domingo, 13 de septiembre de 2015

Transición hacia la transición (Parte III)

“El pueblo que no ama la verdad es el esclavo natural de todos los malvados”. Nicolás Maquiavelo



El papel de la oposición

El régimen castrista no está dispuesto a abrirse hacia una vía que conduzca a la transición democrática. Todo su empeño es mantener el statu quo de poder, de aquí que se mueva hacia un nuevo plano de confrontación. Desesperado porque prevé un estado de crisis permanente que pudiera conducir a una insurrección, tiende puente de plata a los Estados Unidos con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y siempre, en el trasfondo, con sus miras puestas en el flujo financiero que pudiera provenir de Estados Unidos posibilitándole un replanteo del sistema y de su poder; pero sin renunciar ni siquiera a una onza de ese poder.

El castrismo, por medio de los proyectos raulistas, intenta poner en práctica el concepto dialéctico de la negación de la negación, apartándose del modelo de legalidad que Weber definía como “carismática” ─ periodo de Dominio de Fidel Castro ─, la negación, para llegar a una nueva negación, una nueva identidad: el totalitarismo abierto al mercado o periodo de totalitarismo pragmático.

Ante la disyuntiva del ser o no ser ─ la continuidad del totalitarismo desde un nivel de mayor eficiencia o la transición hacia la democracia ─ la oposición cubana podría y debería convertirse en el factor impulsor del cambio.

Pero para ser factor de cambio, la oposición debe romper, en primer lugar, con su mentalidad de Ghetto, es decir, abrirse hacia la sociedad, salir de los límites de una organización aislada del resto de los otros grupos y actuar con verdadero sentido de activismo político. Y al igual que el régimen castrista se niega a sí mismo para entrar en una nueva organización de poder, la oposición debe negarse a sí misma ─ en el sentido hegeliano del devenir ─ para alcanzar una nueva negación; es decir pasar de una forma rudimentaria de actuación hacia otra forma organizativa y de actuación superior.

La oposición debe ganar autoridad ante la sociedad inspirando confianza y respeto. Sin embargo, la confianza y el respeto se ganan solo por la persuasión, un recurso que no ha sido del dominio opositor. Cuando se gana autoridad se puede inducir a las personas a tener un comportamiento determinado, a mover grupos hacia el cumplimiento de determinados fines.

El objetivo de cualquier organización política es alcanzar el poder y este objetivo debe estar presente en la proyección y en la actuación de la oposición. Alcanzar el poder para transformar el Estado totalitario en un Estado de Derecho, plural y democrático, y saltar de un ordenamiento jurídico de legitimación de la dictadura castrista hacia un ordenamiento jurídico que sustente la democracia. En política no caben eufemismos para edulcorar sus objetivos, tal como lo expresa Max Weber:

Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al “poder por el poder”, para gozar el sentimiento de prestigio que él confiere”.

En la conciencia social de Cuba, el régimen castrista ha dejado de ser reconocido como poder legítimo y ya solo le queda, como accionar de su legitimidad y de la eficacia de su ordenamiento estatal, la coacción, es decir, la fuerza del poder para ejercitar la violencia y la represión. De este modo, tiene el poder, aunque no la autoridad, para imponer el acatamiento de sus leyes y punir, castigar, al infractor. Así el balance de acatamiento se encuentra en dos polos, el rechazo al gobierno y el temor a la represión; y este temor, que es generalizado, induce al quietismo, a la inacción del rechazo.


En estas condiciones presentes, el papel fundamental de la oposición es convertir la persuasión en un arma de lucha para inducir en la población la confianza en sus propias fuerzas y así hacer vencer el miedo. Algunos grupos opositores han pretendido convencer con actos cuasi heroicos, retando públicamente al régimen, con demostraciones públicas y conatos de desfiles de protesta. Pero estos actos de valentía, que rápidamente son reprimidos por el aparato policiaco, solo sirven para generar más temor en la población al constatar la violencia con que el régimen ahoga las protestas.

