Mario J. Viera
Ver un artículo de opinión
con un título tan sugestivo como ese de “Negro,
¿tú eres sueco?” ya de entrada llama la atención. La suspicacia aparece y
se dice, “Hm, aquí está clara la insinuación racista”. Surge la pregunta de
inmediato: “¿Quién escribió este artículo?” Debe ser algún blanco que se cree
mejor humano porque tiene blanca su piel. La curiosidad invita a la lectura:
¿Quién es ese negro que se cree o se hace el sueco? Solo con leer el párrafo
inicial se da uno cuenta de qué negro se trata: “Hace apenas unas horas, La Habana fue escenario de lo que, sin lugar a
dudas, constituye la noticia más importante en mucho tiempo. El presidente de
los Estados Unidos visitó la capital de las Mayor de las Antillas…” ¡Nada
más y nada menos que el Presidente de los Estados Unidos de América, Barack
Obama! Evidentemente el artículo expresa desprecio hacia la condición racial de
Obama y de paso se emplea el peyorativo decir que dice “hacerse el sueco” para
indicar hipocresía… ¿Serán hipócritas los suecos?
Y la poca feliz expresión
aparece en uno de los periodicuchos que circulan en Cuba, ese que se identifica
como “Tribuna de La Habana”. Entonces de este lado del Estrecho de la Florida,
tirios y troyanos, que es decir demócratas y republicanos afilamos nuestras
plumas, o el tablero de la computadora, para caerle arriba al castrismo por esa
manifestación de racismo, clara, evidente, tangible, presente en uno de sus
medios informativos, pero… ¡Un momento! Descubrimos al autor de libelo. Su
nombre, Elías Argudín. Y ¿quién carajo es este Argudín? ¡Sorpresa, Argudín es
un negro castrista! Uno de esos tíos Tom que habitan en la cabaña de troncos
del Partido Comunista de Cuba, que reciben paga para hacer loas a los
prohombres del poder en Cuba.
Entonces uno piensa y
analiza y no, no se trata de racismo; se trata de algo más humillante; algo que
resulta sumisión indigna, de uno que se dice periodista; porque sí, quizá el
escribidor estudió en la Escuela de periodismo lacayuno que fabrica aduladores
y maestros en el arte de decir melifluas alabanzas y verdades a medias que son
mentiras completas. Se trata solamente de una payasada, un chistecito para que
los jefes le concedan una sonrisita.
Una payasada para unirse al
coro de lenguaraces que se hacen eco del berrinche de los ancianitos del Comité
Central porque alguien, en sus propias caras les dijera cuatro verdades. El
pretende ser original con su chistecito, “al estilo de Virulo”; ¿al estilo de
Virulo? Sí, Virulo es un humorista y trovador, pero… ¡Tan irreverente que es,
que a veces sus chistes no caen muy bien en la tierra de los dinosaurios! Y él
es como mismo dice del cubano que “tiene gran vocación para burlarse de todo, y
ese es el choteo cubano, una manera de abordar la realidad a través de la burla”.
Y ha compuesto una nueva canción mezcla burla, mezcla trova, con el título “Cuba
sí, yanquis… ¿qué?”: “Yo nunca me imaginé/
que de repente consorte/ que el gringo se iba a volver/ mi camarada del norte…”
Entonces, ¿se inspiró Argudín en aquella parte da la canción de Virulo donde se
dice: “Mami, ¿qué es lo que quiere el negrito? / Tú no preguntes m’ijito…” Y en
este uso de “negrito”, dentro del contexto de la canción nada hay de peyorativo.
Ahora, pregunto yo: “Mami, ¿qué
quiere el negrito? / Congraciarse, m’ijito”.
Veamos lo más de interés
que hay en el artículo de Argudín:
El segundo párrafo del artículo
“Negro, ¿tú eres sueco?” así dice Argudín, presentando a Obama como un fallido
César conquistador: “Obama vino, vio,
pero desafortunadamente, con el pretendido gesto de tender la mano, también
quiso vencer”. Es el empleo de la frase “veni, vidi, vici” que César utilizó
en carta al Senado romano para describir su fulminante victoria en la batalla
de Zela, es decir, el mensaje subliminal es: “Obama es el representante del
imperio (César) y el imperio sigue siendo el mismo”; y Obama, el imperio,
condiciona el avance en las relaciones, dice Argudín, “a peticiones que laceran
la soberanía, en cuestiones que solo a los del patio atañen”. ¿Cuáles, según
Argudín, son esas peticiones que “laceran la soberanía” planteadas por Obama
ante la cara del Pequeño Hermano? ¿Acaso esto que dijo?: “Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de decir lo que piensan
sin miedo de organizarse y criticar a su Gobierno, y de protestar
pacíficamente; y que el Estado de Derecho no debe incluir detenciones
arbitrarias de las personas que ejercen esos derechos. Creo que cada persona
debe tener la libertad de practicar su religión en paz y públicamente. Y, sí,
creo que los electores deben poder elegir a sus gobiernos en elecciones libres
y democráticas”. Tal vez lo que lacera la soberanía cubana fueron estas
palabras dichas por el Presidente de Estados Unidos: “Debiera ser más fácil abrir un negocio aquí en Cuba. Un trabajador
debiera poder conseguir un trabajo directamente con las empresas que invierten
aquí en Cuba. Dos monedas no deben separar el tipo de salarios que los cubanos
pueden ganar”.
