policía.
La
misión de este burocrático cuerpo en el Condado de Charlotte se proclama de
esta manera:
EDUCAR-CUMPLIR-HACER
CUMPLIR-PROTEGER
Es
decir:
Educar
al público en la seguridad pública y en cuestiones humanas sobre los animales.
Hacer
cumplir las ordenanzas y estatutos del Condado relativos a los animales.
Ayudar
al público en la resolución de temas sobre animales.
Proteger
la seguridad y el bienestar de los ciudadanos y de los animales de la
comunidad.
Su
declaración de Visión se expresa de acuerdo con esta consigna:
“Crear
y mantener a una comunidad segura a través de la educación, la imposición y el
liderazgo"
Animal
Control en algunos condados queda bajo el control gubernamental, pero en otros
lugares sus servicios son cumplidos por una sociedad protectora de animales a
la que el gobierno le concede jurisdicción, como por ejemplo es el caso de la American Society for the Prevention of
Cruelty to Animals (ASPCA). La ley impulsada por una sociedad no de elección
pública y sin sanción electoral; ¿Cómo se ejerce el control sobre sus
actividades dado que esta se presenta como organización no gubernamental y sin ánimos
de lucro? La ASPCA declara su razón de ser diciendo: “Nuestro objetivo es tener las mascotas fuera de refugios y mantenerlos
en los hogares, al mismo tiempo que aumentemos la protección de los animales
bajo la ley. Estamos ayudando a formar una sociedad que continuamente mejore la
vida de los animales”. Su misión es la que planteara en 1866 Henry Bergh ─
que no sentía piedad hacia los trabajadores que en aquella época vivían bajo
crueles condiciones, ni por la suerte de los negros recién salidos de la
esclavitud en 1863 ─ “proveer los medios
efectivos para la prevención de la crueldad contra los animales a través de los
Estados Unidos”. Henry Bergh solo sentía piedad hacia los animales, tal
como muchos años después sentía lo mismo Adolf Hitler. Lincoln le había
nombrado en 1862 como Secretario de la Legislación y Cónsul en Funciones, en San
Petersburgo, Rusia. Allá en Rusia, Bergh no se inquietaba por la bestialidad
zarista hacia los siervos y hacia las capas bajas de la población, sin embargo,
su noble corazón se conmovió como se maltrataba a los pobres animales allá en
la Rusia zarista: “Afortunada o
desafortunadamente ─ declararía años después de sus experiencias rusas ─, nací con una aversión a la crueldad a los
animales que crecían a la par que yo mismo. Cuando estuve en Rusia, en el
Servicio Diplomático, vi tanta y tan repugnante crueldad hacia los seres
irracionales, que regresé a los Estados Unidos decidido a hacer algo para
convencer al hombre que debía demostrar hacia los animales siquiera tres
cuartas partes de la piedad y justicia que pide para sí mismo”. Esto es
como la proclamación de la igualdad ante la ley tanto de los seres humanos como
los animales: ¡Todos somos iguales, ya sea un ser humano o ya sea un perro, o
un gato, o un hurón, o un caballo…! Y como somos iguales, si la crueldad contra
un ser humano se penaliza entonces los que sean “crueles” con los animales… ¡que
les azoten! ¡que los guarden en prisión!
Cuando
40 ilustres de New York, todos bien vestidos, todos que gozaban de buena mesa y
sin angustias económicas firmaron su adhesión a la sociedad humanitaria que
fundaba Bergh y en aquel instante, muy emocionado declararía: “La mano teñida de sangre por la crueldad ya
no atormentara impunemente a los animales". En tanto en el profundo
Sur ya había manos manchadas de sangre linchando negros…
Veamos un ejemplo de como Animal Control educa
en cuestiones humanitarias sobre animales y como ayuda al público en asuntos
relacionados con animales. Esto se ha publicado en el Facebook de Animal
Control del Condado de Charlotte: Timothy Earl LaPointe, un vecino de Englewood
era el propietario de una perra Bóxer que “por más de un año” sufría, se dice,
de una masa cancerosa en sus genitales; por lo que la desdichada perra tuvo que
ser sometida a una eutanasia, es decir, matarla con la aplicación de una
inyección letal. La perra tenía cáncer, no tenía salvación. El 27 de abril de 2016, Animal Control
procedió al arresto de LaPointe, conducido a la prisión del condado y obligado
a pagar una fianza de $12 500.00, todo bajo cargos de “confinamiento ilegal o abandono
o abandono de un animal y causarle una muerte cruel, dolor o sufrimiento de un
animal. Se agrega además que en una investigación de Animal Control del condado
de Charlotte se concluyó que la perra de nombre Shady “sufrió tremendamente
debido a la falta de cuidado y al fallo de actuar de su propietario” Y la
conclusión final de tan calificado cuerpo investigativo muy humanitario fue “que
este animal sufrió innecesariamente como resultado de la negligencia y la
crueldad de Timothy LaPointe”.
Veamos
este caso paso por paso. Primero ¿cómo tuvo Animal Control conocimiento de este
caso? ¿Una delación de algún afligido amigo de una perra y enemigo de un ser
humano? ¿Una intromisión ilegal de Animal Control sin orden judicial en la
propiedad de LaPointe? O tal vez ¿Conoció Animal Control del caso directamente
de parte de LaPointe? No se sabe, o al menos este detalle no lo reporta la
educadora organización parapolicíaca.
Quizá
LaPointe no tenía suficiente recurso económico para pagar los honorarios de un
veterinario con licencia que cobran bien pero bien caro por sus servicios.
Quizá LaPointe, ante la enfermedad de su perra no quiso matarla y dejar que la
naturaleza siguiera su curso. Quizá, desesperado se comunicó con Animal Control
para encontrar ayuda y la ayuda que la caritativa parapolicíaca organización
fue la de detenerle como un modo muy elegante, para el oficial que atendiera el
caso, de justificar el salario que muchos contribuyentes, como LaPointe, le
pagan.
Suponiendo
en el peor de los casos, que LaPointe se cruzara de brazos y no atendiera al
animal con una afección en estado terminal, ¿hay razones para destruirle la
vida, para encarcelarle, para endeudarle con los gastos de fianzas, pago de
abogado y de corte solo por una perra que moriría de cualquier modo por su
lesión cancerosa? Publicar su caso como culpable tanto en Facebook como en la
edición del 29 de abril de 1916 del periódico local Charlotte Sun Herald violando el principio de la presunción de
inocencia, es un caso evidente de ajusticiamiento civil, de un trato cruel y
degradante que condena el Artículo 5 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. La dignidad de un animal, sea cual sea, no se debe anteponer
a la dignidad de un ser humano. ¡Hipócritas!
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