Estrategia política

Más que valor, que se requiere ciertamente, más que audacia, que también es necesaria, en la labor de la oposición, se requiere, inteligencia. Es la imperiosa necesidad de confeccionar una estrategia de acción, no necesariamente violenta, que le permita a la oposición, al decir de Sun Tzu, tener la seguridad de poder obtener provecho de la situación según lo exijan las circunstancias sin estar vinculada a procedimientos determinados, sino a los que el momento especifico imponga. Debe conocerse las capacidades con que se cuenta, los puntos fuertes del gobierno y sus puntos débiles; apreciar quienes pudieran ser aliados,  conocer perfectamente el terreno donde se actúe y evitar un enfrentamiento directo con las fuerzas represivas. Un criterio muy importante que se debe tener en cuenta es el dado por Sun Tzu en El Arte de la Guerra, pero válido también en el activismo político:

Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”.

Conocimiento es la palabra clave. Conocer las aptitudes de cada uno de los miembros de la organización opositora, saber quiénes son los más hábiles y dedicados; quiénes son los que poseen esa cualidad que se conoce como “don de gentes”. Y detectar con astucia, sin caer en lo paranoico, a los provocadores que puedan estar infiltrados en la organización, para bloquear y anular su labor de zapa.

No hay que perder de vista que el castrismo es un sistema policiaco en primera instancia, un sistema de “gobernantes gendarmes”, para emplear el término que usara Juan José Arévalo al definir a los gobiernos latinoamericanos de los años 40, “instalados en el poder ─ al igual que los Castro ─ para mantener intactas las leyes que perpetúan los sistemas de explotación”, como hoy es el caso del sistema comunista, un sistema de explotación y despojo. Esta condición de Estado policiaco le confiere a la vez, su fuerza y su vulnerabilidad; vulnerabilidad, porque en la medida que incremente la represión, así pierde en el favor, en la estimación popular y es más susceptible a ser abatido por un fuerte movimiento opositor porque cierto es lo que se dice, que “los Poderosos quieren oprimir, el pueblo sólo quiere no ser oprimido”.

Si, conocimiento: “Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabilidad del adversario significa conocer a los demás”.

Activismo político

La oposición debe estar capacitada para el activismo político, priorizar el activismo dentro de la población, dentro de las masas, para hacerse conocida, real, vigente y no continuar siendo un ente etéreo en la imaginación popular. Los líderes de la oposición son más conocidos en el exterior, en los círculos del exilio y por la Seguridad del Estado y apenas son una referencia dentro de la población interna.

El exilio, por su parte debiera comportarse como la retaguardia segura de la oposición interna, dándole apoyo, tanto moral como económico, sin intentar dirigirla o controlarla según sus intereses grupales.

El activismo es lo totalmente opuesto al quietismo. En el activismo cabe efectuar manifestaciones o demostraciones organizadas, tales como marchas de simpatizantes, obtención de firmas a favor de la causa, denuncias de violaciones de derechos humanos; pero no solo eso, sino también el accionar, actuando sobre las conciencias, moverse dentro de los espacios legales o dentro de la ilegalidad (en una dictadura) por medio del proselitismo y haciendo propaganda a favor de la causa que se defiende para alcanzar consensos en temas esenciales para la sociedad y agrupar en torno al movimiento opositor a un gran número de adherentes. El activismo debe ser público y, al mismo tiempo, secreto.

El activismo es la acción dirigida a la persuasión para ganar apoyo y confianza dentro del pueblo y luego, cuando se posean fuerzas, el activismo puede asumir la forma de la agitación política. Todo esto se puede lograr con el conocimiento de la psicología de las multitudes y aprovechar las preocupaciones y las sensibilidades de las masas agitando consignas movilizadoras de impacto para impulsarlas a la acción.

La palabra de orden, no obstante, es no precipitarse sino que lo primero sea organizarse y prepararse y luego actuar. Mientras tanto el activismo podrá ejercitarse haciendo uso del limitado espacio democrático que ofrecen las asambleas de rendición de cuentas de los delegados de circunscripciones para ser oídas las propuestas opositoras, planteadas inteligentemente, y sin el propósito de boicotear el acto. En estas asambleas los activistas deben ser capaces de conocer las inquietudes de la población del lugar y exigir se den respuestas adecuadas a esas inquietudes y soluciones a los problemas concretos del lugar, convirtiéndose de este modo en los voceros del pueblo. No se debe perder cualquier oportunidad de debate y denuncia públicos y mucho menos por consideraciones ideológicas, ni por creer que participando en esas asambleas se esté legitimando al Poder.