El tercer párrafo no tiene
desperdicio, leamos: “Durante su
estancia, elogio, ahora bien, sin importarle la acogida de los anfitriones y su
condición de invitado, mucho más allá del reconocimiento, optó por criticar y
sugerir, con sutilezas, en una velada, pero a la vez inconfundible, incitación
a la rebeldía y el desorden, sin importarle estar en morada ajena. No cabe
dudas, a Obama se le fue la mano”.
¿En qué se le fue la mano a
Obama? ¿Incitó Obama, sutil y veladamente, “a la rebeldía y el desorden”? ¡Bingo!
Ahí está la explicación de esa histeria de descalificaciones que han lanzado,
desde el mismo instante en que Obama terminaba su discurso, primero dos ridículas
marionetas repitiendo consignas, frases hechas y las acostumbradas falacias,
después el mismo Fidel Castro balbuciendo tonterías y a continuación el coro;
reflejo exacto de las limitaciones y temores del régimen artrósico de gobierno
de un solo partido.
Veamos las “sutilezas” de
Obama que incitan a la rebeldía y al desorden: “Cuba ─ señaló Obama para remarcar las diferencias esenciales entre
el gobierno de los Castro y el gobierno de los Estados Unidos ─ tiene un sistema de partido único; Estados
Unidos es una democracia multipartidista. Cuba tiene un modelo económico
socialista; Estados Unidos, uno de mercado abierto. Cuba ha enfatizado el papel
y los derechos del Estado; los Estados Unidos fueron fundados en los derechos
de la persona individual”. ¿Qué más? Tal vez sea una incitación a la rebeldía
esto que dijera el jefe de gobierno de Washington: “Y hoy, quiero compartir con ustedes mi visión de lo que puede ser
nuestro futuro. Quiero que el pueblo
cubano ─ especialmente los jóvenes ─ entienda
por qué creo que ustedes deben ver el futuro con esperanza. Y no es la
falsa promesa que insiste en que las cosas son mejores de lo que realmente son,
o el optimismo ciego que dice que todos sus problemas podrán desaparecer
mañana. Es una esperanza que tiene sus raíces en el futuro que ustedes pueden elegir, y pueden conformar, y pueden
construir para su país”. No, tal vez la sutil incitación de Obama se
encierra en estas palabras: “…si se
levantara el embargo mañana, los cubanos no se darían cuenta de su potencial sin una continuidad de los cambios aquí en
Cuba”. ¿Cambios? ¿Quién necesita cambios en Cuba? ¡Somos tan felices,
con la falta de alimentos, con nuestras casas en ruinas y las calles sucias y
con todo el sistema de acueductos convertido en un desastre, con nuestros
sueldos miserables, con la constante vigilancia de los órganos represivos, la Seguridad
del Estado y la policía?
Si la incitación es sutil,
así lo presiente Argudín, cuando escuchó esto que dijera Obama: “Internet debe estar disponible en toda la
isla, para que los cubanos puedan conectarse con el resto del mundo y con uno
de los grandes motores del crecimiento en la historia humana. Estados Unidos no limita la capacidad de
Cuba para tomar estas medidas. Depende de ustedes (…) Si uno no puede acceder a la información en
línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su
máximo potencial. Y con el tiempo, la
juventud va a perder la esperanza”. Hay más, Obama está incitando al
desorden: “Estados Unidos no tiene ni la
capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba. Cualquier cambio que venga dependerá del pueblo cubano”.
Obama incita a la rebeldía,
¿Cómo se atreve a decir cosas tales como esta?: “Ya está teniendo lugar una evolución dentro de Cuba, un cambio
generacional. Muchos sugerían que viniera aquí y le pidiera al pueblo de Cuba
que echara abajo algo, pero estoy
apelando a los jóvenes cubanos, que son los que van a levantar algo, a
construir algo nuevo. [En español] El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano”. Se le
fue la mano al decir que el futuro tiene que estar en las manos del pueblo
cuando, como lo debe entender Argudín, el futuro de Cuba solo puede descansar
en la acertada dirección del Partido Comunista de Cuba, así lo debe creer Argudín,
¡es que el pueblo es tan estúpido!
Veamos y concluyamos con el
cuarto párrafo del hermoso artículo de Elías Argudín: “Fuimos muy corteses, incluso al punto de dejarle hablar a solas (y a
sus anchas) con los enemigos dentro de la propia casa, a fin de cuentas, está
en contra del inhumano y cruel bloqueo; es una lástima que viniera a darse
cuenta cuando ya está por finalizar su segundo mandato, y no tiene chance para
otra reelección”. Pregunta ¿quién coño eres tú Argudín para dejarle hacer a
cualquier dignatario extranjero en Cuba lo que crea correcto hacer? Eso le
corresponde al gobierno, no a ti… ¡Esperen, que ahora me doy cuenta de algo! Argudín
no es el vocero de sí mismo, sino vocero del Partido Comunista, solo repite lo
que le ordenen que repita, al fin y al cabo, es tan sumiso como sumiso era el Tío
Tom. Y no, no fue racista lo que escribió, fue payasada y servilismo.
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