El activismo político de persuasión de la oposición debe dirigirse también hacia los círculos intelectuales; para ello debe preparar activistas idóneos con contactos con los intelectuales con capacidad para hacer captaciones. En todo proceso de transición política, la intelectualidad juega un papel de primer orden. Conquistar el apoyo de un número considerable de intelectuales ─ pintores, músicos, escritores, tanto como abogados, médicos y otros profesionales ─ es de vital importancia política.

Vías de penetración

La base de sustentación del régimen castrista prácticamente es inexistente, si aparentemente cuenta con cierto respaldo, es la costumbre inveterada del fingimiento presente en el seno de las masas populares; es la vida en la apariencia, de la que hablara Václav Havel. Ni siquiera en los núcleos del Partido existe una militancia monolítica. Existe desencanto dentro de las bases partidista, ya no abundan esos furibundos comunistas de los años anteriores a la perestroika soviética. Ahora solo quedan los oportunistas de siempre, los resignados, los defraudados que continúan con la militancia como resguardo y garantía de empleo. Estos son aliados potenciales de la oposición y pueden ser de mucha utilidad en la labor de crear conciencia.

Los antes bastión de la revolución y fuente imprescindible de vigilancia sobre la población y de delación, Comités de Defensa de la Revolución (CDR), han perdido la pasión “revolucionaria” y muchos de sus dirigentes de cuadra solo lo son como coartada existencial; ya no son los ojos y oídos del Ministerio del Interior en toda su extensión. Hacia esta organización se deberá dirigir el plan de captación de la oposición, y penetrar dentro de sus filas.

Se debe pensar en contar con activistas encubiertos dentro de los centros de trabajo que sagazmente capten adhesiones para el movimiento opositor y hacer, como los comunistas cuando se encuentran en la oposición, penetrar las secciones sindicales. Tal como lo expresara Juan José Arévalo, “el sindicato es uno de los más preciosos instrumentos para pedir, para exigir, para recuperar lo que a uno le están robando los estrategas del gran negocio social y político” y la oposición debe rescatar los sindicatos para que dejen de ser “la polea de transmisión” de las directivas del Partido Comunista y cumplan con el papel que les corresponde: la defensa de los intereses de los trabajadores, tales como la exigencia por mejoras de salario y de condiciones de trabajo.

Todo esto debe ser un trabajo sistemático conducido sin precipitaciones por activistas experimentados.

Prepararse ante la reacción de la dictadura

El régimen absolutista de los Castro y compañía no está dispuesto a cruzarse de brazos ante un poderoso e inteligente trabajo de activismo opositor y, respondiendo a su naturaleza intolerante, desatará una fuerte represión. La historia del sistema así lo evidencia.

El apoyo dado al Proyecto Varela con la recogida de más de diez mil firmas, fue la causa eficiente para que se declarara la violenta respuesta gubernamental en el proceso conocido como La Primavera Negra, no por la importancia que en sí mismo tuviera el Proyecto Varela, de escaso valor político, sino por la constatación del amplio rechazo popular al régimen que representaron esas más de diez mil firmas, lo que impulsó a Fidel Castro a desatar la represión dentro de los términos de la draconiana Ley 88. Fue el temor a la capacidad de movilización que un sector de la oposición pudo mostrar y lo que este activismo podría significar en el futuro.

Sin embargo dentro de la coyuntura política actual, el régimen no tiene las manos completamente libres para empeñarse en una represión masiva. Es mucho lo que puede perder, sus renovadas relaciones con los Estados Unidos pueden enturbiarse ante una respuesta desmesurada que dé al activismo opositor. Sus aspiraciones a favor del levantamiento del embargo podrían truncarse definitivamente. No obstante la oposición tiene que estar preparada para resistir una reacción violenta por parte del gobierno. Ellos no dudarán en renunciar a sus proyectos de renovación si ventean un movimiento que amenace a su hegemonía de poder; ya antes lo han hecho y no hay que dudar que lo vuelvan a hacer.

Conclusión


Sí, la oposición cubana puede ser un motor impulsor que origine los cambios necesarios para mover al gobierno en la dirección de una transición hacia la transición; sí y solo esto será posible cuando sepa organizarse y emprenda un acertado trabajo de activismo político hacia el interior del país.

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